Doy un paso y luego otro, los demás vienen rápidamente en un medio trote. Un par de luces al final de la cuadra, pasando mi casa, desaparecen también. Me digo que es un apagón, pero si así fuera ¿no deberían irse todas al mismo tiempo?
Me detengo de golpe cuando alguien sale desde detrás de uno de los árboles que bordean el camino, el que está al lado de mi casa. Un cerezo que se ve hermoso al florecer, pero que ahora sólo parece feo.
Reviso rápidamente las manos de la persona, pero no hay ningún arma a la vista, lo que es sólo un punto a mi favor. Se mantiene quieto, mirando fijamente mi casa y luego de un momento, lentamente se vuelve en mi dirección.
-Oh, mierda…- susurro. Porque donde deberían estar sus ojos, sólo brillan un par de orbes rojo fuego. Ojos que ya había visto antes y algo me dice que esta vez no es una visión.
Lo veo dar un paso determinado en mi dirección y mi instinto no deja de gritar que corra, corra más rápido de lo que he hecho en mi vida. Pero a pesar de ello, mi parte consiente, esa voz que ahora es pequeña, me recuerda nunca dar la espalda a un depredador. No sé a cuál de las dos hacer caso, paralizándome, sólo de una cosa estoy totalmente segura, Estoy tan jodida.
RODORICK
-Dime la verdad Rod, ¿Qué fue lo que viste en realidad?- pregunta otra vez Max y me sorprende lo persistente que puede llegar a ser. Creo que no preguntó sobre algo tanto, desde que quiso obtener su primer espada.
-Ya te lo dije- es todo lo que digo. Esto se está volviendo viejo y todavía nos quedan unas horas de viaje.
-No me engañas, puede que a la chica le puedas mentir, pero te conozco. Sé que viste algo y fue diferente de lo que vimos nosotros- dice, plantando sus manos en las caderas y mostrándose firme. Pose que no dura más de un par de segundos, pues no dejo de caminar y se queda atrás.
-Déjalo ya- le ordeno. No quiero hablar de lo que vi porque fue algo imposible. Mucho más que todo lo que pasó ayer y mucho más de lo que vieron ambos. Así que no, no quiero volver a pensar en ello, no quiero desear algo que simplemente nunca se cumplirá.
-Rod- empieza a decir, pero ante mi mirada de muerte se calla. Sí, él me conoce muy bien, sabe cuando estoy mintiendo y sabe cuando callarse. No en vano nos hemos criado como hermanos. Y aunque nos parecemos como para pasar por unos, somos en realidad primos.
Le lanzo una mirada y lo veo sonreír al mirar hacia una pelea de lobos a lo lejos. Es tan raro, pero junto con mi abuela es lo único que tengo y daría mi vida por protegerlo.
Seguimos caminando y agudizo mis sentidos, alerta cuando llegamos al bosque cerca del poblado donde nacimos. El lugar es sin duda un nido para Guardianes desertores y ladrones. Max imita mi precaución y aunque tiene diecisiete años, tres menos que yo, está entrenado como uno de los mejores, me he encargado personalmente de ello, siempre empujándolo más allá del entrenamiento normal, acortando su tiempo de descanso y de ocio, pero sorprendentemente él nunca se quejó.
Ahora me alegra tenerle a mi lado, sobre todo cuando vemos a unos cincuenta metros, las siluetas de dos personas y aunque no se acercan, tampoco hacen ningún intento de ocultarse.
Este bosque es cada vez más peligroso, pero es todavía la manera más directa de llegar al pueblo.
Media hora después, salimos a terreno despejado y mis hombros bajan una fracción, un poco más relajados. Bien pudieron atacarnos, después de todo algunos de ellos son tipos entrenados, Guardianes que decidieron dejar de cazar demonios y lo menos que me apetece ahora mismo es una pelea. No es que no pudiera con ellos, aunque seguro sería algo difícil, pero llegar al pueblo rápido es nuestro objetivo primordial.
-¿Crees que Félix cuidará de ella?- pregunta Max, mientras se seca el sudor de la frente. Hago lo mismo y miro hacia el sol abrasador, calculando que llegaremos al pueblo cerca del atardecer.
-Eso espero- le respondo, también preocupado. No conocemos a Félix desde hace mucho tiempo, pero la opinión que me he formado de él no es nada buena. Es una lástima que no hubiera nadie más alrededor para cuidar de la chica, Max quería hacerlo, pero no se lo permití porque es todo menos paciente, de seguro iría a tratar de sacarle alguna respuesta, asustándola y necesitamos saber más antes de abordarla.
-No me agrada lo descuidado que es- dice Max, haciendo eco de mis pensamientos. El tipo ciertamente tiene un aire descuidado, pero lo definiría más como holgazán, haciendo que sus decisiones sean muchas veces influenciadas por eso.
-No creo que hayan problemas si nadie sabe de ella y de lo que pasó ayer, así que no hay razón para que vayan detrás de la chica- digo. Sin embargo las dudas persisten –Mira, démonos prisa, consigamos la información de Adara y mañana regresaremos al amanecer.
-Está bien- dice Max, quedándose callado otra vez o por lo menos un rato antes de que otra pregunta asalte su mente.
Justo cuando el sol empieza a caer, el pueblo aparece a la vista, todavía lejano, pero allí a nuestro alcance. Una emoción juvenil me hace caminar más rápido, aunque llevamos haciéndolo gran parte del día. Max también se apresura, con una sonrisa feliz en la cara.
-¿Crees que Adara estará feliz de vernos?- pregunta entusiasmado. Sólo resoplo en respuesta, porque por supuesto que lo estará. La última vez que vinimos al pueblo fue hace tres meses, cuando tuvimos permiso. Ha pasado mucho tiempo, demasiado para mí.
Al entrar en el pueblo, inmediatamente me sumerjo en mi niñez. Cuando soñaba con ser el mejor Guardián de todos y aprender a luchar como nadie. Creo que en cierto modo lo logre, soy un Guardián y tengo cierto respeto por parte de mis pares.
Veo a niños corriendo por la pequeña calle empedrada, que es la que recorre el pueblo de principio a fin, y gente conversando aquí y allá, dentro y fuera de las pequeñas casas ubicadas a cada lado del camino.
-Así que regresaste, ¿Se puede saber cuánto tiempo te quedarás?- pregunta una voz femenina a mis espaldas, mientras nos adentramos en el pueblo. Me detengo y me pongo rígido, colocando una expresión de indiferencia en mi cara, antes de volverme.
Por supuesto, allí está la persona que imaginé. Hermosa como siempre, su cara blanca y luminosa, con su pelo del color del trigo y su esbelta figura.
-Mónica- digo y muevo la cabeza en un saludo.
-¿Eso es todo lo que tienes que decir?-pregunta, molesta cuando no recibe nada más.
-¿Qué más debería decir?- pregunto, apretando mi mandíbula.
-¿Es qué acaso no piensas saludarme Mónica? También regresé- informa entretenido Max. Mónica simplemente le da una mirada de desprecio, antes de volver a mirarme.
-La última vez te fuiste sin decirme- acusa, con un dedo apuntando en mi dirección, para enfatizar su punto.
Max hace un sonido de diversión a mi lado y le doy un discreto codazo en respuesta. Al maldito siempre le ha divertido lo que él llama el juego del gato y el ratón, donde yo soy el ratón claro.
-No sabía que tenía que avisarte de lo que hago- le respondo con molestia ahora. Hablar con ella siempre es una pérdida de tiempo.
-Claro que debes, seré tu esposa no lo olvides- declara, haciéndome mirar al cielo por paciencia.
-Mira, estoy cansado y quiero llegar a casa, hablaremos de tus delirios en otro momento- le digo y le doy la espalda, despidiéndola. Escucho un sonido molesto desde su dirección y luego golpea mi costado, cuando pasa a toda velocidad a mi lado, después sólo veo el borrón blanco de su vestido. Debo admitir que sabe moverse rápido cuando está molesta.
-Cada vez está más hermosa ¿no crees?- pregunta Max, divertido.
-Lástima que lo arruina abriendo la boca- respondo simplemente.
-Lo que no entiendo es por qué siempre me ignora- pregunta, genuinamente confundido. Y lo entiendo, para todos los efectos somos físicamente similares. Nuestros cuerpos, nuestros rostros, los ojos, si no fuera por detalles aquí o allá, podríamos pasar por gemelos.
-Ya sabes como es. Se empeña en perseguirme desde siempre y hasta decidió unilateralmente que yo sería su esposo, sólo porque soy el único del pueblo quien nunca le ha prestado atención- le respondo, aunque él ya lo sabe. Si hay algo que Mónica odia es que la ignoren.
-Deberías hacerle caso, ya sabes, pasarlo bien. No tienes que comprometerte si no quieres- dice a la ligera. Él de seguro lo hace así de vez en cuando.
-No tengo tiempo para ello y si lo tuviera, la última persona en la que pensaría sería Mónica- le respondo. Un recuerdo de los asustados ojos de la chica de las visiones destella en mi mente, pero la envío lejos rápidamente.
-Debes relajarte un poco hermano- dice, palmeando mi hombro, justo cuando nos detenemos en la pequeña casa donde ambos fuimos criados por mi abuela.
Nos adentramos en el patio lleno de flores de todos los colores, con la conversación ya olvidada. Hogar. Max suspira a mi lado, seguramente pensando en lo mismo. Nuestra infancia no fue fácil, nunca lo son por aquí, pero nuestra abuela se encargó de que fuéramos queridos.
Dejo a Max abrir la puerta y le sigo más calmadamente.
-¡Estamos en casa!-grita, nada más entrar. Un grito y un sonido fuerte se escuchan desde la cocina y luego pasos veloces en nuestra dirección.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 111 Episodes
Comments
Ceci
Esa Tal Mónica seguramente sera la rival en amores entre los protagonistas de esta muy linda historia! 😘😘
2024-08-28
2
Catherine Millan
me gusta
2022-09-01
1
Catherine Millan
pues sigo sin enteder nada aver q sigue
2022-09-01
1