-Mis niños- dice la abuela, con una enorme sonrisa en el rostro, idéntica a la de Max. Y luego viene en nuestra búsqueda, abrazando a ambos al mismo tiempo.
-Adara por favor, vas a romperme algo- dice Max, llamándola por su nombre, nunca permitió que la llamáramos abuela.
-Nos alegramos de verte también- le digo, pasando un brazo por su espalda con cariño.
-No sabía que vendrían- dice soltándonos y moviéndose de vuelta a la cocina, con su moño moteado con canas golpeando a cada paso, –dijeron que su próximo permiso sería hasta dentro de dos meses- comenta mientras busca y saca cosas de la despensa.
-Y lo será- le respondo, apoyándome contra el marco de la puerta, mientras Max se sienta en uno de los muebles.
-Se supone que deberíamos estar cazando- dice Max.
-¿A qué te refieres con que se supone?- pregunta Adara, sin perder el ritmo con que ahora corta unas verduras.
-Eso mismo. Nadie sabe que estamos aquí o al menos nadie fuera del pueblo- le respondo. No es que importe, el pueblo está lo suficientemente alejado como para que nuestra visita llegue a oídos de nuestros superiores. La mayoría de ellos ni siquiera saben dónde queda este lugar, mucho menos mantenerse al día con quién entra o sale.
-¿Y qué les hizo venir entonces? Sé que debieron tener una buena razón- dice ella. Nunca dudando de nosotros.
Le lanzo un vistazo a Max y él me devuelve la mirada.
-Así que... conocimos una chica…- empieza Max, rompiendo el contacto visual.
-¿Una chica? ¿En serio?- pregunta sorprendida, Adara. -¿Y cuál de los dos es él que está interesado en ella?- pregunta entonces, malinterpretando completamente la situación.
-Diría que ambos, pero Rod me golpearía, así que con todo el dolor de mi alma, les dejaré el camino libre- responde Max, dramáticamente. Y me pregunto a qué está jugando, no estoy interesado en la chica, por supuesto que no.
-No es así Adara. Está bromeando como siempre- le digo.
-¿Lo estoy?- pregunta con una mirada cómplice en mi dirección y recuerdo su comentario de más temprano, donde alegaba conocerme completamente. Incómodo de pronto, desvío mi mirada hacia la olla que la abuela empieza a llenar con agua, concentrando toda mi atención allí.
-Sí,- le respondo –ahora cuéntale lo que sucedió o lo haré yo.
-Como quieras, pero vi algo allí- insiste, sonriendo burlonamente.
Adara me mira de manera ilusionada y un poco triste también, porque como yo, ella sabe que por estas tierras el dolor siempre sigue al amor.
-Nunca me gustó Mónica de todos modos, muy engreída- comenta como si nada la abuela.
-¡Adara! No lo escuches- le reclamo, molesto con los dos. Ambos se ríen a mi costa y chocan los cinco. –A veces son tan infantiles- comento, sin embargo no puedo detener una pequeña sonrisa.
Luego de eso, para variar Max en realidad le contó todo a Adara, cada detalle, complementados en ocasiones con alguno que otro comentario mío.
-Y Rod no quiere decirme lo que en realidad vio en su visión- dice Max, con una mirada malvada, acusándome totalmente con la abuela. Le lanzo en respuesta, una mirada que promete venganza más tarde.
-¿Qué viste Rod?- pregunta la abuela y me remuevo incómodo. Luego voy por el servicio para colocar la mesa, sólo para tener algo que hacer. Tratando a toda costa de no revivir las imágenes que la visión me mostró.
-No quiero hablar de ello. Era algo imposible de todos modos- respondo lo más honesto que puedo. El silencio es la única respuesta a mi declaración y cuando levanto la mirada, ambos me miran con preocupación.
-Bueno, si no quieres hablar de eso está bien- dice ella, dejándome tranquilo. –Tengo que pensar en esto un poco. Hay algunas viejas historias...- murmura, mientras prueba la sopa desde donde empiezan a emanar agradables olores. -vayan a bañarse y para cuando terminen pueden comer y hablaremos.
Luego de bromear con nuestro olor un momento, salimos de la cocina, pasamos la habitación de Adara y entramos en cada una de las dos puertas que quedan. La casa no cuenta con más que tres habitaciones y las nuestras eran las que pertenecían a nuestros padres.
Después de conseguir algo de ropa, tomamos turnos para bañarnos, debajo de una improvisada cañería con hoyos, de la que fluye agua fría y que sirve como sistema de ducha.
Voy en primer lugar porque Max es conocido por tomarse su tiempo, ¿Qué hace tanto allí? Es algo que simplemente prefiero no saber.
Así que entro al pequeño cuarto de baño, me desnudo y doy el agua. El primer chorro es un choque por lo frío, pero me adapto tras unos segundos y luego es simplemente refrescante. Cierro los ojos y dejo que el agua lave toda la suciedad y el cansancio del viaje, preparándome para lo que la abuela tenga para decirnos.
Si soy honesto, estoy algo asustado de lo que ella dirá, porque si esas visiones son ciertas entonces… entonces yo… No sé lo que haré. Es imposible, pero si fueran realidad, cambiaría lo que creí cierto desde hace quince años, cambiaría todo.
Escondido en el baño no encontrarás ninguna respuesta, no seas cobarde. Me reprendo.
Corto el agua y decido ir de frente, no hay sentido en aplazar lo inevitable, sobre todo porque esta es la única razón por la que dejamos el trabajo sin permiso.
Me alisto y toco la puerta de Max en mi camino a la cocina, para que sepa que es su turno.
-No te tomes toda la noche- le grito de paso.
Luego voy hacia la mesa donde Adara está sentada, acerco una silla y me siento a su lado. Nos quedamos en silencio un momento, ambos perdidos en nuestros pensamientos. Yo de seguro lo estoy, repasando en mi mente todo lo que sucedió ayer con la chica.
-¿Estás seguro de todo lo que me contaron?- pregunta la abuela, rompiendo el silencio.
-No hubiéramos venido de lo contrario- le respondo innecesariamente. Ella sabe lo serio que soy con mi trabajo y que desde que empecé a cazar a los diecisiete, esta es la primera vez que desobedezco y dejo abandonada mi asignación.
-Sí, ni siquiera debería haber preguntado- corrobora. –Bueno, sirvamos la comida mientras Max sale y si no lo hace pronto, iré por él- dice, levantándose amenazante. Me levanto también y la ayudo. Afortunadamente para Max, llegó antes de que Adara perdiera la paciencia.
Ambos devoramos la comida como cuando vivíamos aquí. La abuela seguía en su primer plato cuando nosotros terminamos el segundo. Todo el tiempo comiendo en silencio o poniéndonos al día con lo ocurrido en el pueblo en nuestra ausencia, los problemas y conversaciones serias, siempre fueron dejadas por regla para después de terminar de comer.
Así que esperamos a que ella termine su comida, ahora contándole sobre algunas cosas que pasan en la central y fuera, en el mundo humano.
-Max recoge la mesa por favor- ordena, cuando termina. Él lo hace y luego vuelve a su asiento, ansioso por escuchar lo que ella tiene que decir.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 111 Episodes
Comments