Capítulo 4

Esa noche una vez más me desvelé, pero esta vez por una razón distinta de esperar a mi hermana, quien por una vez llego sobre la medianoche.

Suspiro y me doy la enésima vuelta en la cama. Eran pasadas las tres de la mañana la última vez que revisé y desde eso ya fue un rato. Y es que aunque dije que olvidaría todo lo que sucedió con los chicos, no he logrado quitarlo de mis pensamientos.

Intento y vuelvo a intentar encontrar una explicación razonable, pero simplemente no lo consigo. Y dado lo anterior, me he visto en la necesidad crear algunas locas hipótesis, la primera y por lejos mi menos favorita, va en la línea de simplemente cuestionar mi pobre salud mental, lo que significaría que tengo que buscar ayuda antes de que se salga de mis manos. Sería penoso ir por ahí gritando por un inexistente hijo perdido o algo tan trágico como eso.

Mi segunda opción, por supuesto, sigue siendo la de un accidente y mi posterior coma, aunque aún no estoy segura si es mejor que la primera opción. La tercera y muy seguida de las dos primeras, es que de alguna manera, una manera que no he descubierto, terminé hasta arriba de algún tipo de sustancia ¿drogas?, como sea. La última y la más alocada, es que en realidad sucedió todo lo que creo que aconteció y que hay más cosas en este mundo de las que tengo conciencia. Y diablos si no estoy asustada de cada una de ellas.

Como si poner en tela de juicio mi cordura no fuera suficiente, los hermanos, ¿eran tan siquiera hermanos? Ni siquiera lo supe, no los puedo sacar mi mente, sus caras y cuerpos, cada detalle fue grabado con todo y color.

La frustración empieza a afectarme y trato de distraerme con pensamientos de la escuela y de lo pronto que terminará. Sorprendentemente con algo tan aburrido como eso, por fin consigo dormirme.

A la mañana siguiente me levanto temprano como cada sábado y aunque ciertamente es lamentable, es algo a lo que terminé acostumbrándome, no tuve opción. Cada fin de semana mis días se traducen en una sola cosa, trabajar y aunque no gano demasiado, alcanza para pagar los servicios básicos y algo de comer.

Limpio 2 casas el sábado y el domingo cuido a la señora Beatriz, una amorosa abuela de casi ochenta años.

Honestamente disfruto ambos días, nunca trabajé antes de que mis padres se fueran y si bien al principio verme obligada a hacerlo fue un gran choque, hay algo simplemente gratificante en mantenerte a ti misma. Espero poder seguir sintiendo lo mismo cuando tenga que hacerlo a tiempo completo, luego de terminar la escuela.

El día transcurre sin incidentes y lejos de cosas extrañas, sólo barrer, trapear, limpiar y repetir. Nada raro y mientras que las horas pasan, lo de ayer no parece más que un sueño lejano.

Al final del día y con mis pagos en la cartera, vuelvo feliz a casa. Tengo lo suficiente como para pagar la luz de este mes. Pero mi buen humor dura exactamente cinco minutos, debido a las vueltas que mi hermana no deja de dar.

-¿Te puedes quedar quieta de una vez?- le pido, perdiendo la paciencia.

-No puedo, ayer peleamos con Joaquín y ahora no me quiere contestar los mensajes, ni las llamadas- me cuenta, mientras forma un pequeño puchero, que la hace ver más joven de lo que en realidad es.

-Entonces déjalo tranquilo, ya contestará cuando tenga ganas y si tienes suerte no lo hará- le digo, recuperando mi buen humor. Eliminar a Joaquín de nuestras vidas es algo que llevo deseando desde que Eli lo conoció.

-Ya te gustaría- dice, enviándome una mirada de muerte. Sólo me encojo de hombros y sigo haciendo la cena, no hay caso en negarlo. Nuestra repulsión mutua no es ningún secreto.

El resto de la tarde pasa tal cual como el día, aburrido. Me ocupo enteramente a descansar y a ver películas. Extrañamente una vez que empiezo a ver alguna, no puedo detenerme, es como una compulsión y soy demasiado débil como para pararlo.

Así que cuando Eli se despidió de mí en la noche, no le presté demasiada atención. Sólo moví mi mano en despedida, cuando dijo que volvería temprano.

Le creí por supuesto, puede que mi hermana mayor sea una irresponsable, perdiera su trabajo por andar con Joaquín y se lo pase en fiestas cada noche, pero ella nunca mintió sobre llegar tarde o temprano. Creo que sabe que no logro dormir hasta que no regresa a casa y que estoy todo el tiempo preocupada, por eso tiene la consideración de decirme si volverá tarde, para que no me inquiete más de la cuenta.

Excepto… esa noche fue diferente. No logre dormir, porque por primera vez simplemente no regresó.

Me dije que ella estaba bien, que sólo se le había pasado la hora. Que quizá estaba bebida y que no recordó como regresar, que su teléfono suena apagado porque su batería murió, pero aún después de todas esas excusas y muchas más que me inventé, no pude sacudirme el sentimiento de temor.

Logré detenerme de correr a buscarla hasta las siete de la mañana y cuando el reloj dio la hora exacta, salté de mi cama, tomé mi celular, algo de dinero, mi chaqueta y salí con un objetivo claro.

El autobús me dejó a una cuadra de mi destino y corrí el resto del camino, logrando liberar algo de tensión de mis músculos.

Cuando llegué a la puerta de una pequeña y destartalada casa color blanco, toqué firmemente. No obtuve respuesta, así que volví a tocar incansablemente.

No me voy de aquí hasta estar segura de que no hay nadie.

Un movimiento en la cortina llama mi atención y unos segundos después escucho la puerta siendo abierta.

-¿Se puede saber que haces golpeando de esa manera?- me pregunta con una obvia molestia.

-Quiero saber dónde está Elizabeth- le respondo.

-¿Y por qué debería saber dónde está?- murmura, bostezando. Lo miro y decido que definitivamente es lento, así que trato de hablar más despacio.

-¿Por qué eres su novio?- le pregunto con sarcasmo.

-Mira, no sé lo que te dijo, pero terminamos ayer, así que si no te importa quiero volver a dormir- responde y empieza a cerrar la puerta.

El pánico me hace moverme más rápido de lo que creí posible y alcanzo a poner mi pie, antes de que la puerta se cierre en mi cara. Él me mira con molestia, pero estoy empezando a asustarme en serio. Porque si no está con Joaquín ¿Dónde está?

-¿Sabes dónde puede estar? ¿Dónde van regularmente?- pregunto en un apuro.

-No sé donde puede estar y la verdad no me importa demasiado, la perra no es más que una calienta pelotas- dice, como si nada. Pero la molestia se deja ver por debajo de su tono, aparentemente indiferente. Unos segundos después cambia de actitud radicalmente –Ahora tú deberías olvidarte de ella por un rato. Siempre he pensado que eres linda, no tanto como tu hermana, pero casi- dice, dándome una mirada de pies a cabeza, que me deja un mal sabor de boca, -¿Quieres entrar un rato?- me propone, como si su horrible cumplido pudiera hacer el trabajo.

-¿Me dirás donde van regularmente?- pregunto nuevamente, tratando de mantener la calma de alguna manera.

-No sé- responde, encogiéndose de hombros –vamos a bares por ahí. El que encontremos abierto y tenga buen ambiente. Fiestas también, si alguien que conoce a alguien está teniendo una.

Mis esperanzas se desinflan después de escuchar eso. De ninguna manera voy a poder encontrarla, si tengo que buscar por cada bar de la ciudad.

-¿Me ayudarías a buscarla?- pregunto reacia, al menos tengo que intentarlo, con él puede que tenga una mejor oportunidad. Sin embargo, sólo bosteza nuevamente y luego dice que lo siente, que ya no le interesa y que si no quiero entrar, entonces deje de molestarlo.

¿Cómo puede no interesarle la persona que hasta ayer era su novia?

Deprimida, dejo ir la puerta y me voy del lugar de Joaquín, deseando no tener que volver.

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