No sé cuánto tiempo estoy inconsciente, pero no debe haber sido mucho, porque cuando mi visión deja de oscilar y apoyo mis codos en el suelo, impulsando mi cabeza hacia arriba lentamente, tosiendo y sintiendo como si hubiera sido apaleada, que en cierto modo es verdad, reconozco mi calle. Más que eso, frente mio está todavía ese ser, lo extraño de todo es que no está solo. Los dos chicos que conocí hace unos días están rodeándolo, cada uno en un extremo y moviéndose. Todos se mantienen alertas, como si esperaran que el otro diera el primer movimiento. Vuelvo a parpadear, pero ellos inexplicablemente siguen allí.
-¿Crees que estoy asustado de ti Guardián?- pregunta el ser de ojos rojos.
-Yo digo que si no lo estas, eres el demonio más idiota con el que me he cruzado- responde Rod, impasible. Un escalofrío baja por mi espalda y la piel de gallina cubre mis brazos una vez más, al escuchar la palabra demonio. ¿Será que utiliza esa palabra por decir algo o es en verdad un demonio real? Aunque si lo pienso no sé porque me extraña, algo que tenga esos ojos sin duda no es normal.
Un demonio… un nuevo escalofrío recorre mi cuerpo, dejándome temblorosa, haciendo retroceder el dolor en mi cabeza y la quemazón en mis manos y garganta sólo un poco.
-No pensaras lo mismo cuando acabe con tu compañero dolorosamente lento, mientras tu observas y cuando termine con él será tú turno- promete el demonio, haciendo un amague de movimiento y volviendo a su anterior posición de inmediato, como probándolos.
-Bla, bla- dice Max, burlonamente,- como si no hubiéramos escuchado eso antes, muchas veces de hecho.
En el segundo en que termina de hablar y en el que decido que estoy lo suficientemente consiente para intentar levantarme, todos se ponen en movimiento, tan rápido que siento como si me hubiera perdido alguna clase de señal.
Espadas aparecen de la nada en las manos de los hermanos, dos curvadas en las de Rod y una recta más larga en la de Max, todas con algún tipo de escritura en ellas, similar a la que vi antes en las visiones. Los dos chicos cargan hacia adelante al mismo tiempo, pero no son lo sufrientemente rápidos como para alcanzarlo. El demonio se agacha y los esquiva, luego a una velocidad tal que si hubiera parpadeado me lo hubiera perdido, lanza una mano contra Max sin siquiera llegar a tocarlo, pero ocasionando que él se tambalee hacia atrás y se doble por la cintura gruñendo de dolor. Hago una mueca de simpatía porque sé lo que se siente ser golpeada por él, pregúntenle a mi mejilla y espalda que están adormecidas.
Un siseo me hace mirar nuevamente al demonio y me doy cuenta que mientras estuve distraída y probablemente no fui la única, Rod aprovecho el momento para cortar al demonio en uno de sus brazos. Veo con la luz que proyecta el auto, como empieza a emanar sangre desde el lugar donde se sostiene con su otro brazo.
-Te mataré- silba entre dientes el demonio. Y luego hace el mismo movimiento con su brazo derecho, el que no está herido, que hizo en contra de Max. Ahora que estoy prestando mucha atención, veo que tuve razón antes y en realidad no tiene necesidad de tocar a su oponente. Es como si una ráfaga de viento o fuerza invisible dejara su brazo al hacer un movimiento. Sostengo el aliento asustada por Rod, pero esquiva el primer golpe y el segundo que llega en una rápida sucesión, el tercero choca contra una de sus espadas y lo hace retroceder un paso hacia atrás, impidiéndole reaccionar a tiempo para esquivar los siguientes dos choques, ambos dan contra su cuerpo. El poder de los garrotazos y el dolor que estoy segura está sintiendo, ocasionan que caiga sobre una de sus rodillas y apoye sus espadas contra el suelo como muletas, para no caer sobre su cara.
-Llego tu hora Guardián- dice el demonio, parándose sobre él y dejando filtrar el placer en su voz. Levanta el brazo sano en dirección del cuello de Rod. Dejo salir un grito estrangulado, mientras veo toda la escena desarrollarse frente a mí.
¡No!
Grito en mi mente, angustiada. No puede ser que todo termine de esta manera, no sin antes poder tan siquiera tener la oportunidad de conocerlo. De ver esos ojos del color de un día nublado una vez más.
-Ya quisieras- dice Rod mirándolo y hablando con una seguridad sorprendente. Tanto que me confunde y creo que al demonio también. ¿Cómo puede alguien que está a punto de morir tener esa seguridad?
Pero con esas palabras el brazo del demonio vacila un segundo y es el tiempo suficiente para que un borrón se materialice a su espalda y en un movimiento, corte su cuello en lugar del de Rod. Veo con horrorizada fascinación como la cabeza deja por completo su cuerpo, cae golpeando el piso y rueda lejos.
Mis ojos se quedan pegados en la cabeza sin poder apartarlos, hipnotizada y empiezo a sentir como mi respiración se dificulta cada vez más por la sorpresa. Un rostro humano.
Esa cosa, ese demonio tiene un rostro humano.
Peor que ese impacto y más aterrorizante es su expresión sorprendida y como sus ojos cambian ante mí de un rojo intenso a un cálido marrón. Pasan un par de segundos donde trato de darle sentido a lo que veo y luego una luz brillante envuelve la cabeza y el cuerpo del demonio, haciéndome entrecerrar los ojos, un momento después ambas partes desaparecen sin dejar rastro, como si nunca hubieran existido.
Paseo mi mirada de un lado y hacia el otro, asustada más allá de las palabras. Creo que el que desapareciera fue lo que en realidad rebasó el vaso, porque no puedo dejar de buscar el cuerpo, la cabeza, algo. Las cosas simplemente no desaparecen, no lo hacen. Una voz lejana en mi cabeza me dice que en realidad toda la situación fue irreal, pero la ignoro y sigo paseando mi mirada por todos lados. Lo único que encuentro son manchas oscuras sobre la calle, lo que asumo es sangre y un par de chicos mirándome.
-¿Crees que tiene algún tipo de crisis?- pregunta Max, mirándome con curiosidad, como si nunca hubiera visto tal cosa.
-Yo diría que sí- responde Rod, también mirando en mi dirección, pero con una expresión un tanto molesta.
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Comments
Liliana Filipuzzi
buenísimo!
2024-04-26
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