Cuando está cerca de nosotros, vemos aparecer a una chica a quien nunca antes vi. De unos quince años, con el pelo en un moño, pantalones parchados en un par de lugares y un suéter dos tallas más grande. Lo que más me sorprende, sin embargo, es la gran mochila que lleva colgada a su espalda.
-Tienen que llevarme con ustedes- dice, deteniéndose y respirando agitadamente, sorprendiéndome aún más. –Necesito convertirme en un Guardián.
Parpadeo un par de veces, pero no desaparece. Creo que lo único que hago estos días es estar constantemente aturdido.
¿Qué paso con los días en que iba y cazaba día tras día hasta que había cambio de guardia y tenía mis descansos? Se siente como si fue hace mucho tiempo.
-Mira, no sé de donde saliste, pero a las mujeres se les prohibió entrenar y ser Guardianes hace quince años- dice Max. Y es verdad, luego de la invasión el líder cambió las leyes, prohibiendo que las mujeres se involucraran en todo lo relacionado con los Guardianes. No es que esté de acuerdo o no con esa ley, sólo sé que existe y hay graves consecuencias en ignorarla. Aunque aún no he escuchado de alguien que lo haya hecho, todos saben lo que pasaría. Así que el que aparezca esta chica exigiendo que la llevemos, más aún, de que necesita ser un Guardián, es algo completamente fuera de lo común.
-Ya lo sé. Todo el mundo lo sabe- le responde a Max, con una expresión que estoy seguro quiere decir que piensa que es idiota. Max también se da cuenta y abre la boca para responderle, pero antes de que esto se salga de las manos, me adelanto.
-Soy Rod y este es Max, no te habíamos visto antes en el pueblo- digo, tratando de mantener las cosas calmadas. Max es muy relajado por lo general, pero tampoco dejará que lo tomen por idiota.
-Me llamo Astrid y no me conocen porque soy de Magla, el pueblo de la niebla. Llegue aquí de camino a la central, pero no se puede cruzar ese maldito lugar-dice molesta.
-¿Maldito lugar?- pregunta Max, dándome una mirada confusa.
-Sí. Ya saben, ese maldito bosque- dice reacia.
-¡Ah!- exclamamos al mismo tiempo.
-Sí. He intentado pasar, pero ellos siempre están vigilantes y he tenido suerte en escapar un par de veces- dice, acomodando su mochila.
-Así que quieres cruzar con nosotros- concluyo, entendiendo.
-Los dejaré tranquilos una vez que lleguemos a la central- dice, -por favor.
Le doy una mirada a Max, quien estudia a la chica ¿Astrid? como si fuera un espécimen raro.
-¿Por qué?- pregunta.
-¿Por qué?-repite Astrid confundida, yo también lo estoy.
-¿Por qué quieres ser un Guardián?- elabora. Buena pregunta, la vida de Guardián es una vida dura después de todo e iría en contra de la ley. Me sorprende incluso que nos haya dicho sus planes.
Ella se queda en silencio un momento y luego responde. –Mis padres, ambos eran Guardianes. Ellos murieron durante la invasión- nos cuenta y me entristece, tantas vidas perdidas en ese momento. –No puedo simplemente vivir como si nada, no puedo quedarme de brazos cruzados- Se calla entonces.
Eso me hace reflexionar por primera vez, en lo difícil que es para las mujeres que quieren moverse, que quieren ser parte de la lucha y no pueden porque les quitaron esa opción. Comprendo las razones del líder para prohibirlo, pero quizá deberíamos dejar que sean ellas las que decidan lo que quieren hacer con sus vidas, son suyas después de todo ¿no? Me guardo estos pensamientos para más tarde y me recuerdo lo peligroso que pueden ser si alguien los escucha.
Así que con todo eso en mente, le hago una señal a Max y él retrocede unos metros obedientemente.
-Tenemos que hablar sobre esto- me dirijo a Astrid, -no estaba en nuestros planes y comprenderás en la situación complicada en que nos colocas.
Ella asiente, entendiendo. Quizá hasta intentó convencer a otros antes, pero aceptar y ayudarla a llegar a la central, para algunos podría significar que estamos promoviendo la ruptura de las reglas.
Voy donde me espera Max y le pregunto qué piensa.
-Tiene carácter de eso no cabe duda- dice, -en cuanto a llevarla, no veo porque no podemos hacerlo. No logrará ser un Guardián de todos modos, no con la ley vigente. No tardará mucho en darse cuenta.
-Pero no podemos ir a la central con ella- digo. Él se encoje de hombros, despreocupado.
-Mira, no diré que ella es la persona más agradable del mundo, pero tampoco creo que debería ir intentando entrar en el bosque sola, la matarían eventualmente o algo peor y no quiero eso. Creo que estará bien si la llevamos con nosotros hasta que tengamos que separarnos, sabes que el resto del camino hasta la central no es tan peligroso.
-Lo sé- lo pienso sólo un momento- está decidido entonces. De cualquier modo ya estamos rompiendo las reglas dejando el trabajo, trayendo a alguien de contrabando del mundo humano, ocultando información y quién sabe qué más- digo, irónicamente. Todos esos años de rectitud jodidos en un par de días –llevar una chica a la central es insignificante en comparación.
-Tranquilo primo. Al menos tenemos algo de emoción por aquí- sonríe, palmeando mi hombro.
Ruedo los ojos y hago una señal hacia Astrid, quien mueve nerviosamente los pies, para que se acerque. Lo hace inmediatamente y en unos segundos está a nuestro lado.
-Te podemos llevar, pero sólo parte del camino- le digo, -nuestro destino no es la central, así que tendríamos que separarnos eventualmente- le explico, reacio a dejarla ir el resto del camino sola, pero no podemos desaparecer del trabajo por más tiempo.
-No importa, con eso está bien- dice y entonces salta dando un abrazo rápido a cada uno, asustándonos. –Gracias. Les prometo no ser una molestia.
-Bien, bien. Vámonos, ya se hace tarde- dice Max, dando la vuelta y empezando a caminar. Rápidamente lo alcanzamos y nos ponemos al día. De regreso al mundo humano, de regreso a la chica de las visiones.
De camino conocemos un poco más a Astrid, nos cuenta que se crió con algunos tíos, pero que en cuanto pudo viajar lo hizo. Pasó por varias ciudades antes de llegar a la nuestra y por no poder cruzar el bosque, se tuvo que quedar alrededor de un mes, haciendo trabajos aquí y allá para sobrevivir.
-Escuché a unas chicas hablando de ustedes, en la casa donde estaba trabajando y pensé que era mi mejor oportunidad. Nadie del pueblo se arriesgaría o se tomaría el trabajo de cruzar por mí, pero ustedes ya tenían que hacerlo, así que decidí que probaría mi suerte- nos cuenta, encogiéndose de hombros.
-Lo que no entiendo es cómo conseguirás que alguien te entrene, mucho menos cómo engañarás a la academia- dice Max, pensativamente. La academia es una especie de escuela donde nos preparan para luchar durante un año, desde los dieciséis hasta los diecisiete, luego hasta los dieciocho haces práctica con alguien más experimentado, en las que Max está actualmente. Tuve que mover un poco de hilos para que nos asignaran juntos. En cuanto a por qué sólo se asiste a la academia durante tan poco tiempo, no estoy seguro en realidad, antes se asistía durante años según dice la gente, seis años para ser exactos. Pero luego de la invasión, el líder declaró que los jóvenes necesitaban más tiempo para socializar y vivir, antes de dedicar su vida a ser Guardianes. Lo que tiene sentido, pero ¿menos preparación no significa más muertes? Es difícil de decir sin tener acceso a más información.
Muchas de las decisiones del líder son cuestionables, pero no hay nadie que tenga el poder para cambiarlas. No en nuestra sociedad, donde el líder es escogido por un consejo y es para toda la vida. Ya sea que este resulte ser bueno o malo, estará allí hasta que muera o decida dimitir, cosa que nunca ha sucedido.
-Todavía no lo resuelvo, pero estoy dispuesta a intentarlo una y otra vez hasta que lo logre- responde Astrid, decidida.
-Deberías tener cuidado en quien vas a confiar tus planes, nosotros no te delataremos, pero no puedo decir lo mismo de otros- le aconseja Max, -Quizá te podría enseñar algún movimiento cuando volvamos a la central, aunque no estoy seguro cuando será- dice luego, olvidando por completo su molestia anterior, típico. Le lanzo una mirada de reprimenda, pero me ignora.
-¿En serio harías eso?- pregunta, entusiasmada.
-Sí, sabe Dios en qué tipo de problemas te meterás, es mejor si yo te ayudo- responde. Ella se lo piensa un momento y luego simplemente sonríe. Suspiro, un loco cuidando de otro.
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Comments
Clara Moreno
muy buena hasta el momento me encanta
2021-11-21
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