El Fallo En El Plan

La voz se le había agudizado un poco, parecía que antes fingía tener una voz más áspera. Otra vez su voz me recordaba a alguien, y esta vez era más fácil recordar a quién, pero no estaba seguro de todas maneras.  

—¡¿Qué rayos crees que estás haciendo?! —gruñó el profesor Luís, más confundido que yo.  

—¿Jacobo? ¿Eres Tú? —preguntó Yirley.  

“¿Jacobo?”. Parecía que Yirley había hablado en otro idioma. No podíamos entender por qué había dicho ese nombre.  

—Ya es suficiente, papá —dijo el Chico de Negro.

Víctor Claro llegó a la escena y se detuvo al ver la situación.  

—¿Papá?... —repitió el profesor Luís— Jacobo... ¿eres tú? —más sorprendido que nunca.

El Chico de Negro se sacó el pasamontaña, sin dejar de apuntar al profesor, y tras eso apareció el rostro amargo de Jacobo. Víctor Claro se acercó más a nosotros.  

—Ja... Jacobo... hijo —cayó de rodillas, con las manos apoyadas al suelo y la cabeza gacha.  

—Papá... ¿Por qué haces todo esto? —preguntó Jacobo con total decepción— ¡Dime! —el profesor no decía nada.  

—¿Este es el ejemplo que le quieres dar a tu hijo, Luís? —preguntó Víctor Claro una vez que se acercó a ellos.  

—¡No entiendo! —grité— ¡¿Por qué le dice papá?! ¡Él nunca nos dijo nada! ¡Y usted! ¡¿No se supone que...?!  

—¡Espera, Nicolás! —gritó Harold— Todo fue un plan entre Víctor Claro y... Jacobo —lo dijo como si no supiera que Jacobo formaba parte del plan. 

—¿Plan? —pregunté, confundido— ¿O sea que nunca nos traicionó?  

—Así es, nunca lo hice —aseguró Víctor Claro sonrientemente—, ni Jacky tampoco... ¡Sube, Jacky!

Jacky subió muy nerviosa, mirándonos a todos, y se acercó a Víctor Claro.  

—¿Qué pasó, profesor? —preguntó ella, temerosa— ¿Ya todo terminó?  

—Sí, ya todo terminó. 

Me puse de pie.  

—Pero... ¿Cuándo planearon todo esto? —miré a Pier, Carlos, Harold y Yirley— ¿Por qué nunca me dijeron nada? —pregunté furioso.

Carlos se puso de pie y Yirley hizo lo mismo.  

—Nosotros tampoco sabíamos nada. Cuando tú desapareciste y las luces se apagaron, tuvimos un mal presentimiento —aseguró Carlos—. Recordamos el secuestro de los profesores y creímos que el guardia de seguridad había regresado; pero cuando las luces se volvieron a encender, Víctor Claro y Jacky se acercaron a nosotros y él nos contó toda la verdad —continuó—. Nos dijo que Jacky te había convencido para que subieran hasta acá, que acá te estaría esperando el profesor Luís, al principio no le creímos, pero fue en ese momento que planeamos todo esto. Nosotros subiríamos hasta acá naturalmente, como si no supiéramos lo que estaba pasando. Que ya habría alguien de nuestro lado que también sabía de nuestro plan, pero nunca nos imaginamos que fuera Jacobo —terminó de decir alzando los hombros. 

Me acerqué a Jacobo con las manos aún atadas y le pregunté:  

—Dime... ¿Por qué nunca nos dijiste que él era tu papá? 

Jacobo dejó de apuntar al profesor Luís con el arma y empezó a contar toda la verdad. 

—Fue porque Víctor Claro me pidió que no lo hiciera. Los noticieros dijeron que la policía había detenido a mi papá y que lo habían enviado a prisión cuando raptó a Jacky. Yo no podía creerlo. Mi madre y yo recibimos una llamada de Víctor Claro diciéndonos que era muy amigo de mi papá, que no nos preocupáramos, que él había sido policía y tenía contactos, y me prometió sacarlo de prisión. 

»Me dijo que necesitaba mi ayuda. Me pidió que viniera a estudiar aquí, que él pagaría mi matrícula, y yo acepté. Vine a IPEC y vi a mi tío, Guillermo, en la puerta principal, y me dijo que mi papá y él habían planeado el secuestro de profesores. Me pidió ayuda, me pidió que nos vengáramos de ustedes; yo dije que lo pensaría. Encontré a Víctor Claro y me explicó lo mismo sobre el secuestro de los profesores, fue entonces cuando planeamos todo. Me dijo que él era amigo de mi tío, me dijo que mi tío me iba a pedir que formara parte del secuestro de los profesores, y por último me pidió que me negara, que le dijera a mi tío que sólo podría espiarlos. Después de algunos días, mi tío nos pidió ayuda a mí y a Roger. Yo me negué y le propuse la idea de espiarlos tal y como me lo había pedido Víctor Claro; él aceptó. 

»Víctor Claro me contó que él sabía con detalles todo sobre el secuestro de los profesores, que él sabía que había unas llaves que eran de la habitación secreta donde estaban los profesores raptados, que era con un líquido con que los dormían. Me pidió que les contara todo esto pero sin dar muchos detalles, sin contarles toda la verdad. Fue entonces cuando los vi en el paradero y gracias a Dios pude convencerlos. Fue por eso que Víctor Claro lo sabía todo, de pies a cabeza. Y no piensen que teníamos desamparados a los profesores raptados. Víctor Claro y yo los alimentábamos con hamburguesas, chocolate y bebidas. Pero ahí no queda todo, ese plan sirvió para arruinarle los planes a mi tío. 

»Luego teníamos que planear cómo ayudar a mi papá. Víctor Claro volvió a pagar mi matrícula del siguiente mes. Me pidió que me hiciera pasar por uno de ellos —señaló a los dos Chicos de Negro—, que él sacaría a mi papá de la cárcel y lo traería acá para llevar a cabo el plan que teníamos en mente. No queríamos que nadie más se enterara, fue por eso que escribimos esa mentira sobre ustedes en el periódico mural, para que nadie les creyera en caso de que ustedes pidieran ayuda...  

—¡Vaya! Ya me parecía raro que tú estés estudiando acá. A ti no te gusta el inglés —dijo Yirley sonrientemente.  

Jacobo se rio rascándose la cabeza y sacando la lengua.

—Bueno, esa es toda la verdad —continuó—. Víctor Claro nunca los utilizó para detener a mi tío por beneficio propio y luego unirse a mi papá, como tú creíste, Nicolás.  

—Bueno, su plan funcionó al cien por ciento que todas mis sospechas tenían sentido —dije finalmente.  

—Bueno, este no era precisamente el plan que teníamos en mente —dijo Víctor Claro sonrientemente.  

—Eso es cierto —aseveró Jacobo.  

—Pero si lo hicieron bien —comenté.  

—Es que no contamos con que la serpiente mordería a Carlos, por eso le disparé y todo el plan cambió —continuó Jacobo—. Además, mi papá le había pedido a uno de ellos —otra vez señaló a los Chicos de Negro— que vigilara a Víctor Claro por si algo tramaba. Eso también cambió los planes. Tenía que avisarle a Víctor.  

—Ya veo. Fue por eso el disparo —dijo Víctor Claro mirando lo que quedaba de la serpiente. 

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