Día Del Ensayo

Aquel era el día del ensayo de la graduación. Teníamos que simular que ya nos estábamos graduando. Se decía que teníamos que cantar (digamos que nunca he intentado hacerlo), tomarnos fotos y algo más. El ensayo estaba a punto de empezar, y como siempre, yo estaba a punto de llegar tarde. Me aproximé a la puerta principal del instituto, el guardia de seguridad (obviamente era otro guardia de segurida) me vio y sonrió de oreja a oreja. Saqué una hoja de papel donde indicaba que yo participaba en la graduación y se la mostré. El guardia, sin dejar de sonreír, asintió con la cabeza y me indicó que pasara.

Pasé, buscando con la mirada a mis amigos, y vi a dos de ellos cerca de un grupo de cinco chicas que estaban a escasos metros del ascensor: eran Carlos y Yirley. Me estaba acercando a ellos cuando escuché a una de las chicas de ese grupo decir: “Mira, ahí viene”, y no dejaban de mirarme. 

Aquellas chicas eran realmente muy bonitas. La mayor parte de ellas tenía el cabello rubio, la piel tan blanca como la nieve y ojos tan azules como el mar. Una de ellas se acercó a nosotros y nos dijo:

—¡Holaaa!… Oigan, disculpen el atrevimiento, ¿no? Lo que pasa es que somos nuevas en esta sede y pues, estuvimos leyendo lo que dice allá sobre ustedes en el periódico mural —esbozó una risa—. No es que quiera reírme, ¿no? Pero… ¿Es cierto eso? —preguntó aguantándose la risa.

—Sí, es cierto —respondí.

—¡WOW! ¡QUÉ… ROMANTICO fue lo que hiciste la primera vez! ¿Sabes? —dijo muy emocionada.

—Bueno… yo solo no hubiera podido —dije avergonzado.

Carlos me hizo señas con los ojos, trataba de decirme que diera la vuelta. No dudé en hacerle caso y ahí estaba ella, entrando por la puerta principal con su mochila sobre los hombros y dirigiéndose hacia nosotros: era Jacky, tan bonita como siempre. En repetidas ocasiones ella me había comentado que, a pesar de no haber asistido al resto de las clases del ciclo pasado, el director le había permitido graduarse («Ella es la que tú rescataste, ¿verdad?» preguntó la chica «¡Chicas, miren! ¡Ella es!» les dijo a sus amigas mientras se abrían paso hacia el ascensor). 

Jacky se acercó a nosotros y no dudó en hacernos notar la sorpresa que se llevó al enterarse que habíamos tenido un pequeño encuentro con el guardia de seguridad. A su lado yo parecía un zombie: completamente ido, con la mirada fija en ella, perplejo y perdido en sus palabras. Pero salí de mi ensimismamiento cuando ella se despidió de mí con un beso en la mejilla.

Entramos a la galería. Ese era el lugar donde se llevaría a cabo el ensayo y la graduación en sí. La galería había cambiado un poco. Era más pequeña que antes. La entrada al pasadizo que conducía a la habitación secreta donde habían encerrado a los profesores raptados estaba clausurada. Había unas escaleras al lado izquierdo y habían puesto varias sillas por todas partes; sillas a la derecha para los padres de familia, sillas en el medio para los graduados y sillas y mesas al frente para el director y los subdirectores.

Una señorita encargada de llamar a los graduados para que reciban sus certificados y medallas, nos dio un papel que contenía el himno nacional de los Estados Unidos y un número correspondiente a cada uno. A mí me tocó el 31.

—¡Muy bien! El número que está en el papel que tiene cada uno de ustedes, es el mismo número que representa la silla donde se sentarán mañana en el día de la graduación, y hoy para ensayar. Por favor busquen sus asientos —nos dijo la señorita.

Carlos se sentó a unas tres sillas a mi derecha; Pier, quien llegó en ese momento, se sentó detrás de mí, Yirley y Harold se sentaron a unos metros de donde yo estaba, y Jacky con su amiga a unas cinco sillas a mi izquierda.

Cantamos el himno nacional de los Estados Unidos (nos tomó varios minutos hacerlo bien). La señorita nos explicó cómo debíamos hacer para pasar frente a las cámaras fotográficas y sentarnos en nuestros asientos. Subimos las escaleras y formamos en fila, practicamos y practicamos varias veces (así pasaron dos horas). La señorita nos pidió que nos pusiéramos las túnicas y las gorras y que fuéramos a la parte trasera del instituto para tomarnos la foto que llevaría el anuario de la graduación. Después de varios minutos nos dirigimos a la salida trasera; ahí ya estaba el fotógrafo esperándonos.

—¡A ver! ¡Párense ahí, por favor!¡En las escaleras! —decía el fotógrafo— ¡Las mujeres abajo y los hombres arriba! ¡No se peguen mucho! ¡Tú, más a la derecha! ¡Señorita, arréglese un poco la gorra, por favor! ¡Caballero, la corbata, por favor!

—¡Por fin graduados! —dijo emocionado Harold—. ¡Ya quiero empezar a dar clases!

—¡Muy bien, sonrían! —gritó el fotógrafo.

El fotógrafo tomó tres fotos. Inmediatamente después, todos se movieron en tropel y regresaron a la galería para dejar sus túnicas y gorras; pero nosotros fuimos los únicos que permanecimos ahí después de que el fotógrafo nos pidiera que nos detuviéramos.

—¡Muchachos, esperen, por favor!... Sí, ustedes —afirmó después de que Pier le preguntara si se refería a nosotros—. Quisiera tomarles una fotografía a los alumnos que salvaron a su instituto. Es para un reporte. Me lo pidió el director.

Nos miramos las caras, el fotógrafo nos tomó desprevenidos. 

—Sólo una pequeña foto, nada más.

Pusimos nuestras mejores caras y el flash que salió de la cámara nos indicó que la foto había sido tomada.

—¿Un reporte? —dijo Pier mientras nos dirigíamos a la galería—. Ya sólo falta que nos entrevisten.

El timbre sonó y todos los alumnos salieron de sus aulas. Como era costumbre, algunos se ponían a hablar de nosotros y otros se quedaban mirándonos. Vi a Jacky conversando alegremente con una de sus amigas y me crucé con su mirada. Me saludó con su mano mientras me sonreía, le devolví el saludo y la sonrisa.

—Ya está empezando a sentir cariño por ti —dijo Pier— ¡Bien hecho, galán!

—Te arriesgaste a ti mismo por ir a salvarla. Sí, debo admitir que eso fue muy lindo —dijo Yirley.

—Ya sabes, Carlos. Esa fue una indirecta muy directa —dijo Pier y todos soltamos carcajadas.

Llegamos a la galería y metimos nuestras túnicas en nuestras mochilas. En todo el camino pensé en Jacky, en lo que dijeron Pier y Yirley. Una ráfaga de emociones se desataba dentro de mí. Valió la pena haber ido a rescatarla. Gracias a Dios ella estaba dando señales de un acercamiento hacia mí.

—Bueno, me voy a la biblioteca. Tengo algo importante que averiguar. Mañana tengo otra entrevista de trabajo —dijo Harold quien se fue a toda prisa.

Nos estábamos yendo al paradero, entonces Jacky apareció por detrás y me llamó.

—¡Nicolás, espera!... ¿Me acompañas al paradero? —preguntó.

Pier aclaró su garganta.

—¡Claro que te puede acompañar al paradero! —dijo Pier dándome unos empujoncitos.

Me despedí de mis amigos y nos fuimos al paradero. Me quedé callado por un rato. Sentí que Jacky quería decirme algo. Muchas veces habíamos salido juntos a divertirnos y la comunicación entre nosotros era fluida, sin embargo, aquella vez era distinto. No entendía por qué me sentía callado. Ella estaba igual. Supuse que también había notado lo mismo, pero rompió el hielo y me dijo:

—Oye... eh... Tú sabes que yo estuve con un chico por mucho tiempo. Me refiero a Charlie —asentí con mi cabeza—. Y bueno, nuestra relación fue volviéndose tediosa con el pasar del tiempo. Te comenté que él cambió mucho su personalidad, que empezó a juntarse con malas personas y que eso conllevó a que termináramos con la relación, lo sabes. Y a partir de ese momento decidí que me dedicaría a mis proyectos... —hizo una pausa— Tú y yo recién nos conocemos y... dime una cosa... si alguien vuelve a ocasionar problemas en el instituto como las dos veces anteriores... ¿Irías a detenerlo? —preguntó, mirándome fijamente a los ojos.

No sabía si hacerme el valiente o no... 

—No lo sé… ¿Tal vez? —me alcé de hombros.

—¿Y si yo estuviera en problemas, otra vez? —preguntó. 

—Sí. Cuantas veces sea necesario. Así tenga que arriesgarme a mí mismo —las palabras salieron por sí solas de mi boca, no podía creer lo que había dicho.  

—¡Qué lindo! —exclamó Jacky.  

Y nos besamos.  

descargar

¿Te gustó esta historia? Descarga la APP para mantener tu historial de lectura
descargar

Beneficios

Nuevos usuarios que descargaron la APP, pueden leer hasta 10 capítulos gratis

Recibir
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play