¿Fueron Pareja?

Era la primera vez que nos tomábamos de las manos. Su piel era tan suave como la de un bebé. Todo se volvió en cámara lenta a medida que salíamos del aula. Me sentía feliz. Me había alejado de ella por mucho tiempo, pero ahora estaba ahí conmigo. Al parecer, todo el sentimiento que había guardado dentro de mí salió a flote, y explotó como un torbellino de pasiones.

—¿Cómo has estado todo este tiempo? ¿Qué ha sido de ti? —preguntó sin quitar su angelical sonrisa.

—Bueno, tú sabes. Me mudé a la casa de mis abuelos al terminar la primaria. Pasaron los años y me dediqué a los estudios; luego ayudé a mi tío con las labores de su empresa por mucho tiempo, y bueno, aquí estoy, dedicándome a mí, a mis proyectos. Quiero ser un traductor de idiomas y, así como tú, tener un negocio propio —dije finalmente, mostrándole mi sonrisa, mientras bajábamos al segundo piso por unas escaleras.

—¡Qué lindo que aún lo recuerdes! —dijo sonrientemente mientras colgaba su cabello por detrás de su oreja.

—Claro ¡Cómo olvidarlo! —dije de inmediato— Tampoco puedo olvidar que nunca fui a tu fiesta de cumpleaños —añadí de manera penosa, evitando su mirada.

Ella soltó una risita.

—Olvídalo. Tenías que mudarte, ¿no? —la sonrisa no se le había borrado del rostro— Ahora no tendrás excusas para faltar este año.

—No, esta vez no. Oye, a mí también me da mucho gusto volver a verte. No sabes cómo me alegra —le dije cordialmente mientras bajábamos las escaleras hacia el primer piso—. Pero cuéntame ¿Qué ha sido de ti? ¿Tienes contacto con… espera, déjame recordar los nombres… eh… Zulyn, Miguel y… Charlie? Recuerdo que le dije a Charlie que fuera a tu fiesta de cumpleaños…

Pero al parecer algo sucedía con el nombre de Charlie. Me dio la impresión de que la sola mención de aquel nombre había incomodado a Jacky, porque lentamente volteó su cabeza a otra dirección, acompañada por un gesto de total desdén.

—¿Qué pasó?... ¿dije algo malo? —pregunté, preocupado.

—No es nada. Simplemente no sabes lo que pasó, es normal —dijo forzando una sonrisa.

—¿Le pasó algo a Charlie? —pregunté de pronto.

—En realidad, sí. Sufrió un cambio.

—¿A qué te refieres?

—Ya no es la misma persona que solía ser antes. Gastaba su tiempo bebiendo y fumando; se juntaba con malos chicos, y eso ocasionó que termináramos con nuestra relación…

En ese momento sentí como si una flecha se clavara en mi pecho. Salimos por la puerta principal del instituto y cruzamos la pista hacia el paradero. Había luna llena que dibujaba sombras en las calles.

—¿Él y tú fueron… pareja? —pregunté, sorprendido más que decepcionado.

—Sí, fuimos pareja por tres años. A los quince años me declaró su amor; estábamos en la secundaria, lo recuerdo. Era un buen chico en ese entonces. A los diecisiete empezaron los problemas, y a los dieciocho cortamos con la relación. Muy pocas veces lo veía pasar por mi casa, ahora no sé nada de él —dijo Jacky finalmente, colgando otra vez su cabello por detrás de su oreja.

—¡Vaya! ¡Qué lástima! —dije con cierta melancolía— Recuerdo que éramos amigos en la escuela. También recuerdo que tú le gustabas. Y mira, nunca pensé que llegarían a estar juntos —dije mostrando una falsa sonrisa.

No estaba seguro; de hecho, no sabía si Jacky había notado la incomodidad que yo sentí en ese momento, aquella incomodidad que había escondido detrás de esa falsa sonrisa. “¿Qué hubiera pasado si yo le hubiera declarado mi amor cuando éramos niños?” “¿Hubiéramos estado juntos hasta ahora?” fueron las preguntas que aparecieron en un rincón de mi mente. “No lo creo, la distancia ya nos había jugado una mala pasada”, me respondí a mí mismo.

—Sí, lo sé. Me lo dijo personalmente en el día de mi cumpleaños, cuando te mudaste a la casa de tus abuelos… a veces pienso que fue por mi culpa que él haya cambiado de esa manera —dijo en tono afligido y con la mirada perdida— ¡Oh! Tengo que tomar ese bus que ahí viene —dijo mientras rebuscaba en su bolso y sacaba un pequeño papel y un lapicero—. Ten, este es mi número. Me llamas, ¿sí? —me entregó el papel después de haber escrito su número ahí— Oye, en serio, de verdad fue un gusto volver a verte. Cuídate, chao —me dio un beso en la mejilla y corriendo subió al bus.

La seguí con la mirada. Todo parecía un sueño, ¿o lo era? No, no creía en espejismos. Aquel pinchazo de la ilusión que había sentido momentos antes de que Jacky partiera no podía ser un sueño. Ella se había tardado pero había aparecido en el momento preciso. Algo muy dentro de mí, una voz en mi conciencia, me había convencido fácilmente para intentar conquistarla; no podía desaprovechar la oportunidad que, después de diez años, se me había presentado. No podía permitir que la timidez nuevamente me frenara; de ser así, alguien más lograría conquistarla. Ya no éramos más unos niños. La situación ahora no se presentaba tan complicada.

—Oye, conquistador, el bus no regresará si lo sigues mirando —dijo una voz detrás de mí.

Era Pier el que había hablado, acompañado de Carlos. Fueron los únicos que se habían quedado a esperarme.

—¿Aún siguen aquí? —pregunté.

—Sí, nuestro bus está tardando más de la cuenta —afirmó Carlos— Y, ¿cómo te fue a ti? Me dio la impresión de que no conocías a esa chica —comentó.

—Al parecer le fue bastante bien —dijo Pier con entusiasmo—. Conseguiste su número, ¿verdad? —preguntó sonrientemente.

—Sí, y claro que la conozco. Es Jacky, muchachos, la chica de la que siempre les he hablado —dije con una sonrisa de oreja a oreja, profiriendo un profundo suspiro.

—¿Tu amiga de la primaria? —preguntó Carlos

—Exacto —afirmé.

—¡Qué curioso! —dijo Pier— Volvió después de diez años.

—Entonces, ésta tiene que ser tu oportunidad, Nicolás —sugirió Carlos.

Los minutos transcurrían rápidamente a medida que hablaba con Jacky por el celular cuando llegué a casa. “Sigues igual. No has cambiado nada”, fueron sus palabras cuando le pregunté cómo había hecho para reconocerme en el aula.

Fueron varios los temas de conversación entre ella y yo: hablamos sobre sus proyectos, sobre a qué se dedicaba en esos momentos (me dijo que por las mañanas trabajaba como mesera en un restaurante y que por las noches estudiaba inglés en IPEC por el simple hecho de que le gustaba el idioma). Hablamos otra vez sobre Charlie, y recordé que en la primaria el trato de él hacia mí cambió desde que Jacky le dijo a Miguel algo en el oído; Jacky sólo se limitó a evadir el tema. Me dijo también que se había mudado de casa hacía varios años.

Indicó que estaba sola desde que terminó su relación con Charlie. Y a pesar de que una voz en mi conciencia me había convencido fácilmente para intentar conquistarla, aquella misma voz me decía que tenía que ser paciente y esperar el momento adecuado para confesarle que me gustaba desde que éramos niños y, que hasta el momento, no había dejado de pensar en ella.

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Comments

Helena Ramirez Vargas

Helena Ramirez Vargas

Será que le haga caso ya pasaron muchos años

2022-09-09

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