La casa de seguridad, Fernsby

Me encontraba de camino a la casa de seguridad llevaba viajando casi una semana, tomar la decisión de aceptar

quien soy y lo que me espera no fue fácil, lo hice también por mi familia y los sacrificios que hicieron, quería que vinieran conmigo, pero se negaron, dijeron que seria mas seguro que viajara sola, ya que la regente Ariann seguía

buscándome, sin darme cuenta yo valía al menos veinte mil monedas de oro lo cual me sorprendió.

Tuvimos que volver a pedirle ayuda al duque Graham ya que necesitaba salir del alcance de la regente, y quien mejor que el para ayudarme, si tengo éxito en mi misión juro que lo recompensare; a estado conmigo cuidándome, ya sea de cerca o lejos, expuso al peligro a sus dos hijos, solo para que mi familia tuviera de nuevo en sus manos  la corona, estaba muy segura que el pago a los mercenarios había sido mucho mayor a la cantidad ofrecida por la regente, si no, no me explicaba porque estos hombres no me entregaban, es decir al lado de ellos yo era pequeña, y estaba sola, sin duda alguna le tenían extrema lealtad al padre de Sarah, antes de emprender mi viaje le pregunte al duque por mi amiga, me dijo que pronto la vería, lo cual me decepciono mucho, me habría encantado despedirme de ella, se que el dar aviso de mi existencia y de donde me encontraba no fue lo mas acertado de su parte, pero ahora la entiendo más, yo soy un constante peligro, evidentemente no quería que su único hermano se expusiera por nada, aunque, ahora me pregunto, ¿Sera que Sarah ya sabia que yo me casaría algún día con el príncipe Chandler? Aun recuerdo su advertencia, y ahora entiendo su significado, yo no puedo estar con otro hombre que no sea el que ya fue elegido para mí, si tratara de hacerlo las cosas podría terminar mal, y hasta puede que de nuevo perdamos la corona, cuanta presión.

Me pregunto que se me pondrá a hacer en la casa de seguridad, el rey August, estipulo muy claramente en su carta que ellos me prepararían, me supongo que me enseñaran modales, etiqueta y esas cosas; estoy muy ansiosa, ya quiero comenzar, se que debo tomarme mi papel muy enserio, y que no puedo fallarle a mi familia, pero aun así tengo miedo, creo que siempre tendré la duda de ¿Si estoy haciendo lo correcto, o solo es impulso?

Al parecer me había quedado dormida; el carruaje recién se había parado, me senté de forma correcta, me

asomé ligeramente por la ventana y lo que vi me impresiono, una hermosa finca a las afueras de unas montañas, por lo que podía observar tenía su propia granja, era de al menos tres pisos; se veía algo desgastada por fuera, pero de igual manera no perdía su toque señorial.

Un niño de unos trece años me abrió la puerta, mientras hacia una reverencia, me sentí extraña, le pedí que se levantara y me sonrió.

-Su majestad, bienvenida, la estábamos esperando, venga acompáñeme la llevare con Lord Edmund Mackenzie – me dijo mientras me ofrecía su pequeña mano mientras me observaba con cierta ilusión.

-Ok, está bien – respondí tomando su mano.

Atravesamos un gran jardín, entramos por una puerta enorme de madera reforzada color café, nos dirigimos a unas escaleras algo desgastadas, había caminado poco pero ya me solían los pies, la casa era enorme, aún no había podido ver casi nada, pero sin duda estaba ansiosa por conocer el que sería mi hogar por algún tiempo.

Nos detuvimos enfrente de una puerta simple, el niño me soltó y me hizo una señal para que abriera la puerta; me gire y observe la puerta con algo de temor, inhale hondo y abrí, lentamente como si me fuera a encontrar un animal salvaje.

Sin duda no me esperaba un animal, pero si un hombre algo mayor de unos cincuenta y tantos, canoso, se veía tan amistoso como un león hambriento, intuí que era el amo de la mansión.

- Buenas tardes\, Lord Mackenzie- dijo mientras me inclinaba en señal de respeto.

- Mmm… creo que tenemos mucho que hacer\, Rob puedes retirarte\, trae a las institutrices – me gire instintivamente el niño que me guio estaba parado en la puerta, bajo la cabeza y se retiró.

- Eh\, me gustaría que me explique\, que planes tiene el rey August para mí\, es decir bueno aun soy joven\, y no creo estar lista para una boda\, jajaja espero me entienda\, bueno lo que quiero decir es si habrá algún tiempo de espera… - genial, parecía imbécil, el hombre me miraba como si yo estuviera loca, la verdad no lo culpo; alguien me interrumpió, el sonido de la puerta abriéndose me había salvado, quizá si me quedaba callada podría salvar algo de la poquita dignidad que aún me quedaba.

- Bienvenidas\, señora Maydone\, señorita Lucas\, pasen por favor – esta vez no voltee a ver a las institutrices, quería esperar a que me presentaran, ya había metido la pata una vez.

- Muchas gracias – hablaron las voces al unísono.

- Esta niña\, es la que el rey extranjero quiere que preparen para asumir la corona – dijo, el señor Mackenzie; no lo conocía de nada, pero en su voz había repulsión hacia mí, además su mirada me confirmaba el odio que sentía hacia mi persona, sentí tantas ganas de llorar, yo necesitaba apoyo no mas enemigos, porque nadie lo entendía, este había sido un proceso difícil yo apenas tenía dieciocho años, no estaba lista para que me pasara algo así, y bueno cargar con una constante amenaza de muerte no ayudaba mucho.

- Mucho gusto\, soy Adair Ellie Tweedalee - me gire y les sonreí a ambas mujeres, me calme al instante, respire e

instantemente la sensación de querer llorar fue disminuyendo poco a poco, me había prometido ser valiente, ser fuerte y lo iba a lograr, no solo por mí, también por todas las personas que creían en mi y que constantemente me protegían aun a costa de su vida, no podía permitirle a nadie hacerme sentir mal, porque de ser

así este año sería muy largo.

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