La Ultima Princesa

La Ultima Princesa

Mi pequeña granja

Son casi las seis de la mañana acabo de despertar, el día es frio, como siempre y una ligera llovizna entra por la ventana, junto a mí esta mi hermana durmiendo, le cuesta levantarse es muy floja, sonrío, la veo titiritar creo que tiene frio, la cobijo con la gran manta de lana color azul que esta tirada en el suelo, y salgo de mi cuarto.

Me dirijo a la cocina, necesito tomar un gran vaso de leche si quiero rendir en el día de hoy, en realidad atender una granja es algo complicado, no solo es cuidar de los animales sino que también tenemos que darles de comer, bañarlos, cambiarles el agua, sacarlos a pastar, recolectar la leche de las grandes vacas cafés que tiene mi abuela y también la de las cabras para que ella haga el queso y mantequilla que después o mi hermana Naybella o yo tendremos que vender, me imagino mi rutina el día de hoy y me siento exhausta.

Me preparo una tostada con algo de queso y me sirvo un poco de leche con miel, tomo asiento, mientras disfruto mi desayuno, veo a mi abuela a través de la ventana, ya está despierta y fuera de la casa, tiene un enorme sombrero que la protege de la llovizna y un gran suéter más bien viejo que la mantiene calientita, me mira con una enorme sonrisa y me saluda.

Mi mama nos abandonó, a mí una semana después que nací y a mi hermana dos años después de haberla tenido, desde entonces vivimos en Shekinah y en esta granja; sin mi abuela Gladis y mi abuelo Gilbert no sé qué hubiera sido de nosotras.

Termino de comer más rápido de lo que me hubiera gustado y me levanto, me pongo un suéter aún más viejo que el de mi abuela, con algunos agujeritos en las mangas, tomo mis botas cafés para lluvia y giro la manija de la puerta para salir.

El frio me quema la cara, adentro no se sentía tanto y ahora entiendo porque, mi abuela prendió el fuego para que  la casa estuviera calientita.

-Buenos días mami, me hubieras levantado para ayudarte – La saludo y le ofrezco una sonrisa, ella me conoce y sabe que me gusta ayudarla, ya es una persona mayor y, aun así, se esfuerza por que mi hermana y yo estemos lo mejor posible.

- Estoy bien mi niña\, no podía dormir así que a proveche el tiempo – me responde de una forma muy tranquila. Solo le sonrió y me dirijo hacia los gallineros, tomo mi gran canasta y voy hacia cada una de las gallinas, ellas son mis compañeras, siempre que me siento sola, vengo aquí y leo, me gusta obsérvalas en silenció, mientras yo me concentro en mi lectura, bueno esto último casi no pasa, aquí siempre hay algo que hacer; pata azul es mi gallina, la tengo desde que era un pequeño pollito, se la compre a un comerciante en el mercado de víveres, creció muy

rápido y es un animalito muy inteligente, lo que hice para que no se confundiera con las demás, fue que aun costado de su pata le pegue una de las banditas azules, de seda que mi abuela tiene en su cajón, de esa manera la reconocía fácilmente, además que bueno es la única que siempre está detrás de mí, me sigue a todas partes, esperando a que le dé  una muestra de afecto.

Voy recogiendo los huevos que estas producen, y les agradezco ¿Es raro que alguien le agradezca a una gallina

por poner huevos?, pues no lo sé, pero yo lo hago, cierro el gallinero y me dirijo al pozo a lavar los huevos, para después volver a ponerlos en la canasta.

Cuando termino ya son alrededor de las nueve y treinta de la mañana, veo a mi hermana saliendo de la casa con una cara de culpa, ya es tarde y no nos ayudó.

- Lo siento me quede dormida\, aunque me hubieras despertado\, creo que es culpa de ambas – sonríe y me mira como un cachorrito asustado, la observo y pienso que    aun que es mi hermana no se parece en nada a mí, la forma en que nos criaron fue muy diferente, a mí me enseñaron a hacer todo tipo de cosas, se me obliga a leer, a escribir, tejer, cantar, administrar las finanzas de la granja, mi abuela pese a que es una simple granjera sabe demasiado y me enseño varios idiomas, matemáticas y bueno un sin fin de cosas más, con mi hermana fue igual pero sin forzarla y bueno ella lo dejo hace años, yo aun sigo con estas clases, aunque bueno no soy muy buena en ninguna de estas actividades.

**- No pasa nada pero tu iras a la botica por los frascos y yo a vender la mantequilla\, el queso y los huevos –**le sonrió de forma burlona y le saco la lengua\, observo como hace una mueca de insatisfacción\, el joven que trabaja en la botica\, está enamorado de mi hermana y no la deja en paz\, de hecho una vez hasta la trajo a la granja y por más que ella lo corría\, el ignoraba sus desplantes\, trataba de ganarse a mis abuelos para que lo dejaran venir a verla más a menudo\, yo ese día sentí una especie de ternura hacia las acciones del chico y pena\, la cara de mi hermana reflejaba todo\, menos comodidad de que el estuviera ahí\, desde entonces cada vez que puedo la mando la mando a hacer esas diligencias\, en castigo por su pereza.

-NO, por favor, sabes cómo es Elliot- dijo casi murmurando, y la mire atónita - ¿Sabes su nombre? - le pregunte, pero no respondió, ¿será que de verdad le gustaba?, eso es imposible, mi hermana es muy hermosa claro, pero aun es pequeña, no la veía en una relación con nadie, no la veía dejando la granja para casarse, si bien es cierto que las damas de sociedad se casaban jóvenes, ni mi hermana ni yo debutaríamos en la corte, no éramos ricas, vivíamos en una granja y no teníamos una dote.

Es por eso por lo que\, al menos yo nunca había pensado en el amor\, ni en esas cosas\, para mi era como lo peor que le podía pasar a alguien\, pero ¿Será que ella tendría otra perspectiva de lo que era el amor?\, y lo más importante ¿Se alejaría de nosotros? **-Niñas\, vayan al mercado\, antes de que se haga tarde - **Grito mi abuela\, para que la escucháramos\, estaba un poco lejos así que solo asentimos y nos dimos la vuelta directo a la casa.

Cada una tomo una dirección, yo me fui directo al mercado de víveres que quedaba hacia el este de la granja y ella en la dirección contraria hacia la botica. El camino era largo, mi pequeña granja quedaba muy alejada del centro del reino, de niña me quejaba, odiaba dar largas caminatas, pero ahora ya no me molestaba, más bien todo lo contrario, me ayudaba a pensar, a relajarme y sobre todo podría recoger algunas bayas del bosque.

Cuando recién llegué al mercado\, comprobé mi canasta de huevos\, estaba intacta\, ninguno se había roto\, la mantequilla seguía fresca al igual que el queso\, me dirigí a la entrada del mercado cuando sentí un profundo dolor\, **– Arghh - **grite y gire la cabeza\, un hombre me había pisado y ni siquiera se giró a pedir disculpas\, lo mire mal\, levante el pie para sacudirme la tierra de mi zapato\, de pronto sentí un empujón\, esta vez casi me tiran la canasta.

– Oiga – grite, la mujer se dio la vuelta y me respondió.

**– Oh\, lo siento\, la regente está en el mercado\, y todos esperamos que pase a nuestros puestos a saludar –**Tenia una sonrisa de oreja a oreja\, como si lo que me contara fuera excusa por caminar sin fijarse\, si bien es cierto que la regente Ariann era una mujer importante\, no era como que fuera la mismísima reina\, no entendía como estas personas estaban tan emocionadas si todas las finanzas del reino se las estaban acabando ella y sus hijas la señorita Nikola y la señorita Ivana\, la gente se moría de hambre y ¿Estaban felices por ver a estas personas? como no respondí nada la mujer me sonrío incomoda y se giró hacia la entrada del mercado.

Una vez que estuve en mi puesto, acomode las cosas, y me senté, abrí el libro que me había traído de mi casa y

solo me relaje, la gente estaba pasando cada poco tiempo a comprar, mi abuela era una señora muy querida en el mercado y siempre o casi siempre nuestros productos se terminaban.

De pronto sentí que alguien me miraba, al voltear la cabeza vi que la mayoría de la gente del mercado me observaba, no entendía el porqué, hasta que la vi, de inmediato me levante, y mire a la persona que tenía enfrente, era la hija mayor del regente, Nikola, era joven, tal vez de la edad de mi hermana tenía un largo cabello negro, adornado por unas flores color lavanda, y tenía un vestido del mismo tono, era alta y bastante delgada, sus rasgos eran más bien comunes, pero se veía que era de la alta sociedad, escuche hace poco que su padre se había negado a que ella debutara este año, ya que esperaba que se casara con un príncipe, era obvio que el

regente Malcolm, esperaba eso, sus hijas serian sus chivos expiatorios para subir de posición ya que su regencia no duraría mucho, de hecho se decía que estaba en peligro ya que el príncipe heredero al trono pronto aparecería, había muchos rumores uno de ellos era que el joven príncipe fue criado en secreto para mantenerlo con vida, pero que ya tenía edad para asumir la corona, yo solo esperaba que este nuevo monarca si se preocupara por la gente y no solo en llenar sus arcas.

- ¿Y bien? – me observo la joven que tenía delante de mí. ¿Qué me pregunto?, pensé la gente me miraba como si fuera un bicho raro, y esas miradas no me ayudaban mucho mas bien me ponían nerviosa, lo único que atiné a responder fue: – Disculpe, no la escuche – Hable bajo, pero sé que me entendió ya que una sonrisa sarcástica se formó en su cara.

– Dije que quien enseño a leer, a una campesina – esta vez su tono de voz era ofensivo, yo no era conocida por tener una gran paciencia, y mucho menos por dejarme de las personas, inhalé y le sonreí de la manera más amable que pude.

 - Mi abuela señorita – solo dije eso, tome mi libro y me senté, esperando que se fuera, pero que equivocada estaba, al parecer esto estaba lejos de terminar.

-Y si tienes una abuela culta, ¿Cómo es que no te enseño a hacer una apropiada reverencia? – así que eso

fue lo que la molesto, que no me inclinara ante ella, que infantil.

Mi abuela nos enseñó que jamás deberíamos llamar la atención, siempre manteníamos un perfil bajo, eso me

enseño desde niña, y esto sin duda estaba lejos de ser parte de un perfil bajo.

- Si\, si me enseñó a hacer reverencia señorita\, y tengo entendido que estas solo se les ofrecen a las personas de la realeza\, duques y condes\, no a los regentes ya que ellos son como nosotros\, solo que lo único que hacen es cuidar el trono de alguien más – sonreí, pero al instante me arrepentí, que carajos había hecho, acaso quería morir.

La sonrisa de la señorita Nikola se borró, y a cambio me mostro una imagen que de verdad daba miedo, sabía que ella era impulsiva pero no me haría nada o ¿sí?, la respuesta a la pregunta que me hacía interiormente salió casi de inmediato de los labios de esa joven, -GUARDIAS, lleven a esta imbécil fuera, le daré una lección...

-¡!-

Sentí un frio recorrer mi cuerpo, los guardias se apresuraron a jalarme de los brazos, mientras yo intentaba soltarme, me llevaban fuera, camine obligada por ellos, gire la cabeza mientras veía como destrozaban el puesto donde minutos antes me encontraba leyendo, podía ver su cara estaba molesta, ¿acaso me mataría?

- QUE ESTO SEA UNA LECCION PARA TODOS - grito la regente Ariann, era obvio que apoyaría las acciones de su hija, la mire fijamente con todo el odio que pude, rompió contacto visual para hacerle una señal a alguien, entonces sentí mi cabeza dar vueltas, me ardía la cara, creo que el guardia me había abofeteado con el mango de su espada, mi cara se retorció de dolor, y las lágrimas amenazaban con salir, pude sentir un sabor a oxido en mi boca, creo que esta comenzaba a sangrar, algo en mi esperaba que esto terminara con una simple bofetada, pero la cara del guardia reflejaba, que aún faltaba mucho para que la familia del regente estuviera satisfecha.

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Comments

Elizabeth Torres

Elizabeth Torres

muy lindo

2021-07-04

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