El error

El príncipe August había vuelto a su reino, la boda se celebraría dentro de seis meses, después de que el fuera proclamado rey, Elisbeth estaba mucho más tranquila ya que tendría tiempo de sobra para tratar de cancelar la boda.

Además, se sentía más relajada por los encuentros sexuales entre ella y el emisario que había olvidado preguntar su nombre la noche de su primera vez juntos, pero después por fin supo, se llamaba Malcolm, llevaban semanas viéndose, él había encontrado una excusa para permanecer más en el reino, y estar con la princesa.

Por desgracia él no la quería, estudio por semanas a la princesa, lo que le gustaba, lo que no le gustaba, sus libros favoritos, sus clases y horarios e incluso sus amantes, busco patrones para poder llegar a la cama de la joven.

Malcolm era atractivo, el sabia como atraer a las mujeres, era muy mujeriego y también tenía una reputación no muy favorable, en su reino, se decía que era ambicioso, frio y calculador, no le importaba como, pero siempre lograba lo que se proponía y cuando vio a Elisbeth, tuvo la oportunidad de salir de su mísero reino y quedarse en el prospero Shekinah, no seria rey pero si un príncipe consorte y con eso estaba más que satisfecho.

Toda su vida trabajo duro, le había costado mucho llegar hasta donde estaba, tenía apenas 28 años, era más grande que la princesa, pero también sabía que eso no era problema, su infancia fue muy decadente, tuvo muchas carencias, no conoció a su padre, murió días antes de que el naciera y tener 8 hermanos no le ayudo mucho a nada, perdió a 5 de ellos a causa de enfermedades, no tenían dinero para comer, mucho menos para medicinas, eso lo marco de por vida.

Odiaba a la monarquía, pero ansiaba poder vivir como ellos, sin preocupaciones con todo lo necesario, y sin hacer más que portar una linda corona en sus cabezas, no se detendría hasta conseguir el poder que la familia real Tweedalee tenía.

Los días pasaban y la pareja de amantes se distanciaba cada vez más, por un lado, Malcolm creía que había hecho algo mal, y mientras mas pensaba en que o como podía disculparse se ponía cada vez más nervioso ya que todo podría acabar en un abrir y cerrar de ojos.

 Y por el otro lado Elisbeth estaba asustada, un par de días atrás se enteró que estaba embarazada, y esto le aterraba, era una princesa sin marido, embarazada y comprometida, era inexplicable que ella pudiera dar a luz sin estar casada, tenía miedo por ella, su futuro en la corte, sus acciones, imagino que tal vez le quitarían sus títulos y propiedades que como princesa le correspondían, no podía creer que, por culpa de sus caprichos, la dinastía Tweedalee estuviera en peligro.

Ella planeo un encuentro con el emisario quedaron en verse en el bosque, lejos del castillo y de la gente que pudiera escuchar tan delicada situación.

-Estoy embrazada - dijo sin rodeos -tal vez un mes, mis padres aún no saben nada, Chillo y continuo -No puedo tenerlo, me caso en un par de meses ¿entiendes?, ­mi boda se planeó estratégicamente, dudo que

 él quiera criar un hijo que no es de suyo – dijo llorando de manera desesperada, amaba a Malcolm, se había enamorado de el pero no podía fallarle así a su padre.

-Solo quiero que sepas que esto se terminó, y que no tendré a este bebe -Su voz era decidida, y aunque estaba llorando, se veía que cumpliría con su deber.

Él se encontraba en shock, la noticia de ser padre, extrañamente lo ponía feliz, esto no era parte del plan, pero no importaba, la noticia era buena un bebe lo mantendría cerca del poder siempre; sin embargo, su plan consistía en casarse con Elisbeth, pero ella había dejado bien claro que eso no era posible, y que tampoco daría a luz al bebe.

Las cosas evidentemente habían cambiado, tenía que cambiar todas sus estrategias y hasta su plan, ahora lo único que le importaba era que ese bebe que venía en camino naciera.

La reunión que había tenido con la princesa había terminado hace horas, sin embargo, estaba tan ansioso, pensaba y pensaba pero no se le ocurría nada, los reyes Gilbert y Gladis, eran muy católicos, y no permitirían que su hija diera a luz, a un bebe sin estar casada, hablar de nueva cuenta con ella tampoco serviría, estaba firme en abortar a su hijo, lo único que se le ocurrió fue hablar con August contarle todo, era arriesgado, podía matarlo enseguida pero también era muy católico, con la correcta estrategia lo ayudaría.

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