El relato

No sé cuánto tiempo había pasado, estaba recostada boca abajo y podía sentir un inmenso ardor en mi espalda,

estaba desnuda de la parte de arriba pero no se veía nada por la posición en la que encontraba.

Aun me sentía mareada, todo me daba vueltas, cuando me fui acostumbrando a la sensación, por fin reconocí en

donde me encontraba, estaba en la mansión Graham, tal vez en el cuarto de Sarah, la verdad no lo sabía, pese a que era mi mejor amiga, no veía a esta parte del reino, mi abuela no me dejaba en realidad, yo supongo que quería evitar que me pasara algo como lo de hoy.

Escuche la puerta abrirse, pero no intente voltear a ver quién era, me dolía mucho la espalda para hacer tal

esfuerzo. – ¿Cómo te encuentras? – Reconocí esa dulce voz, era Sarah, sonaba preocupada y algo molesta, nos hicimos amigas desde muy pequeñas, en un principio ella me rechazaba y yo lo entendía, ella era la hija del gran Duque Graham, su familia pertenecía a la alta sociedad, y bueno la mía era de granjeros, eso no me avergonzaba en absoluto, más bien que era normal que esta gente nos mirara por debajo.

Pero su familia no, en un principio la obligaron a ir a la granja a convivir conmigo, y con el paso del tiempo nuestra amistad se dio por si sola, ella me enseño muchas cosas, como por ejemplo a tocar el piano, su madre siempre nos sentaba en el banquillo del piano, y nos obligaba a tocarlo dos horas al día, ya fuera en solitario o acompañadas, supongo que sentían lastima de mí.

-Estoy bien, no te preocupes – sonreí, pero esta vez ella no me creyó, no podía ver mi espalda, pero estaba

segura de que se encontraba muy dañada, en ese momento solo pude pensar en una persona y en como reaccionaria.

-Sarah, mi abuela…- dije preocupada, podía ver que ya era tarde y tenía miedo de que estuviera asustada.

– Viene en camino, Justin fue a avisarles lo que te paso, creo que querrán verte- dijo creyendo que esas palabras me harían sentir mejor, pero en realidad todo lo contrario.

El tiempo parecía que pasaba lento, Sarah, seguía junto a mí, esta vez me estaba leyendo un libro de romance, sus favoritos, yo solo sonreía, no quería hablar ya que cada vez que, hacia un ligero movimiento, sentía como si me jalaran la espalda y la boca me ardía, mi amiga al parecer también lo sabía ya que no me preguntaba como de costumbre la opinión sobre, el libro o los personajes.

-Entonces, la corte se quedó en silencio, aquella dulce joven, parecía ser otra, portaba con orgullo aquella

hermosa corona demostrando quien se sentaría en el trono, su caminar era seguro, ya no titubeaba, mantenía la mirada alta, mientras observaba a las personas a su alrededor y ahí estaba el, justo frente a ella lo único que podía hacer era dirigirse hacia el apuesto joven…. - Alguien entro a la habitación, interrumpiendo la historia que amablemente Sarah me estaba leyendo, agradecí esta intervención divina.

- Como se encuentra señorita - giré mi cabeza y vi a un hombre muy mayor, tenía una gran bata blanca y un

maletín, sin duda era el médico.

- Lo mejor que puedo estar– respondí molesta, como me pregunta eso, acaso el medico era ciego, respire, inhale y exhale, él no tenía la culpa, estaba molesta por haber escuchado esa historia, y porque mi abuela llegaría en cualquier momento, - Lo siento – volví a decir. El medico ya no me respondió, se acercó a mí y abrió su gran maletín, les pidió a las sirvientas del Gran Duque Graham que trajeran un valde con agua caliente, algunas telas y un poco de algo dulce, ya que del dolor seria probable que yo perdiera el conocimiento, me gire a ver a Sarah y su expresión era de pánico y ansiedad, creo que mi espalda estaba peor de lo que pensaba.

Todo transcurrió en silencio, el medico mojaba un paño de tela en el agua, lo exprimía y me lo colocaba en las

heridas, me sobresaltaba cada vez que esto sucedía, - ¿Eso no es solo agua verdad? - dije esperando a que alguien me respondiera, pero nadie dijo nada.

La curación tardo aproximadamente una hora, después de lavarme las heridas el medico agrego hiervas y un ungüento que se sentía fresco, lo que me relajo.

-Le quedara cicatriz- dijo el médico, con una voz cansada.

- No importa - le respondí con el mismo tono, ya estaba muy cansada, había sido un día largo, debí haber ido yo a la botica.  -Importara en el futuro, por favor haga todo lo posible para que el daño sea menor –dijo el Duque Graham. No entendí, a lo que se refería, ¿lo decía por si me casaba?, eso a mí no me importaba ¿por qué a él sí?, mire a Sarah, pero cuando nuestros ojos se encontraron ella en un rápido movimiento huyo mi miraba, ¿Acaso ella sabía algo?

Antes de que me diera tiempo a preguntarle a ella o a su padre cualquier cosa, la puerta de nuevo se abrió,

para mi sorpresa era mi familia, mi abuela Gladis, mi abuelo Gilbert, mi hermana Naybella y ¿mi madre? Parpadee un par de veces, por si me estaba imaginado cosas, pero no era así ahí estaba ella, Elisbeth mi madre biológica y la mujer que me había dejado, según me contaron el parto fue complicado y yo estuve a punto de morir, ella estaba muy cansada y bueno por lo que se, también estaba preocupaba por mí, se podría decir que nadie pensó que esa misma semana ella desaparecería, y solo la volvería a ver dos años después cuando trajo a Naybella con ella, paso un tiempo con nosotros en la graja, pero después también se fue, a mi hermana le costó adaptarse, era una bebe sí, pero ya reconocía a su madre.

Nos escribía cartas de vez en cuando, hace unos seis años supe que se casó, y dos años después tuvo un hijo,

Archie mi pequeño hermano, será que ¿por fin lo conocería? No sabía nada él, pero soy humana y aprendí a quererlo en la distancia, esperaba desde el fondo de mi corazón que ella por fin fuera buena madre y se ocupara de ese niño. Como si ella supiera lo que yo estaba pensando, me miro y en sus ojos había ¿culpa?, en realidad no sabía lo que su mirada reflejaba, si bien era mi madre yo no la conocía.

Desvíe la mirada de ella y me centre en mis abuelos, estaban preocupados, les sonreí y les tendí la mano,

quería sentirlos cerca de mí, cuando la tomaron mis lagrimas comenzaron a salir, realmente en ese momento fui consciente de todo, estuve en peligro y sin querer dije algo que me estaba guardando desde que me salvo el Gran Duque Graham.

-Tuve miedo - dije llorando, esta vez ya no me importaba que me viera el médico, sara o su padre, de verdad estaba aterrada y solo en ese momento pude sentirme segura.

Todos salieron de la habitación excepto mi familia que me dejo llorar, incluso mi madre me observo en silencio, mi pecho subía y bajaba se contraía, tenía ligeros espasmos, tarde bastante en calmarme, las sirvientas del Duque habían dejado dulces y te, los pusieron en una mesa de cristal junto a la cama en donde yo seguía recostada, Naybella fue la única que tomo un plato con galletas color rosa, glaseadas de un blanco intenso.

Cuando ya me estaba tranquilizando, mi abuelo me miro y vi que abrió sus labios dudando, pero al final su voz era fría, podía entender que estaba molesto.

– Cuéntame cómo sucedió todo – lo mire e inmediatamente baje los ojos, el era muy impulsivo, y podría querer vengarse, si le mentía terminaría enterándose, ya que la gente del mercado de víveres había visto todo, así que suspire y opte por decirle la verdad, si bien sabía que se molestaría, ahí estaba mi abuela y mi madre que podrían detenerlo.

Les conté todo, el pisotón, la burla de la señorita Nikola, que le había respondido yo para haberla hecho

enojar, el cómo me habían arrastrado los guardias hacia afuera y como habían destrozado el puesto que era de mi abuela.

Me quede callada, pues lo que venía no era nada cómodo de contar, me calme, era mi familia y la mayoría de ellos me querían, a excepción de mi madre, les dije que el guardia me había dado un golpe en la cara con el mango de su espada, que me había rasgado el vestido y ya al final solo le dije que me dio un par de latigazos por orden de Lady Ariann, esto último no fue muy convincente ya que mi espalda mostraba más de un par de latigazos, pero no dijo nada más, solo se conformó con mirar a mi madre y asentir, parecía que le estaba dando una especie de señal, pero nadie en el salón pareció notarlo así que pensé que me lo estaba imaginando.

 

 

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