Los días pasaron, ayude a Sarah a repartir algunas invitaciones faltantes, nos encargamos del sabor del pastel, y del hermoso vestido que ella usaría, las flores habían llegado por la madrugada por lo que me levante más temprano que de costumbre para acomodarlas en la recepción de la casa y en algunos floreros que adornarían el jardín.
Faltaban dos horas aproximadamente para que los invitados comenzaran a llegar así que mi amiga se estaba arreglando, las mucamas la ayudaban a peinarse, le acomodaban adornos en el cabello, yo también quería ayudarla así que me levante, le pregunte si podía ir sacando su vestido para que se lo empezaran a poner, me dijo que si y me dirigí al closet donde estaba su ropa, de pronto la puerta se abrió de golpe, Sarah grito y se tapó inmediatamente con la colcha, las mucamas también gritaron de sorpresa mientras que yo veía la escena detrás de la puerta. Era Justin estaba apenado por ver a su hermana en ropa interior - Hermanita llevas horas arreglándote\, creí que ya estabas lista - susurro.
- Falta poco\, ¿podrías salirte? - Sarah pregunto, pero más bien le estaba dando una orden.
Explote de risa, - Jajajaja – se veían tan lindos mis amigos siguiendo la etiqueta, Justin sorprendido, giro su cabeza detrás de la puerta y me sonrió.
-Te estaba buscado - tomo mi mano y me jalo hacia él, bajo levemente su cabeza en señal de despedida hacia Sarah y a las mucamas, mientras cerraba la puerta.
-Oye, imbécil a donde llevas a Adair - grito Sarah, pero nadie le respondió, me seguía tomando de la mano, esto era un poco extraño, no le dije nada solo me conformé con seguirlo.
Me di cuenta de que me estaba llevando a su habitación, abrí los ojos sorprendida, pareció darse cuenta, – No te preocupes aun no vendrás a mi habitación para eso – me miro intensamente y rio. ¿A qué se refería con aun?, pensé, será que Justin tenía alguna idea equivocada de nuestra amistad.
La puerta se abrió y vi a tres mucamas a un lado de la cama, sosteniendo varias cajas, cubiertas de terciopelo y adornadas con unos grandes moños de seda.
- ¿? - que estaba pasando….
Justin abrió las cajas, estaba muy emocionado, me miraba de vez en cuando y me mostraba su contenido, me pidió acercarme y lo hice. Había un par de vestidos, unos hermosos zapatos, algunas joyas, y muchas piedritas blancas en una caja más pequeña, estaba tan confundida, sentí su mirada en mi y me gire a verlo, solo atino a sonreír y se volteo para hablarle a las mucamas.
- Por favor ayuden a la señorita a cambiarse – no estaba entendiendo.
- Espera ¿esto es para mí? – lo mire, suplicándole que me explicara, se acercó, más de lo que me hubiera gustado, – Si pequeña – se inclinó y me dio un ligero beso en la mejilla, me miro una vez más y salió de la habitación.
Me quede atónita, en esa enorme habitación, las mucamas se acercaron a la ropa y lo que me dijeron me helo la sangre -Parece que usted le gusta al joven amo Justin- las mire extrañada por su comentario, ellas estaban aún más sorprendidas que yo, no se esperaban que esto que había pasado no fuera planeado por mí, para subir de posición.
Me desnudaron por completo, para después ponerme la hermosa ropa interior de seda, que venía en una caja, que al parecer Justin no había abierto, después continuaron con el corsé, fue el más apretado que jamás había usado, siguieron con el vestido, era de seda, estaba formado por dos piezas, la primera era para la parte de arriba y era completamente blanca, la segunda pieza era de un verde oscuro, que brillaba, era hermoso, cuando terminaron, sonrieron entre ellas, satisfechas por cómo me veía, una de ellas se dirigió al tocador improvisado que estaba en
la habitación, y tomo un cepillo de plata, la otra saco de la caja los zapatos y me los comenzó a poner, vi de reojo que la tercera mucama estaba sacando las piedritas blancas, de la caja.
- ¿Para qué son esas?– pregunte, me miraron como si yo fuera ignorante y bueno en conclusión lo era, nunca en mi vida había usado piedritas de esas, ni joyas ni nada en realidad, lo único que tenía era un collar, pero mi abuela no me dejaba usarlo. -Son para el cabello, son adornos – me explico con una sonrisa fingida, las ignore y deje que terminaran de arreglarme.
El tiempo se me hizo eterno, pero por fin habían terminado, me gire al espejo que estaba frente a mí y me quede sin palabras, me veía hermosa, pero no me sentía yo misma....
Suspire, mi cabello rojizo, estaba sujetado en un amplio moño, pero dejando ver mis largos rizos que estaban adornados por las piedritas blancas, creí que me vería como un adorno extraño, pero no fue así, de verdad todo encajaba bien, Justin tenía buen gusto pensé.
Cuando baje las escaleras, ya había comenzado la fiesta, muchas jóvenes de mi edad estaba sentadas platicando entre sí, todas eran hermosas, por fin entendía porque Justin me había comprado el vestido, era para no sentirme fuera de lugar…
Le agradecí internamente, tomé una copa de jugo y me dirigí a buscar a Sarah, estaba preciosa, mi amiga era una joven que destacaba de entre las demás, me miro y abrió demasiado los ojos, creo que se disculpó con sus amigas y se dirigió a mí, le sonreí -Que te parece – le dije orgullosa de cómo me veía, si bien yo no quería ser dama de la corte o debutar en sociedad, si quería conocer como era, aunque fuera una vez, las fiestas de los nobles.
-Quien te dio todo eso- me pregunto, su cara era inexpresiva.
-Justin- sonreí, pero al parecer se molestó aún más, Sarah me dejo plantada en medio del salón, no se cuánto tiempo llevaba ahí, esperando a que mi amiga o Justin vinieran, pero nada sucedía, decidí caminar y mezclarme entre los nobles, con suerte podría mantener una conversación con alguno sin revelar mis verdaderos orígenes.
Estaba muy aburrida, las pláticas entre gente de sociedad no eran muy interesantes, eran ensayadas y monótonas, me acercaba a un grupo de jóvenes y estas mencionaban e papel tapiz de las paredes del salón, continuaba con el siguiente grupo y estaban hablando de lo mismo, no sé si eso les enseñan a decir, pero es realmente aburrido.
Me había arrepentido de no haberme regresado a mi granja, me encantaba el olor a fango y sentir el césped bajo mis pies, estaba acostumbrada a usar zapatos de piel, pero ahora sentía una punzada cada vez que daba un paso, las zapatillas de tacón de las damas, son realmente cansadas.
La gente ni se inmutaba en mirarme, en realidad pese a que tenía un hermoso vestido de seda y mi cabello brillaba como la luna, gracias a las piedritas blancas que lo adornaban, se notaba de lejos que no era como ellos, así que me limite a comer, nunca más vería comida tan deliciosa y necesitaba ingerirla toda, estaba muy llena, empezaba a comer por gula, si tenía la boca ocupada no diría cosas fuera de lugar y tal vez Sarah me volvería a hablar.
Tome una rebanada de pastel, se veía realmente rico, se me antojaba sí, pero el maldito corsé me impedía comer, sentía una gran presión en la boquilla del estómago cada vez que tragaba, así que opte por dejar el plato en la mesa, quería dirigirme a la habitación que me habían prestado dormirme y olvidar esta estúpida fiesta, me sentía realmente mal, creí que Sarah estaría ocupada y por eso no me hablaba, pero hace un rato la vi, aburrida en un sillón, intente acercarme y huyo, no era enojo, yo le daba vergüenza. Cuando lo descubrí me sentí terriblemente triste, para que invitarme si ella terminaría ignorándome, en ese momento pensé en todos nuestros años de amistad y en lo falso que fue todo.
Subí un escalón, pero vi que la gente salía apresurada hacia el jardín, así que también decidí acercarme, supuse que sería alguna persona importante o algún regalo de los Duques Graham, pero la realidad era muy diferente, volví a sentir un miedo terrible y corrí a esconderme tras unos arbustos.
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