Viaje al pasado parte 1

Fue hace mucho tiempo, un antiguo reino había sido gobernado por una misma familia, sus monarcas se preparaban para ascender al trono, se educaban desde la infancia, mientras se les enseñaba que su única obligación era cumplir su deber como reyo reina.

Este reino existía ahí desde tiempos inmemoriales, Shekinah, era conocido por tener grandes cosechas y fuertes guerreros, lo que por consecuencia hacía que fueran un gran reino, rico y próspero.

Los gobernaban los reyes Gladis II y Gilbert I eran unos monarcas muy buenos con su pueblo, ella heredera de nacimiento, el un temible guerrero que poco a poco había ascendido hasta convertirse en el gran rey de la nación. Se les conoció por ser bastantes generosos tanto con sus aliados como con sus enemigos, y muy inteligentes a la hora de hacer alianzas.

Su matrimonio no había sido muy bendecido, en veinticinco años solo habían tenido dos hijos, la princesa Elisbeth de veintiún años y su hermano menor que hasta ese momento se había proclamado sería el heredero, Osmar de dieciséis años.

Se apreciaba que el heredero fuera el hijo menor de la pareja ya que la joven princesa era muy diferente a sus padres, no le importaban los temas políticos ni nada que tuviera que ver con el reino, era muy conocida por tener mal carácter, ser impulsiva, bastante rebelde y muy coqueta con todos los visires del rey, lo que la llevo a tener una reputación no muy digna de su posición.

Hacía poco se le había informado que se casaría por el bien del reino, con el futuro rey August de Ucrynah, era contemporáneo a ella, pero se decía que era un joven enfermizo y algo raquítico.

Estaba comprometida con el Rey August, monarca de Ucrynah, un reino mucho más grande en todos los aspectos que Shekinah, pues se caracterizaba por tener un gran ejército. Sin duda era bastante acertado que sus padres la casaran con este rey, para afianzar una buena alianza y mantener al reino protegido de ataques inesperados, el único problema era que la joven no quería casarse, no estaba dispuesta a ser una moneda de cambio para el reino, ellos no la querían, además la corona no la portaba ella si no sus padres y más tarde su hermano menor, así que cada vez que un emisario era enviado para tratar el acuerdo matrimonial hacia todo lo posible para que algo saliera mal.

Por desgracia se le informo que conocería a su futuro esposo, en un par de semanas, ya que estaba invitado a la fiesta de cumpleaños de su madre, conocía bien a sus padres, los reyes de Shekinah y sabía que la fiesta seria por apariencias, en conclusión, seria aburrida, lo único que le quedaba era trataría de divertirse, y que su prometido al ver la clase de persona que era cancelara el matrimonio.

La fiesta de cumpleaños llego, la gente de todo el reino entraba por las puertas del palacio, traían enormes regalos, con diferentes tamaños, - la reina estaría muy complacida – pensó  Elisbeth, mientras miraba por el balcón que cada al jardín de la entrada principal, la gente que se daba cuenta de su presencia, la saluda con una reverencia, pero ella hacia como que desde esa altura no los veía, observo, y observo, hasta que vio un escudo conocido, el príncipe había llegado, cuando este descendió del carruaje, lo miro con detenimiento, los rumores no mentían, era un hombre feo, delgado, su tes era pálida sin duda estaba mal nutrido, como era posible que alguien se casara con un hombre como el, ya no importaban los títulos, era inhumano condenar a una joven a cuidar un enfermo sin pedirle su previa opinión.

Sonó la campana que anunciaba la hora del banquete, ella debía entrar con la familia real, así que bajo del balcón y se dirigió al salón, ella era alguien que imponía, su sola presencia se hacia notar, la gente que la observaba se intimidaba de solo verla, bajaban la cabeza mientras pasada y le hacían una exagerada reverencia, sin duda eso era lo único que a ella le gustaba, sobresalir de los demás.

Al llegar a la puerta por donde la familia real salía hacia el comedor, noto que algo estaba diferente, ella estaba sola.

 -Muy buenas noches princesa Elisbeth, es un placer- Dijo un joven, tomando la mano de la atónita princesa y depositando un beso en señal de saludo, esta de inmediato se levantó e hizo una reverencia en señal de saludo.

-Diría lo mismo, pero aún no se su nombre ¿sir? - Hablo Elisbeth haciendo una cara de asco, pues ella sabía quién era ese joven, se notaba que era alguien importante, o bastante débil ya que lo acompañaba un sequito de guardias.

-Soy el príncipe de Ucrynah, me llamo August, y estoy aquí por invitación de tus padres…… - su futuro esposo, pensó, pero no dijo nada, solo se inclinó y sonrió.

El joven príncipe le tendió la mano y dijo que entrarían juntos, al principio se negó, pero sabia que este era plan de su madre, así que solo la tomo y caminaron juntos al salón.

Estaba tan enojada, con todas y cada una de las personas en esa habitación, comenzando por el rey, que solo evitaba la furiosa mirada de su hija, y terminando por su madre, que mantenía una gran sonrisa en su rostro, podía ver como ella y ese estúpido príncipe hablaban, la miraban y sonreían.

La cena transcurrió en silencio, en realidad ella no tenía mucha hambre después de tan desagradable sorpresa, solo atinaba a ver de vez en cuando a ver a sus vecinos en esa larga mesa color dorado, les sonreía o si le hablaban se limitaba a responder, pero no a intentar platicar con ellos, cada vez que alguno de los invitados introducía los cubiertos a su boca para masticar la

deliciosa comida que les habían servido, la pobre princesa, solo se aguantaba

las ganas de gritarles correrlos de su palacio e irse a su cuarto a llorar.

Seguía inmersa en sus pensamientos, se imaginaba siendo libre, cabalgando mientras su largo pelo lacio se movía con el viento, si bien este sueño nunca sucedería si la relajaba pensar en un escenario diferente; de pronto se asustó, pues todos en la mesa la observaban, instintivamente miro a Gladis y ella solo le hizo un ligero movimiento con la cabeza para que volteara a la izquierda.

Y ahí estaba, la persona que más odiaba en ese momento…

-Me puedo permitir invitarla mañana a un paseo real, me encantaría conocer su nación alteza- Hablo el joven chico, mirando a su futura prometida y demostrando un gran nerviosismo, por escuchar su respuesta.

-Si- Fue lo único que dijo, se disculpó y se marchó a sus aposentos, por fin puso soltar las lagrima que desde hacía mucho amenazaba con salir.

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