Elisbeth y el pequeño Archie se estaban quedando en la granja, compartían la cama de Adair mientras esta estaba fuera, las tareas se compartían e incluso Gilbert cooperaba más que de costumbre. Quien se levantaba primero era Gladis y Elisbeth, a esta última se le complicaba terriblemente cumplir con algunas tareas, como por ejemplo limpiar el excremento de los animales, lo que si le gustaba era vender los productos, ya que se podía alejar del olor de los animales, de su familia y sobre todo de Archie, este era aún muy pequeño y la terminaba molestando constantemente, pensaba que si Adair estuviera en la granja ella se ocuparía de su hermano, a diferencia de Naybella que terminaba harta después de estar un rato con el pequeño.
El día de Elisbeth transcurrió rápido, los productos se terminaron, recogió las canastas, y las encimo, así sería más sencillo llevarlas a casa, en un pequeño pañuelo color verde, envolvió las monedas que más tarde entregaría a Gladis, su madre, estaba a punto de irse cuando vio que los guardias del regente rodearon el mercado, uno de ellos estaba saludando a las personas mientras les pedía de su cooperación para encontrar una criminal buscada por la corona, a diferencia de su hija, ella si se mantenía un perfil bajo, era curiosa y quería escuchar que
tenía que decir el regente Malcolm, se ocultó tras unas personas mientras analizaba la situación, y escuchaba con extrema atención lo que los guardias decían, después de unos cuarenta y cinco minutos, se marcharon dejando a la gente del mercado sorprendida, sin duda alguna estaban buscando a Adair su hija.
Tomo uno de los pergaminos que dejaron pegados en las paredes con la descripción y dibujo de la joven, la mayoría de la gente del mercado no sabía leer, así que dudaba que echaran de menos el papel, lo doblo cuidadosamente y lo guardo, miro hacia los lados asegurándose que nadie se diera cuenta de lo que estaba haciendo, mientras con paso apresurado se marchaba hacia la seguridad de la granja, sin duda alguna el tiempo había llegado.
El camino era de tres horas ya casi anochecía, estaba muy ansiosa, su hija había escapado y
eso era bueno, aun no la encontraban los guardias, lo cual le demostraba que Adair era lista, sin embargo, no tenía dinero, contactos y suponía que tampoco sabría defenderse, entonces imagino que, si algún mal viviente le hacía algo, todo su plan se vendría abajo, era primordial encontrarla y ponerla a salvo.
Cuando llego a la granja, todos estaban sentados y listos para cenar, ella saco el pergamino que tenía doblada, lo dejo en la mesa, mientras todos la miraban con cara de extrañez, en ese momento la cara de sus padres se deformo al punto de que de un momento a otro podría darles algo, Naybella se levantó de la mesa, tomo a su hermanito de la mano y se fueron a la habitación.
-Ya es hora- rompió el silencio Elisbeth.
-No, ella aun es una niña– dijo Gladis.
-Eso no importa, si es una niña o una mujer, ella no sabe nada – se sumó a la conversación Gilbert.
-DEBE IR A la mansión FERNSBY– grito alterada la madre de Adair, esta situación la estaba estresando, desde cuando encariñar con su hija era parte del plan.
-Concuerdo contigo, pero…. – respiro – no debe ir a ver a su padre –menciono a punto de llorar la abuela de la joven.
-Ella es nuestro escudo, nuestra arma para vengarnos de ese mald...- ella es tu nieta y te recuerdo que nosotros la cuidamos desde que era un bebe– interrumpió Gladis a su marido muy molesta.
-Dejemos que ella decida– interrumpió a ambos ancianos Elisbeth, quien había tomado asiento y mostraba una sonrisa engreída – será cuestión de que conozca toda verdad, así podrá decidir sin que nadie, la obligue – rio.
Gladis miraba mal a su hija, – ¿Qué nadie la obligue? Su vida se condenará, a un hombre que un nunca la amara –sus palabras eran duras, pero sabia que el peso de estas molestaría a su hija y eso era lo que estaba buscando, que se callara de una vez.
-Eso no importara, verdad madre - su tono fue sarcástico, su cara se deformo mostrando el odio que sentía, en el pasado su madre le había dicho estas palabras, eso no importara y cada maldito día de su vida las recordaba, tal vez si le hubiera hecho caso las cosas hubieras sido diferentes.
-Y si no importa, porque no cumpliste con tu obligación – rio, esta vez Gladis.
Al parecer la conversación se había terminado, tanto Gilbert como Elisbeth, se habían marchado, cada uno por su lado, esperando que los ánimos se calmaran para volver a tocar el tema y decidir sobre el futuro....
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