Capítulo 13.

Emily no era ignorante, no era tonta y mucho menos ingenua, pero era dejada, no le importaban las palabras hirientes de los demás, tampoco las del mismísimo Erik, pero su sentimiento de dejadez estaba deshaciéndose, estaba comenzando a cansarse de verdad, el que la situación se repitiese una y otra vez le causaba un sentimiento de cansancio, uno de verdadero cansancio, podía seguir corriendo, podía seguir yendo y viniendo de casa, pero en las mañanas quería seguir durmiendo, quería seguir acostada en su cama sin tener que repetir el cansado día, por un momento, ni siquiera ver la sonrisa de Erik le hacía sentir mejor, pero se aferraba al hecho de que solo era un mal día, un mal día que se repetía todos los días desde hace días.

Erik no sabía nada de eso, no sabía que aquella dulce niña sentía cansado hasta sonreír, y nadie se daba cuenta, y está vez si era enserio. Trabajar día y noche en aquellos proyectos que creía que hacía por qué quería la estaban acabando, la estaban dejando con noches sin dormir, unas enormes ojeras debajo de sus ojos que ocultaba con el maquillaje de su madre. Mientras tanto, sus verdugos disfrutaban de excelentes días sin tener que preocuparse por aquellos trabajos.

Solo que ese día cambiarían las cosas, ya que, al llegar, Emily notó que en su pupitre, había una caja de chocolates y una pequeña nota pegada a ellos.

“Tu sonrisa es hermosa, nunca la quites”

Att: C.

Por la mente de Emily, pensó que esas notas eran de Christian, cosa que desechó en el momento en el que vio la letra, su amigo no escribía con letra cursiva, él tenía una bonita letra de molde que no se parecía en nada a aquella letra cursiva. Pero eso no evitó que sintiera un revoloteo en su estómago, alguien que no era Christian le estaba dando regalos como esos, por un momento, su cabeza pensó en la probabilidad de que aquello fuera una broma, pero ¿Cómo comprobarlo? Esa era una preocupación, la otra, tenía que ver con Erik, con el sentimiento de que lo estaba engañando, aunque lo único que ella había hecho fue leer aquella nota y comer un chocolate, el dulce que explotó en su boca con un millón de sensaciones y que trajo consigo una enorme felicidad. Antes de que alguien llegara y la viera, guardo las cosas en su mochila y se dedicó a derretir el chocolate en su boca, disfrutando del momento para no tener que levantar sospechas.

El tiempo para entregar los proyectos se estaba acabando y la nueva “depresión” que Emily sentía le era un impedimento para trabajar más rápido. Así que tanto Joe como Erik comenzaban a preocuparse por la tardanza, para hablar de la niña prodigio, ese trabajo debería de estar listo ya.

—¿Estás seguro de que estás haciendo un buen trabajo?

—Estoy comenzando a creer que no.

—Entonces ¿Qué esperas? ¿Ya la besaste? —vio a su amigo negar— por esa razón es que ese trabajo sigue en la introducción.

Joe cuidaba que el plan se llevará a cabo mientras que Erik lo llevaba a cabo, así que en el descanso, fue en busca de la chiquilla, pero no vio a nadie en el aula, solo vio como una persona colocaba una cajita de colores y un pequeño peluche encima del pupitre de Emily; Erik estaba escondido viendo toda la situación y cuando iba a enfrentar a aquel tipo este salió corriendo por el movimiento, una chiquilla regordeta entró dando saltitos al salón y se detuvo justo en su pupitre, observando los regalos encima de esta, acaricio la cajita de colores, la destapó y observó los caramelos de colores que estaban dentro, eran sus favoritos, los caramelos con un picor de soda, cuando su madre los compraba para ella, era una de las niñas más felices que pudieses ver, los disfrutaba como si la vida se le fuese en ello y verlos ahí, como si aquella persona lo supiera, pero nadie a excepción de su madre lo sabía. Tomo un caramelo y lo metió en su boca, disfrutando de la acidez, mientras tanto, observaba el peluchito encima, un conejito blanco que olía a caramelo, sonrió y metió todo en su mochila sin darse cuenta de la mirada encima de ella, las campanas de entrada a clase sonaron y Emily se sentó en su silla esperando ansiosa el fin de las clases de ese día.

Erik se fue molesto, últimamente tenía mal humor todo el tiempo y ver que alguien más le regalaba dulces “su novia” le molestaba, ya que significaba más rivales, a menos que fuese el mismo estúpido de Abernathy, podía ser una opción —pensó—pero algo le decía que eso no era cierto, que alguien más era quien le daba esas cosas, así que puso un plan en marcha para que ella se olvidara de ese tipo y se concentra en el trabajo encargado. Y para la mala suerte de Emily, él se había enterado, lo peor no fue solo eso, sino que estaba tan concentrado en los sentimientos de enojo hacía ese tipo que no noto, las vendas en las manos de la chica y la sangre que brotaba de sus rodillas y manchada las medias blancas.

Emily había sido —una vez más— víctima de una burla, compañeras del salón la habían empujado y pateado, comportándose como hombres. Sus vendas se mancharon y sus raspones de heridas se abrieron, provocando que la sangre brotara nuevamente de las heridas haciendo que la sangre se secara y sus medias se pegaran a la piel, el solo hecho de pensar en el dolor que le provocaría quitarse las media pegadas, echar a perder el proceso de recuperación al arrancar aquella placa de sangre, los dulces eran una distracción del ardor y el dolor en sus costillas.

—Alguien le deja dulces a la cerda.

—¿De qué hablas?

—Vi a un tipo dejando una caja con caramelos en su pupitre.

—¿Y que hizo ella?

—Sonrió como estúpida, ya sabes , su patética sonrisa de siempre.

—Debes hacer algo.

—Si, lo sé, no lo recuerdes.

Las cosas comenzaban a complicarse para todos, conforme avanzaban el tiempo, Erik tenía que hacer cosas que ya no quería, su repulsión comenzaba a ser cada vez más grande, estaba jugando con fuego y podía salir quemado.

***Este trabajo esta bajo contratado con NovelToon y la piratería, como la reimpresión sin permiso, están estrictamente prohibidas.***

***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***