Capítulo 9.

Emily llegó a su casa con mucha emoción, pero sintió un aura pesada en aquel lugar, su casa nunca estaba lúgubre, es más, siempre estaba su madre sonriente, horneando algo para la llegada de su esposo en la tarde noche.

Corrió a la cocina, encontrando a su madre y padre hablando, tenían una mirada de preocupación que trataron de ocultar cuando vieron a su rayito de luz, pero Emily no era tonta, claro que sabía algo pasaba, así trató de que sus padres no le dieran vueltas al asunto, sus padres lo entendieron, así que todos se sentaron en la mesa de la cocina hablaron el tema.

El señor Black había sido transferido a otro país, tendría que viajar de Los Ángeles, a Massa Marítima, Italia, por una promoción por su excelente trabajo y desempeño, todos sabían que el señor Black era un excelente trabajador, su maestría en Economía le daba un respaldo, el problema no era ese, sólo que el padre de Emily no quería irse del país sin su familia, pero también comprendía que para su esposa y su hija sería difícil dejarlo todo para mudarse a otro país en donde no conocían el idioma ni las costumbres de las personas; ambos padres lo hablaron con calma y tranquilidad, pero por la mente de Emily ya pasaba la idea de no irse y dejar a su conejito cuando apenas estaban iniciando una especie de relación, él fue la primera persona en la que pensó, pero también llegó a su mente el rostro sonriente de su nuevo amigo, Christian. Cuando le preguntaron su opinión, ella dijo que no se quería ir pues perdería a todos sus amigos —y cuando se refería a todos sus amigos, se refería únicamente a Christian, aunque ella también contara a Erik—. Ambos padres lo comprendieron, entonces, a pesar de lo difícil que sería separarse, se decidieron a ir cuando Emily hubiese terminado sus estudios y la señora Smith encontrara una vacante de cirugía en el hospital más cercano a su casa.

El padre de Emily se iría en dos días, demasiado pronto para asimilarlo, pero lo único en lo que la pequeña pensaba, era en el hecho de que no se alejaría de su querido conejito, quien apenas le abría las puertas de su corazón, así que cuando todo estuvo discutido, ella subió corriendo a su habitación, prendió su computadora de escritorio que había obtenido hace algunos años cuando entró a un grado un poco más elevado; colocó la contraseña de su usuario, siendo la fecha de cumpleaños de Erik y cuando está le dio paso, se podía apreciar de fondo de pantalla, una foto de él con ella, cuando el mayor había cumplido los 16 años; desde el día en el que el mayor rompió sus fotos, ella comprendió que esa clase de fotos tendría que guardarlas o esconderlas en algún lugar, fuera del alcance de este.

Abrió un documento y comenzó a trabajar en el tema del proyecto del menor, su memoria fotográfica le ayuda a recordar las cosas relacionadas con ello y sus dedos se movían con rapidez por el teclado. En la casa de al lado, el mayor sonreía la ver a la tierna Emily trabajar sin descanso, ese trabajo sería su mejor calificación y sin siquiera tener que mover un solo dedo para lograrlo.

Erik no comprendía el daño que estaba ocasionando en la su vecina, ya que ella estaba más pendiente en terminar la tarea de alguien más que en la suya, estaba más emocionada por verlo a él, que triste por saber que su padre tenía que irse del país y ella no lo vería en un largo tiempo, claro, su mente estaba llena del joven de perlada sonrisa que no dejaba de pensar en ella como una cerda asquerosa, pero lo que a ella más le importaba era verlo a él feliz.

Al día siguiente, cuando Erik estaba con su amigo y conversaban durante las clases como era su costumbre, tocaron el tema de Emily, no sintiendo ninguna clase de remordimiento por como la estaban usando y por como la llamaban, estaban cegados por una calificación perfecta y no pasar un año más en el mismo grado, sólo esperaban el momento en el que ambos estuvieran a solo un año de salir de la escuela.

Mientras tanto, Emily estaba en sus propias clases, con su atención nada más y nada menos que en la dulce sonrisa que Christina le daba a través de la ventana, los papelitos que le escribía y pegaba al vidrió para que ella pudiera leerlos; no es que el castaño disfrutara de saltarse las clases para ir a ver a sus amigos, pero le fue imposible no hacerlo al notar el ceño fruncido de concentración que poseía la chica, y prefería verla sonreír que con una cara de preocupación, pero en cualquier momento se tendría que ir, pues no era la mejor opción estar ahí hasta que las clases se acabaran, lo vieran y lo dejaran en detención por faltar a sus clases.

Emily estaba tan comprometida a serle fiel a Erik, que sintió una punzada de culpa, al sentir que la compañía del castaño le era mejor que la del rubio, así que negó repetidas veces; ella sabía que Christian era su amigo, que sólo era una de las pocas personas que le decían cosas lindas y pasaban tiempo con ella que no fuese obligado. Pero le causaba conflictos el hecho de que Erik no le hiciera esa clase de cumplidos como los hacía Christian; además de sus padres y Christian, nadie más noto que tuvo que recortar su cabello hasta los hombros por la broma del chicle en el cabello, para su suerte, esta vez, había sido menos agresiva, pues pudo recortar mejor su cabello y no dejarlo muy corto. A pesar de que estuviera un poco chueco, Christian le había dicho que lucía hermosa, como siempre, y que su cabello era lo de menos mientras conservara esa hermosa sonrisa.

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