Capítulo 19.

Las palabras dichas en sus sueños con tanto odio lo despertaron, tentó el lado de su cama y noto el vacío en ella, se levantó asustado, Emily no estaba ¿esas palabras no fueron un sueño?

—¡Emily! —quitó las sábanas de su cuerpo desnudo y corrió para poder encontrar a la chica desaparecida— ¡Emily!

Ella llegó corriendo con miedo al encuentro del chico, chocando con su desnudo pecho.

—¿En dónde estabas? —la tomó por los hombros y la sacudió.

—Lo siento, conejito, estaba en el estudio de tu madre imprimiendo, no quería despertarte con el ruido de la impresora.

—Lo siento, yo… pensé que te habías ido.

—No —sonrió— no me iría menos que me lo pidieras, por cierto, toma —le extendió los dos juegos engargolados al chico— no sabes lo que me costó poder engargolarlo yo sola, la máquina ayuda mucho, pero hacerlo es un martirio ¿Te gustan?

Ambos juegos tenían la misma cantidad de páginas, pero el engargolado era diferente, con distinta espiral de anillos y portadas diferentes, con diferentes temas también, al abrir la cubierta, se dio cuenta del detalle, la otra copia llevaba el nombre completo de Joe.

—Emily yo no…

—Tranquilo, lo sabía desde el principio.

—¿Porqué lo hiciste?

—Quiero agradarles a tus amigos y que me acepten.

Y Erik sintió una punzada en el corazón.

—Por cierto, tomé tu camisa del uniforme, me iba a poner mi uniforme si tenía que salir, pero la verdad es que está todo arrugado y no quise usarlo, disculpa si te molesta.

—No, está bien —su mirada la evaluó de mies a cabeza— te ves sexi.

Aquello no lo había dicho para burlarse, a sus ojos, era cierto y tuvo la intención de aventarla a la cama para continuar lo que hicieron, pero ya era tarde y Emily no podía darse el lujo de espantar a su madre y la madre de Erik llegaría pronto.

—Me tengo que ir, conejito, mi madre llegará en un rato y no puedo asustarla, además, la tuya también llegará pronto, no quiero que le diga a mi madre de esto.

Erik sonrió y la acercó a él para abrazarle, comenzaba a gustarle la sensación de tenerla entre sus brazos; fue en ese momento, cuando los brazos de ella lo rodearon él que sintió como este no llevaba nada puesto.

—¿Estas desnudo? —preguntó nerviosa.

—Sí ¿algún problema? ¬—Dijo en tono seductor.

—Yo… yo no, no…

—Tranquila, cierra los ojos y date la vuelta.

Emily obedeció y Erik se colocó su ropa interior y después sus pantalones.

—Listo, hermosa, vístete.

Aquella palabra hizo sonrojar a Emily, quien recogió su ropa y se fue a encerrar al cuarto de baño. Erik rió por la inocencia de la chica y se dispuso a recoger su habitación, fue cuando vio la pequeña mancha de sangre en las sábanas y decidió quitarla antes de que su madre la viera, pero también se sintió mal, porque, aunque había disfrutado de aquello, sabía que lo hizo estaba mal; regresando al plan principal, borró aquello de su mente y envió un mensaje a su amigo, diciéndole que tenía todo listo.

Emily salió del baño con su uniforme puesto y algo arrugado.

—Listo conejito, tengo que regresar.

—Yo te llevo —se colocó la prenda superior y salió con Emily para dejarla en la entrada de su casa —nos vemos mañana, Mimi.

—Claro, conejito.

Ella se dio la vuelta, y abrió la cerradura de la puerta, cuando le dio la espalda, Erik dio una palmada en su nalga derecha lo que la hizo entrar corriendo y cerrar la puerta para escuchar la risa del susodicho.

—Descansa, Mimi.

Parecía que las cosas iban bien ¿No? Emily tenía al novio que siempre quiso, pasó una noche increíble con él y el mencionado tuvo una calificación perfecta antes de que el curso terminara.

Así que, por aprobar, pudo asistir a la fiesta de graduación de último año, donde se supone que sólo los invitados podían asistir, además de los graduados, así que no se esperó ver ahí a Emily, con su cabello un poco más largo pero aún corto, maquillaje ligero que le hacía ver la cara de una muñeca de porcelana, además de ese hermoso vestido color plata que Christian le había regalado junto a sus primeras zapatillas de tacón, se veía hermosa, todos lo sabía, las miradas estaban sobre ella, e iba del brazo junto a un Christian enfundado en un smoking y una radiante sonrisa, se veían bien, pero nadie lo admitía, las criticas llegaron, diciendo un: “me vería mejor en ese vestido ya que soy delgada” “Le queda horrible a la vaca” “Esa clase de ropa es para chicas guapas como yo, no para animales de granja como ella”

Erik estaba ahí, gracias a la invitación de un amigo de último grado, al igual que Joe y Claude que ya se relacionaba con estos. No se percató de la presencia de ella a sus espaldas cuando soltó las siguientes palabras.

¬—El asco que me dio tener su cuerpo amorfo y grasoso entre mis manos, era un asco, era como una vaga mugiendo —rió con sorna y a carcajadas— pero fue mi precio a pagar por una calificación perfecta y aquí estoy —extendió los brazos — es tan estúpida que hizo todo lo que le dije, abrió las piernas a la primera, no le tuve que rogar.

Su sonrisa se desvaneció cuando escuchó una voz rota decir aquel apodo, fue como si toda la música y cuchicheos de los demás hubieran desaparecido.

—Conejito.

Se dio la vuelta y pudo observar a aquella hermosa chica de vestido plateado con mejillas sonrosadas sonreír, pero no era esa hermosa sonrisa brillante, sino una rota, sus ojos no brillaban como siempre, ni las lágrimas que se resbalaban los hacía brillas, sintió miedo al ver esos ojos apagados, como su el color chocolate en sus ojos hubiera dejado de existir y fuera sola la pupila dilatada.

—Emily.

—Erik —susurró ella.

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