ERROR: Rojo Carmesí

Se quedó dando vueltas en su habitación, disfrutando de su vestido nuevo que había confeccionado cuando robó la tienda de ropa. Disfrutaba cada movimiento del vestido. Cómo la seda se envolvía entre sus piernas.

Luego dejo de dar vueltas. Los ojos color miel llegaron a su mente, asustados, llenos de rabia. Suspiró.

No era así como lo hubiera imaginado ¿Pero como iba a culparlo? Era una ladrona a sus ojos, alguien que lo engaño, y que lo vigilo, lo acosó y expuso a su novia, ella lo tenía merecido. Esa chica no supo guardar un secreto. Tampoco le había dado las suficientes pruebas para que confiara en ella.

Pero no las había.

Lo necesitaba a el para recolectar lo que ella ya sabía. Intento persuadirlo con su encantadora sonrisa pero no es tan débil como los otros hombres de los cuales había manipulado y que ahora trabajaban para ella.

Se encogió de hombros, volvió a dar más vueltas.

Damián confiaría en ella pronto, no estaba orgullosa de amenazarlo, usualmente usaba la persuasión. Pero como dicen por ahí el fin justifica los medios.

El es el que debería comprender eso a la perfección, era la persona más oportunista que conocía además de ella misma. Había robado exámenes, hackeado sus notas, había hackeado para impresionar a la insípida de Erica y sin mencionar esa vez... Dios esa vez la hizo entender que el sería su aliado perfecto. Esa vez si uso sus habilidades por una emergencia real, sabía que no quería hacerlo pero era justo. Si alguien se enteraba de eso era su ruina. Y ella lo sabía, no podía revelar ese secreto de el, ni ninguno que sabía, técnicamente eran sus secretos, ocultaban esas cosas. así que era mejor calumniarlo. No revelaría esos secretos que pesaban en su ser. Fantaseaba que el mismo en persona era el que le contaba esos secretos y ella juraba guardarlos. Volvió a suspirar.

—Dios, ya nos dimos cuenta que te encantó tu nuevo vestido Rouse.—Dijo John pero no tenía la mirada en ella, la tenía en una revista.-Deja de dar vueltas, me estás mareando.

—Dejala, hace tiempo que no tiene un vestido tan ostentoso como los que le gustan.—La defiende Denisa.

—No justifica mis náuseas, parece que veo señales de ALTO por todos lados.—Dice el y lleva la revista a su rostro.

—Lo siento John.—Se disculpa y deja de girar. Camina hacia la peinadora y comienza a quitar cada perla de su cabello.—¿Nuestro amiguito llegó a salvó a su apartamento?

—Si, tenía espasmos corporales pero leí en las instrucciones que eso es normal.—Dice John restándole importancia.

—Bueno, entonces está bien.—Dice Rouse y sigue quitando las perlas con cuidado.

—Rouse, la estafadora está lista para su cita.—Dijo Denisa.— ¿Quieres que agende una fecha para su encuentro?

—El próximo martes, así no solo le robaremos, si no que también hackearemos su información y la chantajearemos para que este de mi lado... Si no solo la robaremos por ahora, si se comporta grosera de todas maneras llamaré a mi... Al hacker para que la meta a la cárcel.

Se rió y volvió a dar una última vuelta.

Tanto esfuerzo por fin comenzó a dar frutos, pronto llegaría al pez gordo que había estado buscando desde el día que había cumplido trece años.

.........

Desperté de un salto en mi cama cuando escuché el sonido de la puerta de su apartamento. Maldita roja lo había sedado de nuevo. Me levante y alrededor de mi ví todo borroso. Me sostuve con el marco de la puerta hasta recuperar la estabilidad. Tomo una bocanada de aire y camino hasta la puerta.

Dieron otro golpe, usualmente abría la puerta sin mirar pero como estaban las circunstancias era mejor no arriesgarse. Miro por el pequeño agujero y vio la cara de su novia que sonreía, sus ojos azules ocupaban casi todo el espacio.

Miro detrás de el y vio el cuadro.

No, no, no.

Camino rápido hasta tomar la pintura ue antes estaba guardada en su cajita ahora estaba fuera. Guardo la pintura y camino hasta su closet y puso su ropa.por encima para esconderlo. Golpeó de nuevo la puerta.

—¡Ya voy!

No podía arriesgarse a qué hubiera otra cosa inesperada de parte de Rouse. Camino, dió vueltas reviso los cajones. Paso por frente de su espejo y se detuvo cuando vio un reflejo rojo que venía de su rostro. Freno y miro con atención.

Tenía en la frente una marca de un beso con labial rojo.

—No puede ser.

Corrió hacia el baño.

—Maldita sea, Rouse.

Tomo el jabón y comenzó a lavarse el rostro. Relajo los hombros tomo la toalla y se seco el rostro.

Camino de nuevo hacia la puerta y oro para que no hubiera otra sorpresa.

—¡Traje películas!—Exclamo Erica con unas películas en sus manos. Se que los CD son algo antiguos pero se que tienes un reproductor y que te gustan.

—¡si! Amo esas películas.—Respondió el tratando de sonar entusiasmado, Pero estaba abrumado.

Estaba metido en un montón de líos que ni siquiera sabía en como se había metido en ellos.

—Oye, lindo pendrive.—La voz de Erica lo traje de nuevo a su mundo. Corrió a donde estaba ella. Sosteniendo su peor pesadilla.—He estado buscando algo con este modelo ¿Dónde lo conseguiste?

—Eh... No lo recuerdo.—Mintio, debió guardar ese pendrive. Por suerte el Boomerang estaba en un cajón.

—¿Que tienes aquí?—Pregunto Erica a punto de conectarlo en la computadora.

—¡No!—Damian le gritó y se lo arrebató de las manos. Erica se quedó paralizada con las manos en un puño delante de su pecho.-Digo, tiene información confidencial, si Enrique se entera de que alguien más lo vio estaré frito.

—Entiendo...—Dijo Erica recelosa.

—¿Si?—Pregunto Damián con un nudo en la garganta.

—Estas demasiado cargado con el trabajo ¿Verdad?

—Si, justamente es eso.

—Por suerte estoy yo aquí, así distraes tu pequeña mente.

Le dijo y le dió un beso que el correspondió de inmediato.