Angélica, una mujer fuerte y determinada de 40 años, ha enfrentado la adversidad con valentía. Pero cuando siente que ha perdido su motivación y las ganas de seguir luchando por salir adelante, un inesperado encuentro con un apuesto hombre llega para cambiar su destino.
Axel es mucho más joven que ella, pero aunque es arrogante y poderoso, a sus 25 años su pasión y devoción la hacen sentir viva de nuevo.
¿Podrá Angélica dejar atrás sus cicatrices y creer en el amor nuevamente?
Descubre esta historia de amor, desamor y mucha pasión, donde la edad no es un obstáculo para encontrar la felicidad.
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Capítulo Veintiuno
Axel ya estaba desesperado, había enviado a Marisolio por su musa desde antes del medio día y ya eran las ocho de la noche y aún no llegaban.
Salió del teatro alla Scala con su equipo, directamente al hotel, y desde allí siguió marcando al celular de Marisolio, pero la llamada se iba al contestador:
📱¡Bienvenido al contestador de Marisolio, el más genial del Emporio! Deja tu mensaje y te responderé cuando tenga tiempo para salvar el mundo... o al menos, para responder llamadas.
—¡Hasta para dejar mensajes en su contestador es ridículo! — Axel hablaba solo en la habitación.
Tambien marcaba al número telefónico de Angelica, pero como cosa rara, su celular está muerto.
Así que, frustrado, se sirvió un vaso de whisky y se sentó en el balcón de la suite para mirar la hermosa ciudad de Milán. Estaba exasperado, pero solo le tocaba esperar.
En ese momento llegó al hotel Four Seasons un apresurado Marisolio con Angelica de la mano la cual miraba asombrada todo el lujo del lugar, y admiraba cada lámpara, cada cuadro, cada mueble; parecía una niña en una juguetería.
Marisolio estaba rogando a todos los santos del pastoral que ningún chismoso lo viera con Angelica. Lo más importante es pasar desapercibidos y dejarla instalada en una de las habitaciones del hotel de un piso que no fuera de los que están ocupando el equipo de Darko Luxure.
Ya había hecho la reservación desde antes de salir hacia Madrid y tenía en su poder la tarjeta de acceso. Subieron por el ascensor con el botones que llevaba las compras que había hecho Marisolio para Angélica y estaba de buenas que nadie los vio.
—Habitación 317, bienvenida. —Dijo el botones dejando las bolsas en uno de los muebles y le recibió la propina de Marisolio para salir dejándolos solos.
—Mi ojos bonitos, ponte cómoda, date un baño y usa una de esas cosas feas que compraste en Victoria's Secret y me avisas cuando estés lista. —Marisolio le indica a Angelica lo que debe hacer, para poder él retirarse a su habitación. —Anota mi número telefónico.
Angélica saca el móvil de su bolso y este, como siempre, sin carga.
—Oh, lo siento. Está sin carga y no tengo cargador. —Angelica se excusó y a Marisolio casi se le salen los ojos de sus orbitas al ver tremendo dinosaurio de celular.
—Ay, Dios santo, ¿qué es ese espanto de celular? Deja eso en la basura que si te descuidas te estalla en las manos. —Y es que el pobre celular de Angélica tenía la pantalla rota y la pila estaba ya tan vieja que debía apretarla con una liga para el cabello.
—Sí, tienes razón, ya se puede convertir en un arma letal. —Angelica era consciente que el chéchere estaba ya para tirar. —Pero es el único que tengo. —Luego se queda pensando. —¡Ay que carajos! ¿A mi quien diablos me va a llamar?
Y tin, lo tiró a un basurero que había al lado del recibidor.
—Mejor me llamas a mi habitación, es la 511.¿Sabes cómo hacerlo? —Marisolio preguntó con cautela, pues supone que Angelica jamás ha estado en un hotel, al menos como huésped.
—Me imagino que con el teléfono marco ese número —Angelica le contesta con lógica.
—Disculpame ojos bonitos, pensé que eras medio bruta y me equivoque. Si así es. Ahora ponte más linda, pásate la máquina de afeitar por todos lados; en el baño hay productos de belleza de Acqua di Parma. Ciao bella, espero tu llamada. No te demores, que ese hombre ya me tiene mi pobre buzón de mensajes lleno. —Marisolio se despide y deja a una Angelica sonriente; se siente como en un sueño. Ve esa cama tan tentadora y le provoca más bien darse un baño y dormir como nunca lo ha hecho.
Cuando entró al baño, vio una hermosa bañera de mármol, la llenó con agua tibia y vertió en ella una bola que decía: Bomba da bagno. Olía rico y supuso que era para el agua de la bañera y no se equivocó; rápidamente este se disolvió y empezó a formar mucha espuma.
—¡Wow, es magia! —Angelica gritó emocionada.
Angélica entró al agua y se relajó al instante. La bomba era de un aroma apacible, aprovechó, le hizo caso a Marisolio y un rato después salió del baño, se tomó su tiempo acicalándose y escogió de lencería solo unas pequeñas bragas, se puso únicamente encima una bata de seda y llamó a Marisolio.
—Marisolito, Marisolito, ya estoy listica y afeitadita. —Angelica estaba divertida cuando contestó Marisolio. —Eso que me iba a quedar dormida, pero me arrepentí.
—Ay, mujer, ¡ya estaba quedándome dormido era yo! ¿No sabes que ya son las diez de la noche? Espero que con verte a ese hombre se le pase la rabia; hace rato vino a buscarme y me negué a abrirle la puerta. Ya mismo lo llamo, espéralo bien, coqueta y bichota. —Marisolio colgó la llamada y rápidamente llamó a Axel.
—Habitación 317. —Y colgó.
Axel inmediatamente al saber la habitación en que estaba Angelica ahí mismo salió corriendo y ni esperó el ascensor, bajó los dos pisos por las escaleras y unos segundos después estaba en la puerta de su musa.
—Toc, toc. —Estaba nervioso, las manos le temblaban y no sabía por qué se sentía así. Pero rápidamente todo eso se le quitó al abrirse la puerta que en realidad; estaba ajustada y vio a Angelica en la cama esperándolo.
—Hola, baby. —Angelica lo saludo coqueta, y Axel inmediatamente cerró la puerta, no sin antes poner el aviso de: “no molestar”.
Se acercó a ella y se sentía como si hace mucho qué no la veía. Estaba hermosa, se veía más fresca, más juvenil y en dos solo dos zancadas llegó hasta ella.
—Te extrañe. No sabes cuanto. —Axel le dice sentándose a su lado, luego le baja la bata de baño para encontrar su objeto de deseo. Las tocó mientras besaba a Angelica con ternura.
Angélica reconoció que tenía razón al pensar que el baby quería tetica. ¿Sería que su mamá no le dio de lactar? Pobrecito pero yo le daré pecho todo lo que quiera.
—¿Me extrañaste a mi o a mis puchecas? Me siento desplazada —Angelica le reprochaba de manera burlona
—A ti, por supuesto, a la dueña de mis teteritos. —y dicho esto, Axel empezó a succionarlos.
—¡Ahh baby! Cuando haces eso me siento como una casa de dos pisos. —Axel deja de chuparlos y la mira extrañado.
—¿Una casa de dos pisos? —le pregunta.
—Si, lo que hacen arriba se siente abajo. Mira, ya me inunde. —Angelica como toda una desvergonzada le muestra, solo para que Axel vea que esta sin un solo pelito.
—Oh, pero que linda. La quiero probar. —Y sin que Axel se lo pida Angelica se tumba en la cama con las piernas abiertas y corre ella misma la pequeña braga a un lado.
Axel sin pensarlo se ubicó entre sus piernas y empezó a probar a Angelica dándole pequeños lenguetazos qué la tenían casi al borde de la locura, hasta que no aguanto más y se desbordó.
—¡Axel! ¿qué esperas? ¿No quieres guardar a Axelito en mi coñito?