Nelly es una elfa a quien el destino le ha jugado una mala pasada, siendo engañada por su hermana, ella se ve envuelta en una situación tensa. ah pasado la noche en la habitación de un hombre al que no conoce. Al perder su honor es exiliada de su familia. Cuatro años después regresa por trabajo acompañada de un pequeño niño, y siendo acosada por un hombre que solo quiere pagar una deuda, por petición de su abuela... Ellos no sabían que sus destinos ya habían sido marcados por el lazo de un Después.
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Una historia
El aire fresco de la mañana me golpeó el rostro al bajar del jet. El sol aún no se atrevía a asomarse por completo en el horizonte, pero la promesa de un nuevo día, y la oportunidad de desentrañar el misterio de Selene, me impulsaban hacia adelante. Dara, como siempre, estaba a mi lado, su presencia una constante en este torbellino de mi vida.
—¿Mi abuela llamó nuevamente?— pregunté, ajustándome la chaqueta.
—Sí, Skailer. Me dijo que te espera para el desayuno. Sabes que no le gusta que la hagas esperar— respondió Dara con una sonrisa, conocedor de las costumbres de mi abuela.
Nos dirigimos hacia un carruaje discreto que nos esperaba. Al subir, el olor familiar a cuero y a un toque de hierbas que mi abuela solía usar para aromatizar el interior me envolvió. El conductor, un hombre de pocas palabras pero de gran confianza, ya estaba al volante.
—A la gran villa por favor— ordené, con mi voz resonando en el habitáculo.
Mientras el carruaje se ponía en marcha, dejando atrás la pista de aterrizaje, sentí la familiar sensación de anticipación mezclada con una pizca de inquietud.
El viaje transcurrió en un silencio cómodo entre Dara y yo. Revisamos algunos detalles de la investigación, repasando mentalmente los puntos clave que debíamos abordar. Sabía que cada palabra de Elena debía ser analizada con lupa, cada gesto escrutado.
Al acercarnos a Vallebruma, el paisaje comenzó a cambiar. Los bosques densos dieron paso a campos más abiertos, salpicados de construcciones élficas que se alzaban con una elegancia atemporal. El aire se volvió más puro, cargado del aroma de la vegetación y de la vida que bullía en la ciudad.
—Primero, la abuela— recordó Dara, y yo asentí.
El carruaje se detuvo frente a una villa acogedora, con un jardín lleno de flores vibrantes. Al bajar, la puerta se abrió de inmediato, revelando a mi abuela, su rostro surcado por las arrugas de la sabiduría y el amor.
—Skailer, mi niño— su voz era cálida, como un abrazo reconfortante. Me recibió con una sonrisa radiante, y por un instante, el peso del mundo pareció aligerarse.
—Abuela— la abracé, sintiendo la familiar calidez de su abrazo. —Gracias por esperarme—
—Nunca te dejaría esperar, mi sol— respondió, guiándome hacia el interior. —El desayuno está listo. Y sé que tienes cosas importantes que hacer hoy, pero un poco de tiempo con tu abuela nunca está de más—
Nos sentamos a la mesa, y mientras compartíamos el desayuno, ella me preguntó por mi trabajo, por todo aquello que la mantenía conectada a mi vida. Le hablé lo suficiente para tranquilizarla, omitiendo los detalles más oscuros de mi búsqueda.
—Y después de esto, ¿a dónde vas?— preguntó, sus ojos penetrantes escudriñando mi rostro.
—Tengo una reunión importante, abuela— dije, con mi voz volviendo a su tono habitual. —Un asunto que debo resolver—
—¿Que hay de Nelly? ¿Que pudiste hablar con ella?—
—Es algo dura— dije y ella rió un poco.
—Esas son las mujeres que valen la pena, las que no se dejan deslumbrar por el dinero ni por un aparecido que le pinte todo de colores—
—Te di mi palabra, y estoy haciendo con ella las cosas bien para que me acepte. Estoy haciendo las cosas poco a poco—
Ella asintió, comprendiendo que no debía insistir. —Siempre has sido un hombre de palabra, Skailer. Confío en que harás lo correcto. Pero recuerda, el camino más recto no siempre es el más seguro—
Sus palabras resonaron en mí.
Ella siempre tenía esa forma de decir las cosas, de plantar semillas de sabiduría que germinaban en el momento justo.
—Lo tendré en cuenta, abuela— aseguré, terminando mi café. —Ahora, debo irme—
Me despedí de ella con otro abrazo, y salimos de nuevo hacia el carruaje.
El sol ya brillaba con más fuerza, iluminando el camino hacia Vallebruma y el encuentro con Elena. El juego estaba en marcha, y yo estaba listo para jugar mi mano.
[•••]
El carruaje se detuvo frente a un restaurante de alta alcurnia, cuyas paredes de piedra antigua y ventanales luminosos invitaban a un ambiente de exclusividad. Al bajar, el bullicio de la ciudad pareció desvanecerse, reemplazado por un murmullo elegante y el tintineo de copas. Dara me dio una palmada en el hombro.
—Aquí es, Skailer. Buena suerte, bro—
—Gracias, Dara. Estará aquí cerca, ¿verdad?—
—Sí, me dijo que estaría en una mesa cerca de la ventana. La que tiene el mantel blanco—
Asentí y entré.
El lugar estaba lleno de gente de bien, con trajes impecables y vestidos de gala.
Busqué con la mirada la mesa que Dara había descrito, y allí estaba ella.
Elena.
Sentada sola, con una copa de vino tinto en la mano, y su mirada perdida en la calle.
Parecía una imagen sacada de una revista de moda, pero yo sabía que la realidad era mucho más turbia.
Me acerqué a su mesa, con mi expresión neutral, mi mente era un campo de juego donde cada movimiento debía ser calculado.
—Señorita Elena— dije, casi indiferente.
Ella levantó la vista, una sonrisa se dibujó en sus labios, una sonrisa que no llegaba a sus ojos.
—Skailer. Qué puntual. Siéntate, por favor— dijo. —Y llámame solo Elena—
Me senté frente a ella, sintiendo la tensión en el aire, una electricidad sutil que solo nosotros dos podíamos percibir.
—¿Qué tal tu viaje?— preguntó, sirviéndose más vino.
—Tranquilo. Tuve que ver a mi abuela primero— respondí, con mi mirada fija en la suya. Quería ver si alguna vez flaqueaba, si alguna vez mostraba alguna señal de la verdad que se escondía detrás de su fachada.
—Ah, qué bien. Siempre es bueno tener a la familia cerca —dijo, y por un instante, casi creí que había un atisbo de sinceridad en su voz. Pero luego, sus ojos volvieron a ese brillo calculador.
—Entonces, ¿sobre Selene?— pregunté, yendo directo al grano. No quería perder tiempo con rodeos.
Elena tomó un sorbo de vino, como si estuviera saboreando el momento.
—Sí, Selene. Es una historia… complicada. Verás, Skailer, Selene era una mujer que conocí hace tiempo. Una artista, muy talentosa, pero muy… volátil. Tenía problemas, deudas, y se metió en malos pasos—
Empezó a tejer su relato, cada palabra cuidadosamente elegida, cada pausa calculada para generar el efecto deseado.
Me contó sobre las supuestas deudas de Selene, sobre las amenazas que recibía, sobre cómo ella, Elena, intentaba ayudarla, incluso prestándole el reloj.
—…y ella me prometió que me lo devolvería, pero desapareció. No sé qué le pasó, Skailer. Temo que algo malo le haya ocurrido. Por eso vendí el reloj, para conseguir algo de dinero, yo iba a tomar un poco y el otro lo usaría para poder buscarla, para ver si puedo ayudarla de alguna manera—
Mientras hablaba, yo la observaba, analizando cada microexpresión, cada gesto. Su historia era convincente, bien elaborada, pero yo había visto más allá de las apariencias.
Había visto el hilo conductor, la manipulación.
—Entiendo— dije tranquilo, pero con un matiz de frialdad que no pude evitar. —Es una situación difícil. Y aprecio que hayas intentado ayudarla, incluso vendiendo algo tan valioso.
Elena sonrió, satisfecha.
Creía que me había convencido...
porque si no es como yo lo pienso o me lo imagino y de verdad Skailer cayo en la trampa y le dio la casa y la tarjeta confiando en que Elena hará lo que el dice sería idiota y un ingenuo
y esa será la prueba que ellas necesitan para su mentira
pd: espero que no la encuentren
ya que cuando estuvo con Nancy el sintió muchas cosas y que se de cuenta que eso es una trampa