Solo Elena Mirel puede ser la asistente de Maximiliano Kade Deveron. Uno de los hombres más poderosos a nivel internacional.
Visionario, frío. Muchos le temen. Otros lo idolatran. Pero solo ella puede entender su ritmo de trabajo.
Pero la traición del novio de Elena hace que Maximiliano descubra que Elena le interesa más de lo que él se pueda imaginar.
Acompáñame a descubrir que pasará con este par.
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Preocupado
Elena se acomodó en el asiento del copiloto mientras él entraba y encendía el motor. El interior del auto estaba sumido en un silencio suave, casi íntimo, roto por el sonido del motor al arrancar.
Los primeros minutos fueron tranquilos. La ciudad se extendía frente a ellos, iluminada por semáforos y edificios que parecían estrellas en la tierra.
-- ¿Quieres hablar de lo que pasó? -- Preguntó Maximiliano finalmente, voz baja y cuidadosa.
-- No realmente. -- Le respondió Elena mirando por la ventana.
-- Está bien. --
-- No es que lo esté evitando. -- Añadió Elena. -- Es solo qué... no vale la pena. --
-- Él no vale la pena. -- Corrigió Maximiliano, sin quitar la vista del camino.
Elena soltó una media sonrisa suave. -- Qué directo. --
-- Solo digo la verdad. Si un hombre es capaz de exhibirse con otra mujer en una cena donde estás tú... Entonces es un idiota. --
Maximiliano apretó el volante.
-- No dejes que vuelva. --
-- ¿Eso crees? --
--Sí. -- Dijo Maximiliano con una firmeza que la sorprendió. -- Tú mereces a alguien que esté a tu altura. --
-- Maximiliano... --
-- No busco entrometerme. -- Añadió, suavizando el tono. --Pero eres demasiado valiosa, para permitir que alguien te trate así. --
Elena bajó la mirada. Aquellas palabras, tan simples, la tocaron más de lo que esperaba.
-- Gracias. -- Murmuró.
-- No tienes que agradecerme por decir lo evidente. --
El camino se volvió más silencioso, pero un silencio cómodo, cargado de una tención cálida que ninguno de los dos intentó romper.
Cuando se acercaron a el edificio donde Elena vivía, ella señaló la entrada.
-- Es aquí. --
Maximiliano redujo la velocidad y se estacionó frente a la puerta. Pero antes de que ella pudiera quitarse el cinturón, él habló:
--No quiero que subas sola si no estás bien. --
-- Elena. -- Lo miró, respondiéndole. -- Estoy bien, de verdad. --
Maximiliano negó suavemente.
-- No lo estás... pero también estás cansada. Y decepcionada, aunque lo controles. --
Elena tragó saliva. -- ¿Me estás analizando? --
-- Estoy leyendo. -- Corrigió Maximiliano. -- Lo he hecho por años. --
Esa confesión la dejó sin aire por un segundo.
Maximiliano bajó la mirada por primera vez, esa noche. Cómo si le costara admitir las palabras que siguieron:
-- Elena... no quiero que esta noche termine sintiéndote sola. --
La sinceridad de su voz de derribó una de las murallas que ella mantenía siempre en pie.
-- No estoy sola, Maximiliano. --
Lo miró con una expresión suave, casi íntima. -- No contigo aquí. --
El silencio entre ellos cambió de temperatura. El aire del auto se volvió más denso, cargado de algo no dicho, pero presente.
Los ojos de Maximiliano se detuvieron en los de ella, y por un instante, ninguno de los dos pareció recordar dónde estaban.
Finalmente, Elena respiró hondo.
-- Gracias por traerme. De verdad. --
-- Siempre. -- Dijo Maximiliano y esa palabra llevó un peso que ninguno quiso interpretar demasiado.
Elena abrió la puerta y bajó lentamente. Antes de girarse, para entrar al edificio, miro a Maximiliano por última vez.
-- "Buenas noches, Maximiliano". --
-- "Buenas noches Elena". --
Elena subió los escalones con pasos elegantes. Maximiliano no arrancó el auto hasta que la vio entrar al edificio por completo.
Los días siguientes se convirtieron, sin previo aviso, en una tormenta perfectamente organizada dentro de Deveron Industries.
Para Maximiliano y Elena, la calma que usualmente seguía a un gran acuerdo simplemente no existió. El trato con Tresson había abierto. Las puertas a un sinfín de oportunidades... y problemas urgente que debían atenderse con decisión y estrategias.
Era como si el mundo cooperativo hubiera decidido ponerlos a prueba: juntas consecutivas, llamadas internacionales, ajustes estratégicos, proyecciones que debían rehacerse desde cero y, como fuera poco, dos viajes inesperados a diferentes ciudades, para cerrar alianzas complementarias.
Elena estaba acostumbrada al ritmo acelerado. Tenía temple, resistencia y disciplina. Pero esa semana... esa semana fue distinta. Y Maximiliano lo supo desde el primer segundo.
El lunes por la mañana, la oficina parecía un hormiguero en plena actividad. El sonido de los teclados frenéticos sonaban como un eco constante, teléfono sonaban sin descanso. Y el personal corría por los pasillos con carpetas en mano.
Maximiliano entró al piso ejecutivo sin detenerse un segundo, con pasos firmes y el ceño fruncido por la concentración. Nadie se atrevió a interrumpirlo. Lucia como un general en batalla.
-- Elena. -- Dijo apenas abrió la puerta de su despacho. --Tenemos reunión con el equipo legal en diez minutos. después. Nos contactamos con Hong Kong. --
Elena, ya sentada frente a su computadora con una taza de café humeante, levantó la mirada.
-- Ya preparé los puntos clave del contrato. Te envíe el documento. --
-- Lo vi. -- Respondió mientras quitaba su abrigo. -- Y es perfecto, como siempre. --
Elena sonrió suavemente, pero sus ojos delataron el cansancio acumulado desde la noche anterior.
Maximiliano lo notó,no dijo nada.
La reunión dio comienzo puntual. Tres horas después, cuándo por fin terminó, el equipo legal abandonó la sala con expresiones cansadas. Elena revisaba en su tablet los cambios solicitados. --
-- Tendré la lista modificadas antes de la llamada. -- Informo.
-- Bien, pero... -- Maximiliano la observó con atención. -- ¿dormiste algo? --
Elena parpadeó, sorprendida por la pregunta. -- Lo suficiente. --
-- Elena. -- dijo Maximiliano con voz suave pero firme. -- te conozco. --
Elena saltó un suspiro, uno pequeño, casi imperceptible.
-- No mucho. -- Admitió al fin. -- tenía cosas que procesar. --
Maximiliano no necesito preguntar qué cosas. Él recuerdo del novio infiel era lo suficiente.
-- Si necesitas tomarte un tiempo... --
-- No. -- Lo interrumpió Elena. -- Lo que necesito es a usted concentrado y la empresa funcionando. Y a mí misma siendo útil. Eso es lo único que importa ahora.
A mediodía tomaron un vuelo privado hacia Seattle, para reunirse con un socio tecnológico. El avión, cómodo y elegante, ofrecía un silencio perfecto, para trabajar, aunque ambos parecían demasiado inmersos en sus pensamientos para aprovecharlo por completo.
Elena estaba concentrada en su laptop; Maximiliano la observaba de vez en cuando, sin que ella se diera cuenta. Había algo diferente en su postura, en la forma rígida en la que sostenía sus hombros. Como si estuviera conteniendo más de lo que mostraba.
-- ¿Elena quieres descansar un poco? -- preguntó Maximiliano.
-- No estoy bien. -- Respondió Elena por tercera vez en toda la mañana. --
no está enamorada ni tampoco necesita esa acuerdo matrimonial 🤔🤨
1ro....2do.....3ro....tú, entonces que se enrede en las patas de los caballos