Es la historia de una mujer que se niega a dejar a su pareja luego de descubrir sus mentiras, organiza la forma de conocer a su rival buscando respuesta....
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CAPITULO 9
NOCHE ROMÁNTICA "Donde el amor nos guía".
NARRADOR.
Dona se colocó en el borde de la cama, sujetando su teléfono con inquietud. Faltaban dos días para la llegada de Billy, y era el momento indicado para comunicarle sobre su mudanza. Sin embargo, no podía hacerlo con un simple SMS… No. Anhelaba tocar su corazón, deseaba recordarle cuánto lo quería y lo esencial que era su familia.
Tomó una profunda respiración y permitió que su amor se expresara a través de sus palabras. Sus dedos se movieron por la pantalla mientras componía un poema que emanaba desde lo más profundo de su ser.
"Dónde el amor nos guía"
"No deseo más despedidas, ni abrazos finales,
No más noches solitarias, ni promesas en suspenso.
Amo cada latido que mantenemos a la distancia,
pero el amor no debería experimentarse con ansia.
Ven, que he creado con mis sueños nuestro refugio,
donde el tiempo no nos arrebate la alegría de amar.
Nuestra hija ríe aquí, donde el sol nos acaricia,
donde cada rincón susurra tu voz en mi mente.
No existirán más vuelos que nos separen,
No habrá barreras entre tú y yo.
Porque donde tú estés, Billy, quiero estar yo.
Porque mi único destino siempre serás tú. "
Finalizó de escribir y sintió un nudo en su garganta. Leyó el poema en múltiples ocasiones y, con una sonrisa complacida, lo envió, incluyendo su nueva dirección al final del mensaje.
Ahora solo quedaba esperar.
Donna no dejaría nada al azar. Deseaba que su primera noche juntos en casa fuera perfecta, un momento memorable. Solicitó a Nora el contacto de un restaurante exclusivo y contrató a un chef privado para que se encargara de la cena en su vivienda. El menú era sublime:
Entrada: Carpaccio de salmón con aliño cítrico.
Plato principal: Filete de res con salsa de vino tinto, acompañado de espárragos y puré trufado.
Postre: Tarta de frutos rojos con crema de mascarpone.
Además, hizo que un jardinero adornara su pequeño patio con luces tenues, velas y pétalos de rosa. Cada detalle reflejaba el amor que le profesaba.
Esa tarde, se preparó con especial esmero. Llevaba un cómodo vestido de seda rojo que se ajustaba a su figura de manera perfecta; su cabello caía en suaves ondas y su maquillaje realzaba el brillo de sus ojos.
El reloj seguía avanzando.
Billy aún no había respondido su mensaje.Cuando el reloj marcó las 7:45 pm, una inquietud penetrante cruzó su mente. ¿Y si no aparecía? ¿Y si ya sabías todo y la estaba evitando?
Ding-dong.
El timbre sonó.
Donna se apresuró a la puerta con el corazón acelerado.
Y allí estaba él.
Sostenía un enorme ramo de rosas rojas y la miraba con una sonrisa tan luminosa que todas sus dudas se desvanecieron al instante. Sin dudarlo, se arrojó a sus brazos y le besó con intensa pasión. Billy correspondió con el mismo fervor, como si el tiempo y la distancia no hubieran tenido relevancia.
Al separar sus labios, él la miró con profunda emoción.
—Ese poema me dejó sin palabras —susurró con un tono grave—. Eres increíblemente especial.
Donna acarició su rostro y sonriendo con ternura.
—Sabía que te gustaría. Lamento no haber mencionado antes la mudanza. Todo sucedió tan de repente… me trasladaron sin previo aviso y vi la oportunidad perfecta para no estar más lejos de ti.
Billy la observó durante un instante. Su expresión era difícil de interpretar.
—Eso lo discutiremos más adelante —dijo con una leve sonrisa—. Ahora entremos, tengo curiosidad por conocer la casa.
Dona ascendió y tomó su mano.
La cena resultó ser magnífica. El vino amenizaba la conversación, el ambiente cálido los envolvía y las miradas que se intercambiaban estaban cargadas de anhelo.
Billy la miraba con intensidad. Donna se sintió deseada, querida y única.
Tras el postre, cuando las luces comenzaron a atenuarse y la música de fondo se volvió un susurro suave, Billy tomó su mano y la besó suavemente.
—Nunca dejas de impresionarme.
Ella no contestó verbalmente. Se inclinó hacia él y le ofreció un beso, compartiendo todo lo que sentía en ese momento.
Con cada caricia, cada roce, se reconectaron tanto física como emocionalmente. Aquella noche, Dona se entregó a él como si fuera la primera vez, mostrando que su amor era incondicional, singular y eterno.
Cuando finalmente se encontraron envueltos en las sábanas, Billy acarició su espalda desnuda y le susurró al oído:
—No deseo que esta noche concluya.
Donna alarmante, apoyando su cabeza en su pecho.
—No tiene por qué acabar, Billy. Ahora somos nosotros, unidos… para siempre.
Sin embargo, en su interior, comprende que el verdadero desafío aún estaba por comenzar.
HOLA CHICAS, QUE LES PARECE LA ACTITUD DE DONNA, ESPERO SUS COMENTARIOS.
AQUEDO EL JARDIN PARA LA CENA ROMANTICA.