Mário, Mariano y Marisa son tres hermanos que viven en São Paulo. Mário y Mariano son gemelos, lo que hace que uno esté bastante ligado al otro. Mientras uno de ellos tiene su rutina de fiestas y chicas todas las noches, el otro se queda en casa junto con su hermana, que, por la ausencia de los padres que están viajando por trabajo, se ve obligada a cuidar de la casa y de sus dos hermanos.
Los padres de los chicos trabajan con las mayores industrias, productoras de papel higiénico y otras de chocolates y café. En un día común, Mário sale a una de sus fiestas, Mariano se queda en su cuarto acostado en su cama, y en cuanto el hermano regresa con otra de sus chicas, terminan discutiendo. Al día siguiente, los hermanos van a la escuela, y una vez más Mário está con resaca.
En la escuela hay un chico en particular con el que a los dos hermanos les encanta practicar bullying: Erick, un muchacho tierno y dulce, que sufre tanto en su casa como en la escuela. Pero un día su vida cambia de rumbo cuando es invitado a ir a una fiesta.
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Capítulo 4
Mário Narrando
Por la mañana en la escuela todo fue maravilloso, creo que burlarme de Erick me animaba más. Sabía que necesitaba salir a un antro o un bar, pero mi hermano no podía saberlo.
Cuando le tiré la bandeja a Erick, hasta sentí un poco de pena, pero cuando me miró fijamente confieso que me sentí en otro universo, fue extraño, pero al mismo tiempo bueno.
- Mário está callado ¿por qué?, ¿dejó la lengua caer en algún lugar? - preguntó Marisa mirándome a través del espejo
- Él está pensativo, no ve que le gustó ver el cuerpecito de Erick - dijo Mariano recibiendo un golpe en la nuca
- ¿Cómo así?, explícame mejor esa historia
- Chismosa - dijo riendo a carcajadas
- Mário tiró la bandeja de comida en Erick, y él tuvo que ir a cambiarse la ropa, ¿ustedes creen que el chico salió del baño sin camisa, y todo el mundo se quedó mirando su cuerpo que no tenía nada de ridículo? - explicó mi hermano recordando
- ¿Qué es eso, ya te estás volviendo gay? - pregunté llamando su atención
- No, solo lo elogié
- A veces creo que ustedes dos se pasan de la raya con Erick. Él parece ser un niño tan delicado - dijo Marisa sonriendo
- Creo que él ya hasta se acostumbró a nuestras bromas, porque él no hace nada - dije encendiendo el coche
- Personal, cambiando de tema. Estaba queriendo dar una fiesta, ya hace algunos meses desde la última
- Exactamente Marisa, ya tiene algunos meses que no das, creo que hasta años - hablé riendo a carcajadas junto con Mariano
- No estoy hablando de eso bocón, estoy hablando de la fiesta
- ¿Y quién va a invitar? - preguntó mi hermano curioso
- No sé, algunas personas de la escuela - dijo Marisa sonriendo perversamente, sabía que detrás de esa sonrisa había algo
- Cuidado con esas personas - habló Mariano mirando a la chica
- Ahora ¿será que podemos salir de enfrente de la escuela?, quiero tomar un baño de piscina aún hoy - dijo Marisa abanicándose con las manos
- Uf, si encuentro un orfanato, voy a preguntar si quieren una donación. Dos hombres ya es suficiente - hablé dando marcha al coche
- Querido, sin la princesa aquí, ustedes dos estarían muriendo de hambre
- Bájate de esa nube querida - dijo Mariano riendo a carcajadas
- Es solo la verdad amores
Encendí el sonido del coche y estaba tocando una canción de Rihanna, nunca la había escuchado, pero hasta que no era mala.
- Qué maravilla, al menos no está pasando esa porquería de funk - dijo la chica rodando los ojos
Seguimos el camino todo en silencio, Marisa y Mariano estaban pensativos, así como yo que no conseguía sacar de la cabeza la hora en que Erick me miró fijamente en el comedor.
Llegué enfrente de nuestra casa, Marisa abrió la puerta y Mariano hizo lo mismo. Estaba necesitando salir a beber alguna cosa, pero no podía dejar que ninguno de los dos se enterara.
- Voy a ir al lavadero - dije mirando a mi hermano y Marisa que me estaban mirando fijamente
- ¿No tienes hambre? - preguntó Marisa dando una media sonrisa
- No. Hasta dentro de un rato - dije sonriendo
Así como les dije a mis hermanos, realmente iba a llevar el coche al lavadero. No había mentido totalmente, solo oculté algunos acontecimientos.
Algunos minutos de carretera, finalmente llegué al lavadero. Entré con el coche en el establecimiento y luego un hombre se aproxima.
- ¿Qué va a querer hoy mi jefe? - preguntó mirando el coche
- Quiero hacer una limpieza completa en el coche. No escatimen en productos químicos esas cosas, dinero conmigo no falta - dije en tono autoritario
- Puede dejarlo patrón. Mientras hacemos el lavado el señor puede quedarse esperando en nuestra cafetería - habló apuntando para una cafetería que quedaba del otro lado de la calle
Yo siempre llevaba mi coche a aquel lavadero, porque me gustaban las personas que trabajaban allá, y también me gustaba tomar café y cortejar algunas camareras.
Salí de mi coche, y seguí en dirección a la cafetería, me senté en una mesa, y luego una mujer extremadamente linda se aproxima.
- ¿Qué va a querer hoy señor? - preguntó mirándome fijamente
- Un café expreso, y su número de teléfono por favor - sonreí pícaramente
- Luego traigo su pedido - dijo sonriendo maliciosamente
La mujer salió dejándome solo. Me quedé analizando a los clientes que entraban y salían de aquel café, y por mis cálculos, aquellas personas estaban rodeadas de dinero.
La camarera luego trae mi café, y junto con él un papel con el número de teléfono anotado. Le di un guiño a la mujer y bebí mi café sonriendo.
Después de algunas horas allí sentado esperando que mi coche quedara listo. Luego uno de los hombres me llama, salgo del café y sigo para el otro lado de la calle.
- Está todo listico patrón, puede pagar allá en la caja - dijo apuntando para en la dirección de la caja
Seguí en dirección a la caja y efectué el pago por el lavado, entré en mi coche, y conduje saliendo de aquel establecimiento.
Seguí conduciendo para el centro de la ciudad, y luego paré el coche enfrente de un bar. Por la parte de fuera parecía extremadamente invitador, la música tocaba del lado de dentro y estaba súper alta. Seguí hasta la puerta y entré en el establecimiento.
Caminé en dirección al mostrador, y esperé ser atendido, y luego eso acontece.
- Opa jefe, voy a querer un whisky para calentar - dije sonriendo
Después de algunos minutos recibo mi bebida en manos, bebí y sentí el alcohol recorrer mi cuerpo.
Ya hacía horas que yo estaba allí en aquel bar, ya había oscurecido, y Marisa ya me había llamado algunas veces, y ninguna de ellas atendí. Estaba con una chica súper guapa, ella estaba bailando en mi regazo mientras estaba sentado.
- ¿Qué te parece ir para mi casa hoy belleza? - dije pasando los dedos en el cabello de la mujer que apenas sonrió
- Como quieras lindo - dijo en mi oído haciéndome erizar
Con más algunos vasos de bebida, ya me estaba sintiendo totalmente fuera de mí. Bailaba en medio del bar junto con las chicas que estaban a mi alrededor, no quería de ninguna manera huir de aquel mundo, pero yo sabía que las consecuencias iban a venir pesadamente.
