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LA ACOMPAÑANTE...

LA ACOMPAÑANTE...

Status: En proceso
Genre:Traiciones y engaños / Venderse para pagar una deuda / Reencuentro / Salvar al hijo enfermo / Amante arrepentido
Popularitas:41k
Nilai: 5
nombre de autor: JHOHANNA PEREZ

"¿Qué harías por salvar la vida de tu hijo? Mar Montiel, una madre desesperada, se enfrenta a esta pregunta cuando su hijo necesita un tratamiento costoso. Sin opciones, Mar toma una decisión desesperada: se convierte en la acompañante de un magnate.

Atrapada en un mundo de lujo y mentiras, Mar se enfrenta a sus propios sentimientos y deseos. El padre de su hijo reaparece, y Mar debe luchar contra los prejuicios y la hipocresía de la sociedad para encontrar el amor y la verdad.

Únete a mí en este viaje de emociones intensas, donde la madre más desesperada se convertirá en la mujer más fuerte. Una historia de amor prohibido, intriga y superación que te hará reflexionar sobre la fuerza de la maternidad y el poder del amor."

NovelToon tiene autorización de JHOHANNA PEREZ para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Empezando el trabajo...

El Hotel d’Angleterre se alzaba majestuoso en el corazón de Copenhague, con su fachada de mármol blanco y ventanales enmarcados por molduras doradas que reflejaban el esplendor de una época de lujo y distinción. Su arquitectura clásica se fundía con la elegancia moderna del interior, donde cada detalle —desde las lámparas de cristal hasta el aroma a jazmín y madera de cedro— hablaba de sofisticación. Era el refugio preferido de empresarios, diplomáticos y personalidades que buscaban discreción y excelencia.

El auto negro se detuvo frente a la entrada principal, y un portero uniformado se apresuró a abrir la puerta trasera. Santiago Lombardi descendió con su habitual porte imponente, impecablemente vestido con un traje oscuro que acentuaba su figura y autoridad natural. Sin mirarla siquiera, se ajustó el reloj de pulsera y caminó hacia la entrada con paso firme.

Mar lo siguió en silencio. Llevaba el corazón encogido y las manos temblorosas sobre su bolso. Sentía la mirada de los transeúntes y la indiferencia de Santiago calándole los huesos. Mientras el chofer se encargaba del equipaje, ella caminaba un paso detrás, con la sensación de ser una sombra más entre el lujo que la rodeaba.

Santiago se dirigió directamente al recepcionista, saludándolo con una sonrisa cortés y un apretón de manos seguro. Su voz grave resonó con autoridad mientras gestionaba las habitaciones. Mar, en cambio, se mantuvo un poco atrás, con el peso del cansancio en los hombros y la sensación de ser invisible.

Cuando el recepcionista les entregó las llaves, Santiago asintió sin siquiera mirarla.

—Habitación 702 —dijo secamente al empleado, tomando su tarjeta—.

Sin esperar, se alejó hacia los ascensores, dejando a Mar detrás con una mezcla de incomodidad, ofensa y confusión. No esperaba atenciones especiales, pero la forma en que él la ignoraba la hacía sentir como un objeto, como si su presencia fuera una mera formalidad en medio de un trato comercial.

—Ni una palabra, ni una mirada… —murmuró para sí, apretando los labios—. Un poco de cortesía no le haría daño.

Subió sola, intentando no pensar en la frialdad de aquel hombre. Pero cada paso que daba hacia su habitación reforzaba la idea de que Santiago Lombardi era, sin duda, otro de esos hombres arrogantes que creían que el dinero compraba respeto.

Lo que Mar no podía imaginar era que Santiago cargaba un resentimiento que no era suyo. Las heridas que le había dejado Fernanda, su exnovia, aún supuraban bajo su fachada de control. La desconfianza, el cinismo y la rabia contenida lo habían convertido en un hombre frío. Y aunque Mar no tenía nada que ver con ese pasado, él la miraba y veía en ella la sombra de aquella mujer que lo había traicionado.

Pero Santiago se equivocaba. Mar no era manipuladora ni ambiciosa. Era una madre desgastada, una mujer que había aprendido a sobrevivir a golpes y desilusiones, que había aceptado ese trabajo no por placer ni ambición, sino por el amor incondicional hacia su hijo.

Cuando llegó a su habitación, el conserje ya había dejado su maleta junto a la cama. Mar suspiró al ver el lujo que la rodeaba: una cama inmensa con sábanas blancas, una vista impresionante al puerto y un baño que parecía sacado de una revista. Pero nada de eso le traía consuelo.

Se descalzó, caminó hacia el baño y abrió la ducha. El agua caliente cayó sobre su piel, arrastrando el cansancio del viaje y las emociones contenidas. Se puso una pijama cómoda de algodón y se dejó caer en la cama, exhausta.

Tomó el teléfono y marcó el número que más necesitaba escuchar.

—¡Hola, mi amor! —dijo con voz dulce y temblorosa cuando oyó al otro lado la vocecita de su hijo—. ¿Cómo estás, mi pequeño algodón de azúcar?

—Te extraño mucho, mami —respondió Jhosuat, con un tono lleno de ternura—. ¿Cuándo vuelves?

Mar sintió que el corazón se le encogía.

—Pronto, mi amor… —susurró, cerrando los ojos—. Te prometo que pronto estaré de regreso.

Conversaron unos minutos más, lo suficiente para que la voz de su hijo le devolviera algo de paz. Al colgar, se quedó mirando el techo, con los ojos vidriosos.

—¿Qué habría pasado si hubiera cedido ante Efraín? —se preguntó en voz baja—. Tal vez mi vida no se habría complicado tanto…

Negó con la cabeza, respirando hondo. No podía permitirse dudar ahora.

—Hice lo correcto —se dijo con firmeza—. Vendí mi dignidad y mis principios solo por amor a mi hijo. Nada más. Si no fuera por él, no estaría aquí… ni soportando todo esto.

Se giró sobre la cama, abrazando la almohada. Afuera, las luces de Copenhague titilaban como estrellas lejanas, recordándole que, aunque el mundo podía ser cruel, aún había motivos para resistir.

Mientras tanto, Fernanda había descubierto que Santiago viajaría a Dinamarca, y con la obsesión que aún la consumía, logró averiguar en qué hotel se hospedaría. No lo dudó. Tomó el primer vuelo disponible y reservó una suite en el mismo hotel, decidida a reconquistarlo y obtener su perdón a cualquier precio.

Santiago bajó vestido con un traje oscuro de tres piezas, impecable, con la mirada fija y fría, listo para reunirse con un inversionista importante.

Fernanda lo observó desde la barra, con una sonrisa calculada y los ojos húmedos de ansiedad. Vestía un ajustado vestido de seda color esmeralda, con una abertura lateral que dejaba entrever su pierna derecha. Su escote profundo resaltaba su piel bronceada y el brillo de un collar de diamantes que había usado muchas veces para seducirlo. Llevaba el cabello recogido en un moño bajo, con algunos mechones sueltos que enmarcaban su rostro perfecto, y unos tacones dorados que resonaban con fuerza sobre el mármol al caminar hacia él.

—¡Santiago, mi amor! —exclamó con voz melosa mientras se acercaba, fingiendo sorpresa—. ¡Qué coincidencia verte aquí!

Santiago levantó la vista, sorprendido por un instante, pero su rostro recuperó enseguida la expresión indiferente y cortante que lo caracterizaba. Dio un sorbo lento a su copa de whisky sin pronunciar palabra.

Fernanda se acercó más, intentando mantener la compostura. Posó una mano sobre el brazo de Santiago, buscando contacto, pero él se apartó con un gesto seco, como si su tacto lo contaminara.

—Deja de ignorarme, por favor —suplicó ella, su voz quebrándose—. Por los años que compartimos… creo que merezco al menos una oportunidad para explicarme.

El silencio de Santiago fue una daga. Su mirada era hielo puro. Fernanda sintió que hablaba con una estatua, con un hombre que ya no recordaba lo que era amarla.

—Santiago, por favor… —insistió con un hilo de voz.

Pero él ya había desviado su atención. En ese instante vio entrar al inversionista con quien debía reunirse y se levantó con serenidad calculada.

—Señor Petersen, me alegra saludarlo —dijo con una sonrisa cortés, extendiendo su mano.

—El placer es mío, señor Lombardi —respondió Jesper Petersen, un hombre de unos cincuenta años, robusto y con una sonrisa de tiburón—. Me han hablado maravillas de su trabajo. Quiero que manejemos juntos la nueva sede de su compañía en Copenhague.

—Excelente —dijo Santiago—. Si me permite, tomemos algo mientras conversamos. Yo invito.

Ambos caminaron hacia una mesa reservada. Desde su asiento, Santiago volvió a ver a Fernanda en la barra, inmóvil, con una copa de vino entre las manos y la mirada perdida. Una idea se formó en su mente: si quería que ella entendiera que ya no tenía poder sobre él, lo haría de la manera más cruel posible.

—Señor Petersen —dijo con una sonrisa apenas perceptible—, ¿le molestaría si invito a una amiga a acompañarnos? Viajó conmigo y sería descortés dejarla encerrada en la habitación.

—Por supuesto, no hay problema —respondió Jesper.

Santiago se disculpó y se apartó unos pasos para hacer una llamada.

El tono agudo del móvil despertó a Mar, sobresaltándola. Se incorporó de golpe, medio dormida, buscando el teléfono sobre la mesita de noche.

—¿Qué ocurre? —murmuró con voz ronca.

—No entiendo para qué tienes un móvil si no contestas cuando se te necesita —dijo Santiago, con evidente enfado—. Te espero en diez minutos en el casino. Vístete adecuadamente, tenemos una reunión con un inversionista importante.

Mar se froto el rostro agotada, por su tono autoritario.

—Está bien —respondió con frialdad, cortando la llamada antes de escucharlo más.

Resignada, se levantó y tomó una ducha rápida. Eligió un vestido color palo de rosa, largo hasta la rodilla, con una semiabertura en la pierna derecha y un escote discreto en la espalda que dejaba ver la suavidad de su piel. El tejido se ceñía a su figura de forma elegante, sin ser provocador.

Se maquilló con sutileza: base ligera, rubor rosado y una sombra marrón que realzaba la profundidad de sus ojos. Recogió su cabello hacia un lado, dejando caer algunos mechones sobre el hombro desnudo. Unos tacones nude y un collar de perlas blancas completaron su look.

—Perfecta —susurró para sí, mirándose al espejo—. Lista para lidiar con mi "encantador dueño".

Bajó al casino con paso decidido. Su elegancia natural no pasó desapercibida: varios hombres giraron la cabeza al verla pasar. Ella, sin embargo, solo buscaba a Santiago entre la multitud.

Cuando estaba por llamarlo, él apareció a su lado, ofreciéndole su brazo.

—No me mires así —dijo en voz baja—. Sígueme el juego. Aquí empieza oficialmente tu trabajo. Yo cumpliré mi parte, tú cumple la tuya.

Sin entender del todo, Mar asintió y lo siguió hasta la mesa donde los esperaba Jesper Petersen. El hombre la observó con un descaro evidente, lamiéndose los labios como si estuviera frente a un postre.

—Buenas noches —saludó Mar con cortesía, disimulando su incomodidad.

—Buenas noches, preciosa —respondió Jesper, con una sonrisa obscena—. ¿Tu nombre es…?

—Luna Harrison —dijo ella, extendiendo tímidamente su mano.

—Un placer conocerte, dulzura —dijo Jesper, depositando un beso húmedo sobre el dorso de su mano.

Mar la retiró con disimulo, conteniendo el asco.

Durante toda la reunión, Jesper no dejó de mirarla con deseo. Santiago lo notó, pero no hizo nada. Solo bebía y observaba, indiferente. Mar sentía cómo la incomodidad se apoderaba de su cuerpo, deseando que la negociación terminara cuanto antes.

Finalmente, cuando el trato se cerró, Jesper dijo con tono insinuante:

—Dulzura, si deseas un guía para conocer la ciudad, estoy a tus órdenes. Te dejo mi tarjeta, claro, si al señor Lombardi no le incomoda.

—Por mí no hay problema —respondió Santiago con una sonrisa fingida—. Es bueno que haga amigos en este país.

Mar lo fulminó con la mirada, pero guardó silencio. Ya empezaba a odiar a su cliente...

1
Kathee Perezz
Actualización por favor
Kathee Perezz
Actualización por favor
Delia Vargas
es muy buena la historia de esta escritora me fascina no cambies y sigue con más historias adi
Carmen Palencia
mi escritora que ha pasado con esta hermosa novela que no has vuelto a actualizar estoy ansiosa por qué actualices desde el primer capítulo quedé enganchada con esta hermosa novela
Eli
que paso con la novela mi jhoqna
Yasbely Piña
excelente novela Johanna es una autora con una narración y creatividad maravillosa, éxito y muchas bendiciones
Gina Perez
hasta el momento me a encantado tu novela Jhoana y soy tu súper fans
Carmen Palencia
estoy ansiosa por qué actualicen varios capitulos de esta hermosa novela
Gisela Salinas
Eso pasa cuando escribis varias novelas a la vez, no podes atender a todas! una pena, pero es una falta de respt al lector!
Gabriela Aleman
cada vez se pone mejor ....solo espero que Santiago no se arrepienta de como trataba Mar y también se den la oportunidad de hablar cuando llegue el momento de estar cara a cara y Mar por fin pueda decirle quien es
Marcelina Chamorro Orrego
👏👏👏👏felicitaciones autora gracias, espectacular como todas tus obras, hay Santi como te dice Mar, tu hijo te ama solo falta que descubran, mejor dicho que recapacites un poco tu pasado, bueno la abuela ya se ocupó del ADN, cuando tiene el resultado estalla la bomba 💣 🙌🤗🙏
Anonymous
Siii, cuando será q Santiago se da cuenta q ella es la mamá de su hijo y q todo lo está haciendo por el
Rosalba Perez
Me encanta esta historia quiero leer el final
Carmen Palencia
escritora estoy ansiosa esperando que actualice varios capitulos de esta hermosa novela
PATRICIA MANEIRO
Santiago sintió que ya no era tan mentira lo de la novia ❤️. Ese corazón ya desde hace mucho tenía dueña y se llama Mar Montiel.... o Luna Harrison como más les guste..🤭🤭🤭
Anita Briones
Holi autora me gustaría saber si terminará la novela contigo si ya k tiene tiempo k ko actualiza ,y esta muy buena la trama para k se kede inconclusa x fa actualiza pronto cada una de sus novelas yo se k no es fácil una y ahora 3
Anita Briones
Johana x fa no tardes en publicar las demas novelas me dejaste picada con la Bruja ,Contigo si😭
Stefania Baez
No me acuerdo, pero quien era Massimo?
Nancy Hernandez
eso es Mar no te dejes de esta mujer cita q cree q porque tiene Posición y "clase" pueda venir a humillarte
Kathee Perezz
Maratón
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