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El Silencio De Los Herederos

El Silencio De Los Herederos

Status: En proceso
Genre:Matrimonio arreglado
Popularitas:2.9k
Nilai: 5
nombre de autor: sonhar

Angela, una psicóloga promesa del país, no sabe nada de su familia biológica y tampoco le interesa saber, terminará trabajando para un hombre que le llevara directo a su pasado enterandose la verdad de su origen...

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CAPITULO 24

—No te conviene irte.

Me detuve. No giré de inmediato. No quería verlo. No quería escuchar más mentiras.

—Si realmente quieres que Hugo siga con vida... vas a tener que ayudarme.

Mi cuerpo se paralizó.

—¿Qué dijiste?

Me giré lentamente, con las manos temblándome. Él me miraba con una calma perturbadora, como si acabara de decir lo más normal del mundo.

—¿Hugo? —pregunté con un hilo de voz—. ¿De qué estás

¿hablando? Hugo… está muerto.

—No. Eso fue lo que te hice creer.

Sentí que el piso desaparecía bajo mis pies.

—Mentiste… —balbuceé—. Tú dijiste que... que se había ido, que el accidente... tú dijiste que estaba muerto. ¡Tú me lo juraste!

—Y tú me creíste, como una buena hija.

Caminó hacia su escritorio, lento, disfrutando cada segundo de mí quiebre.

—¿Dónde está? —exigí—. ¡Dime dónde está Hugo!

—Vivo. En algún lugar donde nadie lo encontrará... a menos que yo lo permita.

No podía respirar. Mis piernas flaqueaban, pero no iba a caer. No delante de él.

—¿Qué le hiciste? —pregunté, con los ojos llenos de rabia.

—Le salvé la vida. Y se la sigo salvando cada día que pasa, Abigaíl. Así que si quieres asegurarte de que siga respirando, de que siga comiendo, de que algún día puedas volver a mirarlo a los ojos… vas a tener que cooperar.

—¡Eres un monstruo! —grité, sintiendo cómo las lágrimas se me escapaban.

—No. Soy un padre que hace lo necesario. Y tú también lo harás. Porque lo amas. Porque no puedes vivir sin él. Y porque yo soy la única puerta entre ustedes dos.

Me acerqué a él como un animal herido.

—Esto no se va a quedar así. No puedes jugar con la vida de las personas para manipularlas.

—Claro que puedo —respondió, encogiéndose de hombros—. Ya lo estoy haciendo.

No dije más. Salí de la oficina con el corazón desgarrado, el alma rota y la mente a mil, como era posible que Hugo esté con vida.

Sale de mi casa sin saber a donde iba, solo quera estar sola y procesar lo que acaba de escuchar, pensar bien, si seguir haciendo lo que mi padre dice o desaparecer y buscar a Hugo, pero donde podría encontrado.

(En otra escena)

Daniela llegó puntual. Como siempre acostumbra, además era su primer día de trabajo con Lucas. El edificio tenía un aroma a café recién hecho, ese ambiente elegante pero cargado de tensión. Una secretaria la recibió y la condujo al despacho de Lucas.

La puerta estaba entreabierta. Desde dentro se oía una voz rápida, dando indicaciones por teléfono.

—Sí, Jorge, ya sé que es urgente. Pero no me agendes nada para mañana. Nada. —Pausa—. Mañana no existo para nadie. Gracias.

Lucas colgó y levantó la mirada justo cuando Daniela entraba.

—¡Perfecto timing! —le dijo, sonriendo apenas—. Pasa. Bienvenida oficialmente a la oficina.

—Gracias —respondió ella, sentándose al otro lado del escritorio

—. ¿Cómo empezamos?

Lucas le deslizó una carpeta gruesa.

—Esto es lo que pasa cuando entras a trabajar el día antes del caso más importante del mes.

—¿Del mes?

—Del año, tal vez.

Daniela hojeó la carpeta. Varios nombres, fechas, audiencias. Lucas se levantó y comenzó a pasearse por el despacho mientras hablaba:

—Te voy a poner al corriente de todo. Estos son mis clientes activos. Hay dos casos civiles, un proceso penal que está por cerrarse, y tres audiencias administrativas. Pero —levantó un dedo—, tu primera tarea será mover absolutamente todas mis citas de mañana para otro día. El que sea. Que me odien, si quieren. Pero mañana quiero el 100% de mi tiempo disponible.

Daniela asintió.

—¿Es por el juicio de Matt?

—Sí. —Lucas se detuvo frente a la ventana.

—¿Qué tan difícil se pondrá?

Lucas giró lentamente hacia ella, con una seriedad que congelaba el aire.

—Lo suficiente como para que mañana no exista el lujo de distraerse. Esto no es un trámite. Es una guerra de dos familias.

Daniela cerró la carpeta.

—Entonces vamos a la guerra.

Lucas sonrió, por primera vez con genuino alivio.

—Me alegra tenerte en el equipo.

Y ahí, sin más palabras, Daniela se puso de pie, sacó su celular, y comenzó a reprogramar una por una todas las reuniones del día siguiente.

Mientras Ángela llegaba a la empresa Vívanlo, estaba más silenciosa de lo habitual. Ángela sostenía un sobre cerrado entre sus manos, caminó hacia el ascensor, pero al llegar al último piso, se sorprendió al ver a Miguel saliendo de la oficina principal con una carpeta bajo el brazo.

—Ángela —saludó él, con una sonrisa ligera

—Vengo a entregar el diagnóstico final —respondió ella, levantando el sobre—. Prometí tenerlo listo antes del juicio.

—Luc está adentro —dijo Miguel, señalando con la cabeza—. Te estaba esperando.

Ella asintió y entró.

La oficina era amplia, pero Luc estaba solo, inclinado sobre su escritorio. Al verla, se puso de pie de inmediato. Se notaba cansado, pero su expresión cambió apenas cruzaron miradas.

—Angela… —dijo su nombre con cierta emoción de verla ahí.

Ella extendió el sobre sin rodeos.

—Aquí tienes. Evaluación completa. El informe no lo favorece ni lo perjudica. Solo dice la verdad: Matt ha mejorado.

Luc tomó el sobre, pero no lo abrió. Solo lo sostuvo con ambas manos, como si le pesara más de lo que aparentaba.

—Gracias por hacer tanto por él —dijo con suavidad—. Y por seguir, incluso cuando las cosas entre nosotros… se complicaron.

Ángela asintió, incómoda.

—Solo hice mi trabajo.

Hubo un silencio. Luc dio un paso hacia ella.

—Sé que te fallé. Cuando apoyé a Abigaíl… fue por desesperación. Me sentía presionado por mis padres no quería que las cosas empeoraran más. Y Matt estaba en juego. Pero… en ese tiempo que tú lo tratabas, que lo ayudabas, que lo entendías… no solo él se apegó a ti. Yo también lo hice.

Ángela lo miró, sorprendida.

—Me enamoré de ti, Angela. En silencio, entre sesiones y lágrimas de Matt. Me enamoré de tu fuerza, de cómo siempre hiciste lo correcto incluso cuando yo me equivocaba.

Ella no dijo nada.

—No te lo digo para presionarte —añadió—. Solo quiero que lo sepas. Si mañana el juicio sale mal, si pierdo a Matt… al menos quiero que te quedes con esa verdad. Que te elegí. Aunque tarde.

Ángela respiró hondo. Sabía que no podía fingir que esas palabras no la conmovían. Pero no estaba lista para rendirse tan fácilmente al perdón. Aún dolía.

—Luc… no quiero promesas ni excusa. Y mañana… lo único que importa es Matt.

—Lo sé —dijo él, con una media sonrisa triste—. Por eso estoy haciendo todo por él. Y… por ti también.

Ángela asintió lentamente. Dio media vuelta para irse, pero antes de salir, giró apenas el rostro y dijo:

—En la tarde me gustaría ver a Matt para explicarle del juicio, para que este preparado sin importar la decisión que tome el juez, sería bueno que tu estés ahí.

__ ahí voy a estar.

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