Rangga es un joven que hereda un par de ojos místicos, capaces de atravesar cualquier objeto y otorgarle habilidades médicas y de combate.
Sin embargo, para obtener estos ojos, debe pagar un alto precio: permanecer mudo durante cinco años. Inesperadamente, termina casándose con una mujer de extraordinaria belleza, pero ella no lo ama en absoluto.
Despreciado por la familia de su esposa debido a su mutismo y aparente inutilidad, Rangga soporta humillaciones durante cinco largos años.
Ahora, el tiempo ha llegado. Con el poder de sus ojos místicos, está decidido a cambiar su destino y conquistar el corazón de su esposa.
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Capítulo 10
Miranda inmediatamente insultó a Rangga sin querer escuchar ninguna explicación de él.
Rangga pareció inmediatamente decepcionado por la actitud de Miranda. No podía creer lo bajo que ella lo veía, hasta el punto de pensar que él haría algo tan repugnante como eso.
Aunque en realidad no era algo ilegal, ya que eran marido y mujer.
"No lo hice, créeme o no", dijo Rangga mientras se alejaba.
"Maldito seas", gritó Miranda.
Rangga se fue sintiéndose decepcionado de Miranda.
Ahora Miranda estaba sola en la habitación del hotel. Entonces, Miranda vio una cámara aún encendida en un rincón de la habitación.
Miranda tomó la cámara y reprodujo la grabación almacenada en ella. Inmediatamente, la culpa se apoderó de Miranda al ver el contenido de la grabación.
Mientras tanto, Rangga estaba sentado en una silla a un lado de la carretera. Nunca antes había fumado, pero esta noche encendió un cigarrillo y le dio una calada.
El viento de la noche también se estaba volviendo frío y había menos vehículos pasando porque ya era medianoche.
Rangga sacó una tarjeta bancaria negra de su bolsillo. La tarjeta se la había dado el padre de Zainal como agradecimiento por su ayuda.
"Tengo 20 mil millones en mi cuenta, también hay 20 mil millones en esta tarjeta, no puedo creer que ya tenga tanto dinero", pensó Rangga mientras exhalaba el humo de su cigarrillo.
Rangga luego planeó abrir una tienda de hierbas medicinales. Con su ojo mágico, además de ganar mucho dinero, también podría ayudar a la gente.
Además, ya era hora de que se pusiera de pie y cambiara el destino de su vida, que siempre había sido menospreciado por la gente.
Mientras tanto, ya eran las 00:30. Se veía a Miranda todavía sentada en el sofá del salón de su casa.
Las luces del salón ya estaban apagadas, pero todavía se veía brillante debido a la luz de la luna que entraba por las ventanas de la casa.
"Ya es tan tarde y todavía no ha vuelto a casa, lo malinterpreté, ¿estará enfadado...?", pensó Miranda, visiblemente inquieta.
Un momento después, la puerta de la casa se abrió desde fuera y Rangga entró. Vio a Miranda todavía sentada en el sofá, pero siguió caminando detrás de ella.
"¿Por qué has tardado tanto?", preguntó Miranda.
"Salí...", Rangga no pudo terminar su frase porque Miranda lo interrumpió.
"Olvídalo, como si no hubiera preguntado", interrumpió Miranda.
En realidad, Miranda estaba preocupada por Rangga por el incidente anterior. Era solo que no podía decirlo.
El propio Rangga se quedó callado y no entendía lo que le pasaba a Miranda.
"Eh... eso... hoy...", a Miranda le costaba hablar mientras abrazaba un cojín del sofá.
"¿Qué te pasa hoy, pareces rara?", dijo Rangga.
"Eso, parece que mi empresa va a cerrar", dijo Miranda lentamente.
Miranda quería disculparse por abofetear a Rangga antes, pero le costaba mucho decirlo. Así que cambió de tema al problema que estaba ocurriendo en su empresa.
"El incidente anterior ha afectado a las ventas de productos, tenemos un préstamo bancario que pagar y la empresa no tiene dinero para pagarlo", continuó Miranda.
Miranda había estado todo el día pensando a quién contarle su problema.
"Tranquila, no te preocupes", dijo Rangga.
"¿Cómo puedo no preocuparme? Si la empresa quiebra, ¿quién se ocupará de esta familia?", respondió Miranda.
"Yo la construí desde cero y nuestras vidas dependen de ella", continuó Miranda.
"No quise decir eso", dijo Rangga.
Rangga luego se sentó en el sofá, sacó una tarjeta bancaria de su bolsillo y la puso sobre la mesa.
"¿No es solo una cuestión de dinero? ¿Recuerdas que una vez traté al padre del gobernador Zainal? Me dieron una recompensa en efectivo", dijo Rangga.
"Hay 20 mil millones en esta tarjeta bancaria, el PIN está en la parte de atrás, puedes usarla, así que no te preocupes", continuó Rangga.
"20 mil millones", repitió Miranda.
"También abriré una tienda de hierbas medicinales pronto", dijo Rangga.
Después de decir eso, Rangga se levantó y subió las escaleras hasta su habitación.
"¿Abrir una tienda de hierbas medicinales?", Miranda parecía no creer las palabras de Rangga.
"En realidad solo quería disculparme contigo por el malentendido de antes, pero ¿por qué es tan difícil de decir?", dijo Miranda en su corazón.
A la mañana siguiente, Rangga estaba barriendo la casa como de costumbre. El timbre de la puerta sonó, indicando que había un invitado afuera. Rangga abrió la puerta y descubrió que era Naura.
Naura era una hermosa joven con el pelo corto hasta los hombros. Era la mejor amiga de Miranda desde la universidad. Rangga también conocía a Naura porque solía hacerle bromas cuando estaban en la universidad.
"Hola, Rangga, ¿por qué te quedas ahí parado? Déjame entrar", dijo Naura.
Se podía ver que a Naura tampoco le caía bien Rangga. Realmente no podía aceptar que Miranda, que era tan perfecta, se hubiera casado con Rangga, que era inútil.
"No sé por qué Miranda se pudo casar con alguien como tú", continuó Naura.
Rangga se quedó callado al escuchar esas palabras de Naura. Sabía que aunque las palabras de Naura eran bastante duras, en realidad era una buena persona.
Miranda salió de la casa. Habían quedado para ir a algún sitio. A Rangga también lo invitaron para que condujera el coche.
Ahora los tres estaban en el coche. Rangga conducía en el asiento delantero, mientras que Miranda y Naura estaban en el asiento trasero. Fueron en el coche de Miranda porque Naura había llegado en taxi.
"¿Adónde vamos hoy?", preguntó Miranda a Naura.
"Lo sabrás cuando lleguemos", respondió Naura con entusiasmo.
Luego, Naura le dio instrucciones a Rangga para que condujera hasta el lugar que le indicó.
Media hora después, los tres llegaron delante de un edificio grande y alto. Se veían muchos coches de lujo aparcados allí.
"Solo la gente de clase alta recibe invitaciones para entrar en esta subasta", dijo Naura a Miranda y a Rangga.
Naura tomó a Miranda de la mano y la condujo hasta la entrada del edificio. Rangga los siguió.
La entrada del edificio estaba custodiada por dos hombres grandes y corpulentos.
"El conductor que está detrás también viene con nosotros", dijo Naura mientras entregaba una invitación al guardia de la entrada.
Una vez dentro, se podía ver que el lugar estaba lleno de gente. El lugar resultó ser una casa de subastas de jade.
"Esta es una subasta de jade", dijo Naura.
Apostar al jade consistía en comprar un trozo de roca que podía contener jade en su interior.
Apostar al jade podía hacer rico a alguien en un instante, y también podía llevarlo a la pobreza en un instante.
"Rangga, ya que estás aquí, deberías comprarle jade a Miranda", dijo Naura, provocando a Rangga.
Naura solo quería poner a prueba a Rangga. Al fin y al cabo, las piedras de la subasta eran bastante caras y Rangga seguro que no podía permitírselas.
"Si a Miranda le gusta, se la compraré", respondió Rangga.
Naura se molestó de inmediato con la respuesta de Rangga. Pensaba que las piedras aquí eran baratas, además de que él solo era un mantenido que vivía a costa de Miranda.
"Así es como debe ser, como marido no debes ser siempre inútil", dijo Naura.
"Tus palabras son muy duras", respondió Rangga.
