El Mejor Amigo De Mi Hermano Me Besó

Me despierto con la luz del atardecer filtrándose por las cortinas de la cabaña. El aire se siente cálido, con el ligero aroma a madera y hierba húmeda colándose por las rendijas. Chris está a mi lado, aún dormido, su respiración pausada. Lo miro por unos segundos, capturando la tranquilidad en su expresión. Es una imagen rara, casi desconocida para mí. Me pregunto cómo puede verse tan en paz cuando yo siento que mi mente nunca se detiene.

—¿Qué miras? —su voz ronca me saca de mi ensimismamiento.

Me sobresalto un poco. No me di cuenta de que ya había abierto los ojos.

—Nada. Solo… el tiempo —murmuro, desviando la mirada rápidamente.

Chris sonríe de esa forma suya, suave y casi imperceptible. Se incorpora despacio, estirando los brazos antes de pasar una mano por su cabello desordenado.

—¿Qué hora es?

—Tarde. Jeongin llamó… deberíamos irnos.

—¿Nos regañó? —pregunta con un tono divertido mientras envuelve sus brazos alrededor de mi dándome un abrazo apretado.

—Claro que sí, ¿cuándo no lo hace? —respondo con una sonrisa.

Me besa en la frente haciendo tronando el beso a propósito.

—Muy bien, entonces es hora de irnos — dice mientras deposita otro beso en mi mejilla.

Nos levantamos de la cama a regañadientes, lo cálido de la cama contrasta con el frío aire que golpea nuestros cuerpos, provocándonos escalofríos.

Me aviento nuevamente a la cama buscando calor, tapo mi cuerpo rápidamente mientras observo a Chris caminar desnudo por la habitación.

La vergüenza se apodera de mi cuerpo mientras tapo con mis ojos mientras ruedo por la cama con exageración.

Escucho su risa resonar en la habitación.

—Areum, ya nos vimos todo — dice burlón.

—Me voy — camino dramáticamente hacia el cuarto de baño, en el camino recojo mi ropa del suelo para llevarla conmigo.

Después de unos minutos ambos estamos listos y nos dirigimos a la puerta.

Al salir de la cabaña, él se detiene un momento para cerrar la puerta y echar un último vistazo con un toque nostálgico. Cuando me da alcance, aparta ramas y hojas que se cruzan en nuestro camino, como si fuera lo más natural del mundo. Durante todo el trayecto, no suelta mi mano, y cada tanto me regala una sonrisa cálida. Es un gesto pequeño, pero siento una calidez incómoda en el pecho.

El camino a casa es rápido, gracias al cielo que no hay tráfico, como le había inventado a mi hermano en su llamada hace un par de minutos.

Cuando llegamos, Chris desciende rápidamente del auto para abrirme la puerta.

—Gracias —le digo, sintiendo que mi rostro se calienta. Me estoy mal acostumbrando a este tipo de tratos.

—Un placer, madame — bromea riendo y me da un beso rápido en los labios, que me saca de balance unos segundos.

No puedo creer que me haya besado en la entrada de mi casa.

Le doy pequeños golpes juguetones camino a la puerta principal, obviamente castigándolo por ser un atrevido; mientras él se queja exageradamente.

La algarabía de la sala es lo primero que escucho al entrar. Los chicos están esparcidos por los sofás y el suelo, rodeados de cojines y restos de snacks. Hyunjin está en una discusión acalorada con Felix sobre quién ganó en la última partida, mientras Seungmin observa con una mezcla de fastidio y resignación.

—¡Ya era hora! —grita Jeongin desde el comedor, fingiendo indignación—. Casi me trago el control del hambre que tengo.

—¿Y qué puedo decir? El tráfico es mortal —bromea Chris, dejándose caer en el sofá con una naturalidad que envidia cualquiera.

Intento pasar desapercibida, pero Jeongin no me deja escapar tan fácilmente.

—Entonces, ¿A dónde fueron?

—Eh… —mi mente se queda en blanco — la playa —respondo

—Centro comercial —decimos al mismo tiempo y lo fulmino con la mirada.

La carcajada que estalla después es inevitable. Hyunjin casi se atraganta con su bebida, y Felix se lleva una mano a la frente, como si no pudiera creer lo mal que nos hemos coordinado.

—Lo que sea, ¿no? —dice Jeongin, pero noto algo en su tono, una curiosidad infantil que no logra esconder. No sé si realmente cree nuestras excusas o si simplemente disfruta vernos en apuros.

Alzo la mirada hacia el comedor y veo a mi madre como un fantasma silencioso; acomoda la mesa con una calma escalofriante.

Un peso se posiciona en la boca de mi estómago.

La mezcla de culpa, de saber que no he hecho muchas cosas bien en mi vida, me pesan, y mi mamá es la representación gráfica y el recordatorio de todo lo malo que le he hecho a esta familia.

No puedo evitar torcer mis dedos nerviosa, ¿Cómo es que algo tan espectacular como pasar la noche con alguien que te gusta se puede volver en algo tan malo?

Trato de esfumar esos pensamientos y volver al presente.

Todos decidimos pedir algo para cenar y esperamos nuestro pedido.

___________________________________________________

Durante la cena, la conversación fluye entre bromas y anécdotas del día. Hyunjin imita un doblaje pésimo de una película que vieron, mientras Lee Know y Seungmin tratan de convencer a Felix de que juegue un juego de terror con ellos. Todo parece normal… pero no puedo dejar de sentir que algo no encaja.

Mi mamá está sentada al extremo de la mesa, en silencio. Juega con su comida, moviéndola con los palillos sin realmente comer. Cada tanto, sonríe de forma distante cuando alguien le dirige la palabra, pero sus respuestas son breves, como si estuviera en otro lugar.

—¿Te pasa algo, mamá? —pregunto en voz baja, esperando que nadie más lo note.

—Nada

No me mira, me esquiva la mirada como siempre desde hace algunos meses. Ver su cuerpo rígido, su mirada inexpresiva y vacía, me hace un hueco en el estómago.

Su día más normal fue en el cumpleaños de Chris, y después, volvió a su actitud de siempre.

Chris, sentado a mi lado, parece notarlo también. De vez en cuando, susurra algo para distraerme: un comentario sobre la comida o una broma suave que logra arrancarme una sonrisa. No dice mucho, pero su presencia se siente como un ancla, algo que me ayuda a mantenerme a flote.

—Oye, Areum, si fueron a la playa, ¿por qué no tienen arena en los zapatos? —pregunta Jeongin de repente, con los ojos brillando de curiosidad.

—Porque… eh… fuimos solo un rato —improviso.

—¡Un rato, claro! Seguro se pusieron a contemplar las olas como en los dramas románticos. —Hyunjin pone una voz exageradamente melosa, y todos ríen, incluso Chris, yo intento mantener mis ojos en sus orbitas por la sorpresa.

¿Desde cuándo bromean asi conmigo?

Una mezcla de euforia y culpa me invaden, pero no puedo aguantar la risa por la forma graciosa de hablar de Hyunjing.

 Pero mi mente me traiciona otra vez, dejándome en claro que jamás pisé la playa por hacer otras cosas. Recuerdo los labios de Chris en mi cuello, su mirada intensa en la penumbra de la habitación. Sacudo esos pensamientos rápidamente, centrando mi atención en los chistes que vuelan por la mesa.

La cena concluye después de platicas entre los chicos sobre trabajo y eventos próximos.

Mamá insiste en recoger sola los platos. Aunque todos ofrecemos ayuda, ella se mantiene firme, con una tensión palpable en su voz.

Todos accedemos un poco incomodos y decidimos darle espacio, asi que nos encaminamos a la sala de estar.

Platicamos de forma superficial, creo que todos preocupados por la misma cosa.

Lee Know se levanta de la sala después de unos minutos, pareciendo no poder ignorar esa misma incomodidad que sentimos todos.

—Voy a ayudarla.

—Creo que es mejor darle espacio —murmura Seungmin, pero Lee Know ya está en la cocina.

No pasan ni cinco minutos antes de que regrese, pálido y con la respiración agitada.

—¡Mi teléfono!

—¿Qué pasó? —pregunta Jeongin, poniéndose de pie.

—La cocina. Está saliendo humo.

El pánico se desata en segundos. Corremos hacia la cocina, y lo que veo me deja paralizada: mi mamá está inmóvil junto al fregadero, con los ojos clavados en las llamas que devoran la cortina.

—¡Llamen a los bomberos! —grita Hyunjin.

Trato de moverme, de hacer algo, pero mis piernas no responden. Chris me toma del brazo y me saca de mi estupor. En el caos, solo puedo pensar en los ojos vacíos de mi mamá.