MATRIMONIO CON UN DESCONOCIDO

. Nain necesitaba saber a qué se refería, no pensaba quedarse con la duda, iba a empezar a hablar cuando Lulú entró a la habitación con el médico; lo empezó a revisar, cuando termino les dijo.

• Fue su presión, señor Romero, yo le recomiendo que trate de no alterarse. Sabe que las sorpresas o las malas noticias no son buenas para su corazón, y si esto vuelve a pasar, nos podría dar un buen susto.

María Eugenia se acerca a su padre y con una tristeza le dice.

• Papá, perdóname, no volveré a preocuparte.

Yo te prometo que de aquí en adelante me portaré muy bien, no volverás a tener que sentirte mal por mi parte.

Su padre le sonríe, acaricia su rostro y voltea a ver a Nain, en ese momento, dice.

• Nain, cuida bien de mi princesa y protégela siempre.

Lo único que yo te puedo pedir como padre, es una promesa de que siempre estarás a su lado, que la respetarás y amarás hasta el día en que uno de los dos muera.

Después de esas palabras, se hizo un silencio y tanto María Eugenia, como su padre, se le quedaron mirando, como si esperaran una respuesta.

Se puso nervioso, la inseguridad lo invadió y nervioso contestó sin pensar bien en lo que decía.

• Yo se lo prometo, le doy mi palabra como el hombre que soy.

Nain después de lo que dijo, realmente quería coserse la boca. No entendía por qué había dicho semejante tontería, ya que realmente no pensaba quedarse con esa mujer loca, que desde que la conoció se la había pasado viéndole la cara, manipulándolo para que hiciera lo que ella quería.

Pero lo que fue a un más extraño fue en el momento en que la miró; tenía una sonrisa maliciosa, eso no le gustó nada, era como si hubiera caído nuevamente en una de las trampas de esa mujer, como si lo estuviera manipulando para hacer lo que ella quería.

Una vez que el médico se retiró, su padre les pidió que lo dejaran solo. Quería dormir, descansar un poco antes de la cena.

Para ese momento ya eran las 5 pm, ellos no habían comido y cuando llegaron a la casa de su padre, ya había pasado la hora de la comida. María Eugenia deja un beso en la frente de su padre, después salen de la habitación tomando la mano de Nain.

Cuando estaban afuera y la puerta cerrada, ella le hizo una seña con su dedo índice, de que se quedara callado, le indicó que la siguiera; caminaron por un largo pasillo, pasaron algunas puertas, hasta llegar a la del fondo.

Ella le indica que abra la puerta, sin nada de ganas, él lo hace y la deja pasar primero, sí lo estaba haciendo, comportándose como un caballero, pero a la fuerza.

Nain entra a la habitación, cierra la puerta y se pone seguro. No quería ser molestado por nadie, quería una explicación de ella, porque la forma en que lo estaba manipulando no le estaba gustando nada.

En el momento en que dio la media vuelta, empieza a decir.

• Será mejor que empieces a hablar, me debes una explicación.

Nain después de decir eso, se le quedó mirando. Ella estaba cómodamente y seductora, sentada en un sillón grande, con los pies estirados y cruzados; su vestido estaba arriba de media pierna, mostrando más de lo permitido en una mujer decente, a lo menos era lo que él pensó al momento de verla.

Le sonrió seductoramente y con una de sus manos le indicó que se sentara en el sillón individual que estaba frente a ella.

Él realmente ya no sabía si estar molesto o simplemente hacer lo que le pedía. Resignado, hace lo que ella le indica, en el momento en que se sienta molesto, le dice.

• María Eugenia Ramero...

Realmente me estoy controlando mucho para no empezar a gritarte, porque a pesar de todas tus mentiras y tu engaño, creo que aún sigues siendo una dama y te tengo que respetar como tal.

Pero creo que merezco una explicación, ¿por qué el engaño? ¿Por qué me has manipulado de esta manera para que nos casáramos? Te das cuenta de que lo que hiciste no es correcto.

Tú me engañaste, me dijiste que tu rostro tenía una enorme cicatriz, que estabas deforme y yo, como un tonto, te creí. Realmente no entiendo, ¿por qué has hecho semejante tontería?

María Eugenia le sonreía y lo miraba con una calma, que era aún más irritante para él, pero en ese momento la escuchó decir con un cinismo y una tranquilidad.

• ¿Cómo puedes decir que yo te manipulé o que te eché mentiras? Nain.

Mira mi cicatriz aquí en mi ceja, esto se mira terrible. Una mujer tan joven como yo, con semejante marca en su bello rostro, es algo que no podré superar y la gente que me mire en la calle, va a decir "mira, tan hermosa mujer, lástima de la cicatriz en su rostro, se mira como un monstruo" así va a pensar todos los que me miren en la calle.

Nain, no puedo creer que me reclames, por algo que tú me hiciste, solo te pedí lo justo, pero está bien, si tanta vergüenza te doy. Si crees que unir tu vida a esta mujer deforme es algo que no puedes tolerar, podemos divorciarnos.

Pero esto lo llevarás en tu conciencia toda la vida, porque me diste una promesa. Dijiste que serías mi esposo para que yo no pasara una vida sola, porque esta marca en mi rostro va a hacer que ningún buen hombre se fije en mí.

Tú realmente eres un hombre sin palabra, me diste una promesa a mí y ya estás buscando romperla; pero lo que es aún peor es que le prometiste a mi padre ser un buen esposo y que estás tratando de hacer.

La verdad, tú solo buscas separarte de mí y dejarme, porque claro, a ti qué te importa lo que me pueda pasar? Me debes de ver como tu peor desgracia, como todo hombre quiere una mujer perfecta a su lado, no una desfigurada como yo.

Nain mientras la escuchaba, mira cómo sus ojos empiezan a derramar sus lágrimas. Su voz se escuchaba tan triste, adolorida, que, sí causaba tristeza de verla y oírla, realmente parecía que lo que decía era verdad.

Pero él solo se sintió más confundido, no entendía qué mujer tenía enfrente, si realmente sus palabras eran sinceras o simplemente estaba actuando, pero al verla parecía que sufría con cada palabra que decía.

Sin poder evitarlo, esas lágrimas falsas lo desarmaron nuevamente ante ella, algo que sentía tan ridículo, tan tonto, porque esa jovencita de su edad, tan débil e indefensa, lo estaba controlando de una manera que él nunca pensó que pudiera pasar.

Ya no podía seguir viéndola llorar y aunque deseaba salir corriendo de ahí, alejarse de ella, sentía que ya no podía, porque algo que él sí valoraba era su palabra dada, así la hubiera dado en una trampa; resignado le dice.

• María Eugenia, ya deja de llorar, por favor, me haces sentir incómodo y no me gusta.

Quédate tranquila, no pienso irme, te prometí casarme contigo y ahora también le di la promesa a tu padre de ser un buen esposo.

Yo soy un hombre de palabra y aunque no creo nada de lo que me dices, pienso cumplir mis dos promesas; me voy a quedar a tu lado y seré un buen esposo, pienso cuidarte, aunque para serte sincero, realmente solo quiero alejarme de ti. Creo que estás loca o eres una loba disfrazada de oveja.

Lo que seas no me importa, voy a esperar a que tú decidas hablarme con la verdad cuando estés lista; ahora creo que lo mejor será que me regrese a mi departamento. Mañana tengo que trabajar temprano.

Cuando hayas pensado en una solución, búscame para que hablemos de lo que vamos a hacer.

Nain se pone de pie y empieza a caminar a la puerta. En ese momento en que toma la manija, la escucha decir, con una tranquilidad.

• Nain, ahora que ya sé que eres un hombre de palabra y que te vas a quedar como mi esposo, quiero decirte que ya sé qué vamos a hacer.

Tú no puedes irte, vas a tener que quedarte aquí como mi esposo.

¿Recuerdas tu promesa? "Ser un buen esposo" eso significa que tienes que estar a mi lado y comportarte como tal.

Dime Nain, ¿realmente eres un hombre de palabra o solo finges ser de palabra?

Nain volteó a verla, ella estaba parada detrás de él a unos pasos, mirándolo con una altanería. Era como si lo retara, como si realmente lo estuviera poniendo a prueba y eso lo desconcentró, sin entender lo que esa hermosa mujer estaba buscando, no entendía qué respuesta era a lo que tenía que dar.

Se quedó parado, viéndola, pensando en lo que tenía que hacer, como si estuviera en un laberinto, y por primera vez en su vida no sabía qué camino tomar.

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