Keren Lombardi, un hombre apuesto, rico y poderoso, cuya vida cambia drásticamente cuando es abandonado en el altar por su prometida. Traicionado y con el corazón endurecido, Keren jura no volver a creer en el amor. Su único objetivo ahora es satisfacer el último deseo de su abuelo moribundo: encontrar una esposa y asegurar el legado de la familia Lombardi.
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capítulo 23 Después del evento
La noche había sido agotadora. Tras el gran evento, Keren decidió conducir su elegante auto por las calles iluminadas, llevando a Emma de regreso a su apartamento. En silencio, Emma observaba las luces de la ciudad pasar mientras trataba de procesar todo lo que había ocurrido esa noche. Sabía que su vida estaba cambiando, pero lo que más la perturbaba era la actuación que tenía que mantener frente a todos.
El auto finalmente se detuvo frente al edificio donde vivía Emma. Keren apagó el motor y se volvió hacia ella con una mirada distante.
—Te dejaré aquí por hoy. Mañana tenemos más cosas que atender —dijo, con su habitual tono frío.
Emma asintió, sintiéndose incómoda como siempre en su presencia, pero justo en ese momento, el teléfono de Keren sonó. El silencio dentro del auto se rompió por el vibrar insistente del móvil. Keren lo miró y su expresión cambió ligeramente. Emma no pudo evitar notar la frialdad en sus ojos cuando contestó.
—¿Qué pasa? —dijo Keren, manteniendo su voz baja.
Del otro lado, la voz de Valeria era clara para él, aunque no para Emma. Aun así, Emma podía intuir por el tono de Keren que no era una llamada de trabajo.
—Quiero verte ahora en el club —la voz de Valeria sonaba irritada, demandante.
Keren se quedó en silencio por un momento, apretando la mandíbula mientras pensaba en qué hacer. Finalmente, tomó una decisión.
—No, Valeria. Esta noche no —respondió Keren en tono firme, sin miramientos.
Hubo un silencio al otro lado de la línea, seguido de un sonido seco cuando Valeria colgó de manera abrupta. Keren guardó su teléfono en el bolsillo con una expresión de fastidio.
Emma, que había estado observando todo el tiempo, no pudo evitar preguntar, aunque sabía que probablemente no recibiría una respuesta directa.
—¿Quién era? —preguntó, intentando que su voz sonara casual, aunque no lo sentía así.
Keren no la miró al principio, pero después giró lentamente la cabeza hacia ella. Sus ojos, fríos como siempre, no mostraban ningún rastro de emoción.
—No es importante —respondió, restándole importancia a la situación, pero Emma sabía que había algo más detrás de esa llamada.
La tensión en el aire se hizo palpable. Emma, consciente de que no estaba en una posición de exigir respuestas, decidió no presionar más, aunque su corazón palpitaba más rápido de lo habitual. Sabía que Keren estaba acostumbrado a hacer lo que quería, y ese pensamiento la hizo sentirse aún más atrapada en su situación.
—Está bien —respondió, forzando una sonrisa—. Supongo que es tarde, así que… Gracias por traerme.
Keren asintió, sin cambiar su expresión. Cuando Emma abrió la puerta del auto para salir, Keren habló de nuevo, su tono bajo pero directo.
—Mañana te espero temprano. No te retrases.
—No lo haré —respondió Emma, sin mirar atrás.
Cerró la puerta del auto y subió las escaleras hacia su apartamento, sintiendo el peso de la mirada de Keren mientras ella se alejaba. Una vez dentro, Emma suspiró profundamente, tratando de sacudirse el extraño malestar que sentía. No podía negar que estaba comenzando a ver el mundo de Keren de una manera muy diferente, y no le gustaba lo que veía.
Era casi medianoche cuando el teléfono de Keren sonó nuevamente. Esta vez, el nombre de Adrian apareció en la pantalla. Keren suspiró y respondió mientras salía del auto y caminaba hacia la entrada de su apartamento.
—¿Dónde estás? —preguntó Adrian con su habitual tono despreocupado—. Estaba pensando que podríamos tomar unos tragos antes de que termine la noche.
—No estoy de humor, Adrian —respondió Keren, caminando hacia el interior de su mansión.
—Vamos, hombre. Necesitas relajarte antes de la boda —insistió su amigo—. Y además, hay que hablar de lo que pasó con Valeria.
Keren se detuvo un momento. Su mandíbula se tensó al recordar la llamada de Valeria. No le gustaba hablar de esos temas, mucho menos cuando se trataba de ella. Sin embargo, Adrian siempre encontraba la manera de hacerle ver las cosas desde otro ángulo.
—Está bien, nos vemos en el club en media hora —cedió finalmente Keren—, pero no quiero estar mucho rato.
—Hecho —respondió Adrian con una carcajada—. Nos vemos.
Keren colgó el teléfono y, por un momento, miró a su alrededor. Su mansión estaba vacía y silenciosa, un recordatorio de lo que su vida había sido antes de que Emma entrara en escena. Con un suspiro resignado, se dirigió al club, sabiendo que necesitaba despejar su mente antes de enfrentarse a lo que vendría al día siguiente.
En el club, el ambiente estaba relajado, y Adrian ya estaba en la barra cuando Keren llegó.
—¡Ahí estás! —exclamó Adrian, levantando su vaso en un brindis—. Sabía que vendrías.
Keren se sentó junto a él, pidiendo un whisky. Sabía que Adrian tenía mucho en mente, y probablemente él también necesitaba despejarse antes del gran día.
—Entonces, ¿qué pasó con Valeria? —preguntó Adrian, rompiendo el silencio.
Keren bebió un trago antes de responder. Su tono era neutral, pero había un ligero rastro de frustración.
—Nada. Me llamó. Quería que la viera en el club, pero le dije que no.
Adrian levantó una ceja, claramente sorprendido.
—¿Le dijiste que no? Eso no es típico de ti.
—Las cosas han cambiado —respondió Keren—. Tengo un matrimonio que enfrentar mañana y no quiero complicaciones.
Adrián asintió, pero su expresión se volvió más seria.
—Lo entiendo, pero sabes cómo es Valeria. No va a dejar las cosas así. Es posesiva y no va a aceptar que la dejes por alguien como Emma.
Keren se mantuvo en silencio por unos momentos, considerando las palabras de su amigo. Sabía que Adrían tenía razón, pero no tenía tiempo para lidiar con los caprichos de Valeria.
—Mira, mañana es el día —dijo Keren, cambiando de tema—. Después de mañana, todo quedará claro. Valeria puede intentar lo que quiera, pero yo haré lo que tenga que hacer.
—Hablando de mañana —interrumpió Adrian, inclinándose hacia adelante—, ¿cómo te sientes con respecto a Emma? No es como ninguna de las mujeres con las que has estado antes.
Keren se encogió de hombros, tomando otro trago de su whisky.
—Emma es… diferente. No es alguien con quien quisiera estar, pero es la opción más conveniente.
Adrián sonrió con ironía.
—Conveniente, ¿eh? Siempre práctico, Keren.
Keren no respondió; simplemente dejó que las palabras de su amigo se quedaran en el aire. Sabía que, aunque el matrimonio con Emma era una fachada para complacer a su abuelo, había algo en ella que lo intrigaba, algo que no quería admitir.