Un repentino divorcio deja a Genoveva con el corazón destrozado y con la responsabilidad de la crianza de sus ocho hijos, que tienen entre 2 y 9 años de edad.
La vida la pondrá de rodillas, pero ella hará hasta lo imposible, para sacar a sus hijos adelante. Aunque no se sienta del todo orgullosa de sus acciones.
¿Podrá seguir adelante con su vida? ¿Volverá a creer en el amor?
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CAPÍTULO 14
Genoveva seguía esperando la respuesta de la vendedora, ella no quería discutir con una mujer embarazada.
— Señora lo siento. Pero la señora ya los pagó, por lo tanto, ya le pertenecen de ella. Pero puede escoger otros, hay mucha variedad
—No. Yo quiero estos. Además no creo que una mujer con ocho hijos, tenga para pagar estos zapatos
Genoveva parpadeó varias veces y miró a la cara de la niñera, tratando de controlarse, pero en ese momento entendió que estaba frente a Camila, la nueva mujer de su marido.
Entonces Genoveva se paró frente a ella y le mostró sus sensuales curvas que había logrado acentuar más ahora que tenía tiempo para ejercitarse.
— Ja, ja, ja, claro que puedo, porque mi ex me consiente más ahora que cuando estaba conmigo. Tome, señorita cobre todo por favor— dijo Genoveva con un tono arrogante.
La mujer embarazada empujó a la vendedora y salió de la tienda, directo a su auto. Camila condujo directo a la clínica, tenía que hablar con el doctor, necesitaba el alta para poder seducir a su marido. Pero debía cuidar de su embarazo, esa mocosa era su mejor arma para quedarse con su amado Santiago.
Esa noche Santiago llegó muy contento. Había perdido varios inversionistas, pero había un empresario extranjero que quería comparar todas esas acciones y con eso él se estabilizaría de nuevo.
Santiago se había reunido con el asistente del inversionista y se habían tomado algunos tragos. Llegó a su casa dando traspiés y Camila lo ayudó a llegar a su cama, lo ayudó a desvestirse y comenzó a besarlo y a seducirlo
Santiago susurraba el nombre de Genoveva, pero la amó a ella. Santiago la devoró completamente. Le hizo el amor como nunca se lo había hecho, ni siquiera en su relación pasada.
Entonces ella entendió que él esa noche amó a Genoveva en el cuerpo de ella y aunque había quedado agotada y satisfecha, también estaba adolorida. Definitivamente, ella no lograba llevarle el ritmo a esa bestia lujuriosa.
Al día siguiente, Santiago se despertó con un terrible dolor de cabeza y se sorprendió al verla acostada a su lado desnuda
Camila tenía marcas en todo su cuerpo, podía decirse que esa era su firma. Pero él solo marcaba a su mujer, entonces entendió lo que ocurrió. Ese maravilloso sueño erótico fue real, pero con una sustituta de la protagonista real.
Santiago se levantó y se vistió para llegar temprano a su oficina. No quería verle la cara a Camila, seguro ella lo llenaría de reproches.
Santiago se sentía avergonzado. No podía ver a la cara. Pero él había logrado ir a cenar con sus hijos todas las noches y no quería perder ese terreno que había ganado, Pero esa noche después de cenar. Genoveva le pidió a Santiago que regulara sus visitas.
Los niños ya querían esperarlo todas las noches para cenar y eso comenzaba a incomodarla. Él debía salir de sus rutinas, no quería ver a sus pequeños sufrir de nuevo.
Ella sabía lo demandantes que podían ser los bebés recién nacidos y sabía que su ex. se dedicaba a ellos exclusivamente los dos primeros meses y no quería ver lágrimas en los ojos de sus pequeños cuando él no llegara en esos días.
Santiago sintió que estaba siendo echado de nuevo, por eso, volvió a tomar como la noche anterior y terminó refugiándose de nuevo en los brazos de Camila
Entonces Santiago habló con el abogado Pietro, para que se hiciera cargo de la manutención de sus hijos y su ex. Las órdenes eran claras, ellos debían seguir manteniendo su estilo de vida.
La única diferencia sería que el abogado sería el intermediario entre el y su ex. Santiago había acordado mandar a buscar a sus hijos y a las niñeras para una pequeña villa que él había comprado solo para compartir con ellos. La cercanía con Genoveva y la indiferencia con la que ella lo trataba estaba comenzando a afectarlo.
Incluso había tenido deseos de secuestrarla, llevarla lejos y obligarla a vivir con él. Por eso había decidido poner distancia entre ellos.
Debían sanar primero y dejar en manos del destino su vida. Porque, aunque él no amaba a Camila. No se atrevía a dejarla. Ella claramente no daba indicios de ser una buena madre y él no la dejaría sola con su pequeña Emperatriz.
Los días pasaron volando...
Ya había pasado un mes desde la última vez que Santiago había visto a Genoveva y él sentía que moriría de la ansiedad. Él recogía a los niños en la escuela y los dejaba en el portón principal. Desde lejos lograba verla en la puerta esperándolos.
Pasaron quince días más y Santiago había establecido con Camila una relación amena que terminaba en noches sutilmente apasionadas. El doctor le habló de la necesidad sexual de las mujeres durante el embarazo y lo incitó a practicar el sexo con mucho cuidado.
Ya Camila estaba en los últimos meses y se había ofrecido a ayudar al abogado Pietro con algunos asuntos. Ella quería sentirse útil, pero Santiago no la quería dejar trabajar en sus casos, porque le generaba mucho estrés. Por eso la contrató, como asistente legal temporal. Ella se mantenía ocupada y estaba en el mismo edificio que su marido. Por lo que de vez en cuando iba a buscar algunos mimos y atenciones.
Mientras que Genoveva, cada día extrañaba más a Santiago. Cada día que pasaba era más dolorosa su ausencia, pero era necesario poner distancia entre ellos.
La prometida de Santiago había comenzado a amenazarla y a insultarla. Y si ya ella había decidido no volver con Santiago, entonces no tenía sentido buscar problemas innecesarios.
Para distraerse. Genoveva se había inscrito para estudiar Diseños de moda en línea. Podía estudiar en las mañanas cuando los pequeños estaban en la escuela y la niñera cuidaba a los más pequeños.
Ella dejó a los niños en la escuela y a la niñera con los pequeños para ir a comprar algunas telas y algunos materiales que necesitaba para sus prácticas.
Genoveva pasó su tarjeta y la compra fue negada
— Señora, esta tarjeta está bloqueada — le dijo el vendedor y le devolvió la tarjeta apenado.
— Qué raro, Ok te haré un cheque — Genoveva tomo su lapicero y firmó el cheque por la cantidad necesaria. El vendedor llamó al banco para confirmarlo y también se lo devolvió
— Lo siento señora, esta chequera también está inactiva — volvió a decir el hombre, ya con una expresión sería en el rostro, porque se le estaba acumulando los clientes detrás de Genoveva
— Ok, no te preocupes. Tengo efectivo
Ella le sonrió avergonzada, pagó todo y se despidió del chico. Tomando sus compras y dirigiéndose a la camioneta