NOVELA INCOMPLETA POR DISCREPANCIA....
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¿QUIEN ERES?
Después de ingresar a la escuela Astrid, vio que la gente le daba miradas extrañas y se escondía lejos de ella… A ella no le importó, pero cuando entró al aula, la clase se quedó en silencio. Eso era otro cantar.
—Por culpa de salvar a Bertha, ahora ha luchado a muerte con Claire.
—Es tonta de verdad, ¿no sabe quién es el abuelo de Claire y lo que le puede pasar a ella y toda su familia?
—Ahora, ¿de verdad que firmo la sentencia de muerte de toda su familia?
Astrid escuchó muchos comentarios así de extraños, pero no los comprendía en absoluto; ella no había hecho nada, solo se había divertido un poco con Claire y fue porque él insistió ayer.
Fue similar a entrenar con Buker y Farnel, solo que Claire no aguantó nada, solo un pequeño empuje al piso.
Aue extraño Claire es más alto que ella y más fuerte; ¿por qué cayó al piso tan rápido? No se lo preguntó hasta ahora. Ya se lo preguntaría a Buker más tarde cuando lo viera de nuevo, porque algunos hombres eran tan débiles.
—No dejes que las tonterías de estas gentes te afecten, Astrid, no te pasará nada.
De qué habla Bertha, ¿qué le podría pasar? ¿¿Porque esta chica está rara?
—Bertha, ponte a leer; yo haré lo mismo.
Bertha dejó de preocuparse por Astrid; sabía que ella no comprendía lo que estaban diciendo sus compañeros de clase; esos bobos solo querían asustarla, pero Astrid era Astrid, y su mundo era diferente y giraba alrededor sus libros y nada más. Era mejor no dejar que se enterara de lo que pretendía esta bola de sapos, y que ella siguiera sin saber nada; así Bertha podría hablar con Claire y solucionar las cosas, antes de que él pudiera hacer algo en contra de Astrid, por venganza.
La primera parte de las clases transcurrió sin mayor percance hasta el almuerzo, cuando fueron a la cafetería y se toparon con el grupo de los 10 más uno, que Astrid no reconoció, pero que notó que tenía unos ojos muy llamativos.
Los chicos se detuvieron con miedo de que Claire hiciera algo a Astrid, por lo cual se interpusieron entre ella y Claire, saludando a Astrid primero.
—Jefa, hola, ya tenemos una mesa para que comamos todos juntos.
—Si vamos por aquí…
—¿Quién eres tú? ¿No recuerdo tu cara? —Astrid preguntó con calma a Claire y lo veía con curiosidad.
—Jefa, ¿no lo recuerdas? —Pregunta el número 5.
—No, no olvidaría esos ojos, son muy brillantes.
Todos se quedaron con la boca abierta al escuchar lo que acabó de decir Astrid. No sabía que Claire tenía esos ojos; no recordaba su cara, por cómo lució antes.
Bertha comprendió el punto de vista de Astrid, pues ella no prestaba atención a nada que no fuera llamativo; solo que brillara o fuera importante sería algo para recordar, según su punto de vista. Y los ojos de Claire realmente eran hermosos; parecían un par de piedras preciosas; si no fuera por el color de pelo que siempre llevaba y que los tapaba, los hubiera visto antes.
—Astrid, él es Claire.
—¿Tú me quieres engañar? ¿verdad?¿O solo estás bromeando? —preguntó Astrid confundida.
—No, Astrid, soy Claire —se acercó a ella el chico, que realmente no se parecía en nada al Claire que ella había conocido antes.
—Que te paso? ¿Por qué eres tan diferente ahora?
En realidad, no sabía qué respondió el mismo Claire; simplemente cuando llegó a su casa, pensó en cómo la chica lo había vencido, en cómo había logrado cambiar a sus amigos para bien y para dejar de seguir por el camino en el que habían estado durante los últimos cuatro años, de diversión, perder el tiempo y no estudiar.
Ya tenía 18 años, y se enfrentaría en cuestión de nada a lo que era ser un adulto. Ya no podía estar huyendo de las responsabilidades por más que quisiera. Y el que una niña lo haya hecho reaccionar fue realmente vergonzoso; lo admitía, pero también era verdad, que esa niña era algo muy especial, nada común de encontrar.
—Quería cambiar de aspecto así que me corte el pelo y regrese a mi color natural —respondió Claire.
—Ha, eso está bien, el rojo era un color muy llamativo y brillante, como el de los pájaros. No se veía bien.
Con eso dejó por zanjada la conversación y siguió a los chicos a la mesa que tenían preparada para comer todos juntos.
Todos se comportaron como un grupo de amigos, sin problemas, solo riendo y charlando.
Bertha suspiró para sus adentros al darse cuenta de que Claire no tenía ningún reclamo en contra de Astrid, sino que había aceptado la derrota con mucha calma. Así que siguió el ejemplo de los demás y se comportó con calma y civismo, riendo y charlando sin ningún problema.
Así pasó un día más en la escuela internacional.
A la mañana siguiente, estaba todo listo para que Mila y Astrid salieran rumbo al colegio, cuando Mila hizo un comentario sin venir a cuento, mientras Emma estaba despidiendo a Astrid.
—No comprendo por qué algunas personas van a las clases para las olimpiadas de ciencias si no son capaces ni siquiera de pasar los exámenes de conocimientos esenciales, los reprueban y aún siguen en la clase. Es una vergüenza hacer eso.
Emma comprendió de inmediato lo que su sobrina trataba de decir y tomó a su hija entre sus brazos y le dijo: —Astrid, es primero la salud, que sacará muchos premios por estudiar; si no te sientes preparada para estar en esas clases extra escolares, no lo hagas, solo estudia lo que puedas. Mamá y papá te van a querer igual.
Astrid se sintió extraña, mientras se encontraba envuelta por los brazos de la mujer a la cual llamaba mamá. Era algo nuevo para ella; ese sentimiento, que estaba experimentado, antes no lo había sentido; era como si pudiera sentirse protegida, sin problema alguno. Y eso la hizo sentir un poco feliz.
—Estaré bien, mamá, no tengo problemas en ir a esas clases.
—Está bien, hija, te creeré.
—Ve; el chofer espera por ti.
Ya fuera en el lugar donde se estacionaban los autos, Mila la esperaba, solo para fastidiarla antes de partir.
—¿No será que solo vas a las clases de matemáticas por otra razón? ¿No olvides que no puedes robar lo que no es tuyo?
Astrid solo soltó un fuerte suspiro; era imposible hablar con personas incapaces de razonar. Por lo cual solo subió al auto y se fue rumbo al colegio; cuando llegaron, como ya era costumbre, el chofer paró fuera de la tienda y dejó ahí a la niña.
Cuando ella entró en la tienda, encontró a Buker sentado ya listo para desayunar. Sólo la estaba esperando a ella; también estaba Farnel. Comieron en total silencio y tranquilidad.
Cuando terminó de desayunar, Astrid estaba tomada de la mano con Buker como siempre, pero miraba a Farnel y le hizo una pregunta.
—Farnel, ¿podemos practicar de nuevo y luchar?
Farnel sintió que el desayuno regresaría por el camino que había entrado a su cuerpo cuando escuchó esa pregunta. La última vez que lo habían utilizado como saco de boxeo, duró un par de días en cama y no quería pasar por lo mismo. Esa niña era muy dura con él.
Además, los del grupo de chat vieron el video y estaban aplaudiendo porque decían que sería la esposa perfecta de su general. No, no, él no sería el muñeco de entrenamiento de esta niña de nuevo.
—Niña, no creo que en los próximos días pueda ayudarte con eso; tenga algo que hacer, lo lamento.
—Mmm… Que mal…
Buker se quedó mirando a Astrid, esperando que le preguntara a él, pero eso no sucedió. ¿Quizás sea porque lo ve mucho más grande y fuerte y crea que la lastimaría? Si es eso, se consoló él mismo con esas palabras.
Ya estaba lista para salir de la tienda cuando Astrid se giró para ver a Buker y hacerle una pregunta.
—Mañana es sábado y tendré que ir a visitar a mis abuelos… ¿Qué puedo hacer?
Buker entendió de inmediato la preocupación de la niña.
—Astrid, nos vemos todos los días, porque vienes al colegio, pero si no podemos vernos alguna vez, no tienes por qué preocuparte; recuerda que puedes llamarme. Y responderé de inmediato; si no puedo hacerlo, yo regresaré la llamada en cuanto pueda. ¿Está bien?
—Si
Antes de irse dejó sobre la mesa 20 euros, lo que venía dejando cada viernes desde que se veían. Farnel los iba a tomar cuando Buker lo impidió y los guardó junto a los otros billetes que tenía guardados de manera cuidadosa en su cartera, como si fueran su más preciado tesoro.
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