Dea Ashnot
Mi vida habia estado cuidadosamente planeada incluso antes de nacer, el destino estaba escrito para mi, una maldicion y una bendicion, como saber cual escoger, como saber cual era el camino correcto, a que destino me llevaría cada decision que tomara, ellos se llevaban cada parte de mi, haciendome pedazos y volviendome a unir como un rompecabezas.
Eran mi perdición y Mi salvacion, Mi silencio y mis gritos, Mi destino y mi verdad.
Cuando llegara la hora de escoger, a quien escogería?
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Hola mis queridos lectores, esta es la segunda parte de mi novela, La luna sangrada del Rey Alfa, la historia de la hija de Azula y Alec. Espero que la disfruten❤️
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10. Exquisito y Enloquecedor
Al dia siguiente a las 6 am ya estaba lista, Llevaba un vestido dorado con unos tacones de plataforma con pequeñas tiras que subian hasta mis muslos, habia arreglado mi cabello y habia arreglado mis facciones con maquillaje, habia pasado casi 10 minutos observandome en el espejo intentando ignorar los gruñidos tormentosos y amenzantes de mi lycan, hoy me veia preciosa, perfecta, como una diosa, yo sabia por que lo habia hecho y obviamente mi Lycan aunque actuaba como si no supiera nada mas que gruñir, definitivamente lo sabia, hoy volveria a verlos despues de dos años, una parte de mi queria que me vieran bien, presentable, erguida, como la reina alfa que habia crecido para ser, la otra parte de mi nisiquiera sabia lo que queria, habia aprendido que la mejor arma de una mujer era la primera impresión y hoy les daria a todos los del sur una explosiva primera impresión.
Baje las escaleras lentamente mientras Eliam, Safira, Violeta y Roma esperaban abajo por mi, Eliam y safira eran mis beta y Violeta y Roma mis Gammas, nuestra relacion no era del todo amigable, en especial con Eliam, habiamos tenido tantas discusiones, El no podia comprender la necesidad impetuosa que tenia de aferrarme al poder, a la seriedad, al dolor y lo comprendía aunque en partes, mis emociones fueron reduciéndose cada vez mas hasta casi convertirse en nada, Empatia. Anhelo. Cariño. Amor. Eran cuatro palabras que no entraban en ninguno de mis paradigmas, No habia nada en el mundo que anhelara, No soportaba el cariño, las sonrisas o los intentos de abrazos si no venian de mi madre o padres, el amor se habia vuelto una palabra que enloquecía a mi lycan, cada vez que pensaba en ello una sola frase se repetia en mi cabeza.
Ellos no te aman, no merecen tu amor.
Una parte de mi queria creer que mi Lycan pensaba eso, de alguna manera sus pensamientos y los mios se volvían uno, yo sabia que antes de tenerla jamas hubiera pensado eso, pero antes de tenerla yo no era la reina alfa, antes de tenerla el mundo no me temia de la manera que lo hacía y aunque susurraban a mis espaldas nadie se habia atrevido a desafiarme y soltar esas malditas palabras que no voy a olvidar nunca.
...*Nadie va a seguirte nunca, eres un maldito animal salvaje ocupando un lugar que no te pertenece, cada hombre o mujer del norte te odia, eres un monstruo para sus ojos, nadie va a amarte nunca, no van a aceptarte como su reina y algún dia todos sus deseos de que mueras se van a hacer realidad.*...
Fue lo ultimo que dijo el ultimo alfa que se atrevio a desafiarme antes de que arrancara su garganta y todas sus extremidades, esas palabras aúnque nunca lo admitiera, se habian calado en lo mas profundo de mi, habian ennegrecido mi corazon, todas las personas a las que intentaba proteger deseaban mi muerte, aunque decir todas era exagerado, quizás el 95% de ellas, lo cual ya era mucho, mucho mas de lo que alguna vez crei.
Llegue abajo a las escaleras y todos bajaron la cabeza.
- Buenos días reina.- Todos hablaron con seriedad y respetuosos y asenti hacia ellos pasando por su lado y caminando hacia la puerta, salimos de la mansion y subimos a las camionetas comenzando nuestro viaje.
Un sentimiento que tenía tiempo sin sentir se instalo en mi pecho mientras mas nos ibamos acercando, incertidumbre, mi corazon martillaba en mi pecho descontrolado y mi maldito Lycan no se habia callado ni un segundo desde que salimos de la mansion, aruñaba en mis entrañas como si quisiera descubrir un tesoro secreto en alguna parte, me molestaba de sobremanera tener que hacer esta mierda, deseaba regresar a la tranquilidad del santuario de la diosa y sentarme en mi maldito trono, el lugar en donde habia pasado bastante tiempo en estos dos años, el unico lugar en donde Mi lycan se callaba, se regodeaba, se sentia pleno y ronroneaba de placer, el unico lugar en donde podia pensar en paz si que distorsionara mis pensamientos y los volviera sangrientos y destructivos, podia decirse que eso era lo unico que anhelaba en el transcurso de mis dias, esperar a que llegara la noche y poder correr al santuario y sentarme en ese maldito trono.
Al fin Llegamos al distrito dos justo a las 10 am, nos bajamos de los autos y ya la gente del consejo nos estaba esperando, se acercaron a mi bajando la cabeza en señal de respeto.
- Buenos dias Reina, ya estan esperando por nosotros
- Vamos.- el sonido crudo de mis palabras los hizo temblar, no habia nada que yo no hiciera sin que ellos temblaran de miedo, mientras caminabamos por el lugar podia oir sus corazones galopar desesperados, me sorprendia como no habian muerto ya de un ataque al corazon si cada que vez que me veian sucedia lo mismo.
Caminamos por pasillos largos por segundos que se me hicieron mas largos aun, mientras mi Lycan aruñaba desesperado en mi cabeza, no sabia que mierda le pasaba hoy, estaba desesperado y insoportable y moria de las ganas de gritarle que se callara pero sabia que eso solo lo desesperaba mas, lo enloquecía, prefería ignorarlo aunque me costara un mundo hacerlo.
Al fin llegamos a las malditas puertas, podia escuchar gente hablando al otro lado, El consejal Reymon, uno de mis pocos fieles seguidores abrio la puerta y hizo lo que siempre hacia cada vez que íbamos a visitar algun lado, sabia que lo hacia porque el era uno de los pocos que se regodeaba del placer de que su reina fuera unica y inigualable, para el consejal Reymon ser gobernado por una diosa lycan era un orgullo del que regodearse.
- Estan frente a La Reina Alfa del Norte, Nuestra Diosa Lycan, Dea Alexandra Ashnot Rosseltod.
En el mismo momento que esas puertas se abrieron un olor me golpeo, dulce, almendrado, exquisito y enloquecedor, ahi adentro estaba algo que hacia tiempo habia dejado de desear, buscar o anhelar. Di unos pasos hacia a dentro queriendo observar al dueño de aquel olor, voltee hacia un lado y ahi estaban ellos, portes serios y inalcanzables, aunque ya sabia yo que habian sido bastante accesibles, mandibulas perfectas y apretadas con fuerza, musculos comprimidos con gran esfuerzo, esto tenía que ser una maldita broma, en mi cabeza se escucho algo que me dejo en shock
Compañero