*Han pasado exactamente dos años desde que me dejaron prácticamente en el altar.
Me llamo Montserrat Diaz, CEO de MONSE COMPANY.
Sentada en mi sillón de color rojo, con una copa en mi mano, mirando el vacío que ofrecía mi ventana, me puse a llorar.
"Maldita seas Enrique, maldita seas Victoria" maldecía a las personas que más odiaba en el mundo, mientras leía en una página de chisme, que ellos dos se habían casado en Hawaii.
Mi vida da un giro al conocer a Aaron Palacios, un joven que al igual que yo, lo han traicionado, mientras yo lo quiero cerca como un juguete, él solo quiere estar lejos de mi.
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10.
MONTSERRAT DÍAZ
Aarón salió del departamento. Nunca pensé que este juego se me saldría de las manos. Han sido los últimos meses más emocionantes de mi vida. He podido canalizar todas mis frustraciones, mis ansiedades con la compañía de Aarón. Me he dado cuenta que de Enrique solo queda un desagradable recuerdo.
Me siento un poco confundida. Siento que necesito a Aarón, pero no sé si es amor o deseo o ambos. Como odio haber nacido en una familia rica. Con Enrique no hubo ningún problema, porque sus padres eran amigos de los míos, y había conexiones. Tienen el mismo nivel social y económico que mi familia.
Los días iban pasando y sentía la ausencia de Aarón en la empresa y aunque no estábamos 100% juntos sabía que él estaba cerca. De vez en cuando, le pedía que llegara a la oficina y le coqueteaba. Todo con él era fluido. No me disgustaba nada de él.
AARÓN PALACIOS
Ha sido un año emocionalmente inestable. Elene me dejó por otro hombre que tenía mejor posición económica. Conocí a Montse, nos relacionamos de una forma extraña, y todo ese amor con dolor que sentía por Elene, Montse los borró, pero todo era una falsa ilusión de mi mente, porque yo sabía que esa relación sexual no llegaría a ningún lado.
Finalicé mi último año de la universidad. No asistí a mi graduación. El hecho de pensar que todos mis compañeros tenían a alguien con quién festejar me hacía sentir solo. Sé que es un gran logro para una persona como yo, que no tenía probabilidades de éxitos, pero con ayuda de mis padres adoptivos pude salir adelante. Este triunfo se los dedico a ellos.
Con mi título en mano, visité la tumba de ellos. Le agradecí con sinceridad.
La universidad había llegado a su fin. Tenía que buscar empleo. Anduve dejando currículo en varias empresas con la esperanza de que me llamaran en alguna.
Pasó un mes y ninguna me llamó. Mi currículo era un currículo vacío, no tenía experiencia en lo que solicitaba. Mi experiencia como mesero era lo único que tenía.
Visité a un profesor de la universidad para ver si el podía ayudarme, siempre fui bueno en su clase y suponía que tal vez me podía recomendar a alguien aunque fuese un negocio pequeño.
— Aarón, ciertamente fuiste un buen estudiante. Déjame preguntar entre mis conocidos si tienen algo o bien, puedes ir a estudiar al extranjero con una beca. Se abrió la tercera convocatoria para estudiar una maestría en Finanzas corporativa en España.
— ¿Una beca?
— Una maestría te abriría puertas inclusive aquí en la universidad como docente. Y ahí si te podría ayudar.
— Déjeme pensarlo un poco.
— No lo pienses mucho. Igual podrías tener éxito en otro país.
No tenía nada aquí, pensarlo esta demás.
— Está bien. Ayúdeme profesor para que me den la beca. Siendo honesto, no tengo nada acá por qué o quién quedarme.
En las siguientes dos semanas hice todo el papeleo para viajar. Ya tenía fecha de partida. Estaría 3 años en España.
Tenía el deseo de ver a Montse, aunque sea un minuto. Entré en ese conflicto, de llamarla y decirle que nos veamos, pero también, recordaba mis últimas palabras.
¿Qué hago? ¿La llamo o voy a verla? O simplemente, dejo todo así.
Decidí ir a verla un día antes de viajar. Me presenté en la empresa. Ivet llamó a Montse, pero Montse se negó a verme.
— Está bien. Solo quería despedirme de ella. Me voy del país por un tiempo. Ya sabía, que ella no iba a querer verme— le sonreí a Ivet.
— Es una lástima que no quiera verte. A mi parecer ella te extraña, pero eso es solo mi percepción. Te deseo lo mejor en tu viaje.
— Gracias. Me voy a ir a despedir de Madi y Marvin. Ellos fueron buenos conmigo.
— Sí ve.
Fui a la sección de Finanza. Me despedí de Madi y Marvin.
Montse se acercó.
— Me dijo Ivet que te vas del país. Que venías a despedirte.
— Sí.
— Vamos a mi oficina un momento.
Llegamos a la oficina de Montserrat.
— ¿Por qué no querías recibirme? — le pregunté mirando a sus ojos, que a mi parecer ella se veía un poco triste.
— No quería verte más, pero solo será esta vez. Posiblemente, cuando regreses, yo esté casada y feliz.
— Es una posibilidad. A cómo también, hay una pequeña posibilidad de que no regrese. Solo quería despedirme y verte una última vez.
Montse se mordía los labios mientras tenía un gesto serio.
— ¿Puedo darte un último beso?— le pregunté.
Ella movió su cabeza diciendo que no.
— Me voy— Le extendí mi mano y ella lo tomó, era una despedida. Me acerqué a su mejilla y le di un beso. Me quedé cerca de su boca. La miré y la besé. Ella no respondió al beso.
Solté su mano y salí de su oficina. Llevaba un peso en mi corazón.