Una Cenicienta Más

Doña Lucrecia se acercó a ellos al verlos reír creyó que todo era una broma

—Ya sabía yo que todo era una broma, tú no podías casarte con la sirvienta — dijo doña Lucrecia, Rafaela sintió la dureza de esas palabras, sabía que doña Lucrecia no aceptaría este matrimonio tal vez si su hijo se lo hubiera contado de que todo era un simple contrato más este no lo hizo.

—No es una broma mamá, como te dije me case y Rafaela es mi esposa y como puedes ver estoy muy enamorado de ella—

—Creo que hablaremos después este no es un buen lugar, por suerte nuestras amistades no se han dado cuenta de que está es solo una sirvienta vestida como una muñeca pero su esencia siempre será el de ser una sirvienta — dicho esto doña Lucrecia se retiró.

—Creo que debería hablar con su madre del contrato—

—No le diré nada y tienes prohibido hablar sobre ello— dijo Rafael muy molesto, poco después se retiraron, cuando por fin llegaron a lo que sería su hogar, Rafaela miró por todos lados estaba algo temerosa de lo que pudiera pasar después de todo está en un lugar desconocido, con un hombre que apenas conocía

—Creo que ya es hora de dormir — dijo Rafael mientras le mostraba su habitación que estaba enfrente de la de el, los dos se fueron a sus respectivas habitaciones Rafaela trato de quitarse ese vestido más no pudo hacerlo ya que el cierre quedó atascado sin embargo no iría a pedir ayuda ya que no quería molestar se quedó completamente dormida producto del cansancio, por la mañana que despertó se dio cuenta que no se había quitado el maquillaje, aún traía ese vestido y estaba encima de la cama sin distenderla, se levantó y dio un gran suspiro pues no sabía que es lo que haría con el cierre de ese vestido ya que jalarlo no era una opción y claro mucho menos cortarlo ese vestido debía de valer varias semanas de su trabajo, respiro resignada fue al baño que se encontraba en su habitación y lavo su cara, se puso algo de crema humectante, tenía que encontrar una solución pero por más que pensó no encontró ninguna, la única forma era pedir ayuda a Rafael, pero debía esperar un poco a que fuera más tarde quizá el aún debería de estar durmiendo, se sentó a un lado de la cama, pasaron unos minutos y se paró de ella iba abrir la puerta pero escucho que la tocaban, giro la manija y se trataba de Rafael

—¿Qué te parece si salimos a desayunar? Ya tengo bastante hambre y no hay nada en el refrigerador— dijo el, Rafaela lo miro apenada

—Si quiere señor puedo preparar algo, solo me ducho y…— ella no sabía cómo le iba a decir lo del vestido.

—Veo que te ha gustado mucho tu vestido que no te lo quitaste ni para dormir — dijo Rafael entre risas, más Rafaela se si tío apenada

—No es eso, es que no me puedo quitar el vestido, el cierre se atasco, me podría ayudar—

—Lo siento — dijo Rafael, ayudó a Rafaela con el cierre, más no sabía lo que el estaba sintiendo cuando la tenía cerca y que decir cuando vio su espalda desnuda era una clara invitación al deseó, su cuerpo comenzó a reaccionar de forma inesperada, tanto que dolía.