El Mismo Rostro, Dos Caminos Distintos

Punto de vista, Abril...

Estaba acostada, fingiendo estar dormida, cuando sentí que la puerta se abría.

Me sorprendió un poco lo rápido en que sucedió todo.

Volteó para ver quién era...

Era mi marido, que me miraba con cara de odio.

- ¿Puedo saber por qué le dijiste a Adriana que pasamos la noche juntos? - me grita con furia, mientras me saca de la cama por los brazos.

Me apretó muy fuerte y me estremecí de molestia, este hombre se estaba convirtiendo en una bestia.

- ¿Acaso Lo que dije es una mentira?, no fuiste tú quien dijo que cobraría la deuda de mi padre acostándose conmigo cuando le diera la gana - Respondí molesta, no tenía derecho a tratarme así, como si fuera una mascota o un mueble de la casa.

- La amo, estoy enamorado de ella, no quiero que la lastimes con tus malditas palabras, está llorando desconsoladamente por lo que le dijiste, ella es una buena persona, jamás entendería mi comportamiento tan errático - me grita furioso, como si eso fuera todo. mi culpa por toda su maldita rabieta.

Lo mire con mucho odio, por primera vez después de tanto tiempo volvía a sentir desprecio nuevamente por él.

Le grite furiosa, sin importar lo que ocurriera— Mientras ella se acostaba con mi ex prometido Charles, créeme que ella nunca pensó en ti, eres un completo tonto, solo eres un juguete para ella — ya estaba harta de todos con Adriana como víctima—.

Volví a hablar mientras su mirada se encendía - Adriana pobrecita, Adriana es un ángel, Adriana la inocente, es una puta, puta, puta, acostándose con Charles - le grité enojada y con sarcasmo, mientras lo enfrentaba con mi mirada.

Levantó la mano y me abofeteó, tan fuerte que me tiró al suelo, tenía la boca rota y sangrando.

Pero igual ese golpe no me dolió, nada me quitaría la satisfacción de haberle dado a entender a ese imbécil que solo era un juguete más de mi hermana menor.

Salió de la habitación...

Mossy corrió rápidamente a mi habitación, quería saber por qué gritaba tanto, me vio en el piso con la boca sangrando y comenzó a llorar, la pobre señora Mossy creo que en su vida jamás pensó ver a alguien tan estúpida como yo.

— Lo siento mucho, señorita Abril, perdóneme que no sé cómo ayudarla, la señora Lilia me pidió que la cuidara pero soy una inútil — dijo mirándome con pena, como si fuera un animal moribundo.

Nunca nadie me había mirado con lástima, ni siquiera mi propio padre cuando me vendió a este animal.

Me levanté del suelo, las lágrimas brotaban de mis ojos por la ira y el resentimiento que sentía por mi hermana.

Ella era mi hermana, cuando diablos se convirtió en la mujer que quiere acabar con mi vida, fui bueno con ella, siempre me alejaron de la familia, la niña perfecta era ella, todo era Adriana, y ahora todos me culpan a mi por sus berrinches.

Me acosté boca abajo y comencé a llorar, Mossy salió de la habitación para darme privacidad.

Me siento tan sola, tan indefensa, que no sé qué hacer.

Me quedé dormida y no me di cuenta de cuándo había llegado Alex.

Se subió a la cama, comenzó a besarme con suavidad, con tanta ternura que no lograba entender que pasaba por su mente, traté de apartarlo, pero me rasgó la ropa y termino desnudandome.

Empezó a besar mi cuerpo con suavidad mientras yo trataba de mantenerlo alejado, había algo en todo esto que me gustaba, abrió mis piernas y comenzó a penetrarme suavemente, algo me pedía que dejara volar mi mente y dejara los rencores, al menos por esta noche, y disfrutara teniendo sexo con él, con mi esposo.

Sus embestidas se estaban volviendo más feroces, lastimándome un poco, pero aun así comencé a disfrutarlo con él.

Era tan apasionado, me besaba, podía volver loca a cualquier mujer con el toque de sus labios, con sus caricias.

Empezamos un ritmo juntos mientras él estaba encima de mí, no pudimos evitarlo y terminamos alcanzando nuestro éxtasis juntos.

Seguía encima de mí besándome suavemente, mientras terminaba de llenarme con todo su líquido.

Luego se acostó a mi lado, cerré mis ojos para no verlo y él me dio la espalda, era como si cada vez que teníamos sexo se arrepintiera porque sabía que le gustaba estar conmigo, y yo no era mi hermana Adriana.