LA TENTACIÓN DE LA BESTIA.

La noche del baile llego, Silvia estuvo dudando en ir, pero, finalmente decidió hacerlo, pues, estando en ese lugar, probablemente pueda hacerse de algún socio de otro reino con quien pueda abrir un local de su perfumería. Se consiguió un hermoso, de esos que ya traía en la maleta y tomo un par de joyas que no había vendido. Al menos el duque Javier le dio cosas útiles a la verdadera Silvia.

Ya que estaba lista, salió rumbo al palacio en un carruaje que había alquilado. Al llegar, se veían desfilar los carruajes de los nobles, de donde bajaban hombres y mujeres con sus mejores ropas para esa noche, en especial las jovencitas que harían su debut esa noche.

Silvia bajo del carruaje con la cabeza en alto, caminando con total seguridad hasta la entrada, donde hizo entrega del sobre con su invitación, cuando el guardia la vio, hizo una leve reverencia y la dejo pasar sin problemas. Al asomarse por el barandal de las escaleras la gente iba y venía de un lado otro, las jóvenes se iban hacia otro salón, donde probablemente tendrían que esperar a que sean presentadas.

—¡oh! La señorita de la perfumería.— menciona una voz con sorpresa.

Silvia voltea a ver, siendo esta la joven que a veces iba a su perfumería. Pero, esta vez no luce como su uniforme de guardia, pues lleva un hermoso vestido, y por el tipo de joyas que tiene, debe de ser una noble de alto rango.

—buenas noches señorita. Luce usted encantadora.— responde Silvia.

—gracias, usted también, espero se divierta.— la joven sonríe, pero, al ver que abajo la llaman por un joven rubio, se despide para alcanzar al chico.

Silvia decide bajar también, donde camina y saluda a una que otra dama, que reconoce, siendo estas sus clientas más recurrentes, y estas no dudan en saludar a Silvia, incluso la mujer que le dio la invitación, la halaga por su vestido, alegrandose de que haya usado su invitación.

Tras transcurrir un poco más de tiempo, finalmente las debutantes empiezan a ser anunciandas.

"¿Creen que alguna de ellas capte la atención del príncipe heredero o del joven duque Ronchembert?"

"Tal vez la señorita Cropper tenga suerte, últimamente ha captado la atención de muchos jóvenes."

"Creo que la señorita Bosevell es una excelente candidata, su educación es impecable."

"Yo escuche que el Marques Cropper, quería presentar a su hija al joven duque Ronchembert."

"Es un buen candidato a esposo, ya debería de estar buscando esposa, no se esta haciendo joven."

"El príncipe heredero también deberían apresurarse, necesita herederos."

La platica seguía entre las mujeres, mientras que Silvia solo deja escapar un suspiro, en esa época si que eran exagerados, solo pasan de los 20, y ya los consideran viejos, mientras que a las pobres chicas de 16, ya las quieren casar con cualquier viejo.

Silvia camina hacía la mesa de postres, pero, de repente, siente un escalofrío, como si alguien la observará. Trata de restarle importancia, pero, después de comerse una fresa, decide salir al balcón para tomar aire fresco, probablemente estar en ese salón lleno de gente la hace pensar de más.

Apoyo sus manos sobre el barandal y dejo escapar un suspiro. Pero, sin previo aviso, fue acorralada contra ese mismo barandal, cuando ella reacciona, ve el pecho de aquella persona y al levantar la vista, se encuentra con un par de ojos grises que la miran con intensidad, con deseo. Silvia se estremece ante la presencia de aquel joven ante ella, y sus ojos la llevan a recordar a aquella bestia que la acorralo en el bosque.

—¿q-quien eres?, ¿que es lo...

Silvia no termino sus preguntas, pues siente como aquel hombre se inclina hundiendo su rostro entre su cuello y hombro, olfateando la piel de esa zona, y erizando a la joven. La mano del chico sostiene con firmeza su cintura y siente como la lengua de este pasa sobre su pie, mientras que Silvia ya respira agitada.

—tu aroma...no es un perfume...— murmura con una voz ronca y excitada.

Causando que Silvia se estremezca al sentir un cosquilleo por todo su cuerpo ante esa voz tan seductora.

—y-yo...

—¿quien eres?— aparta su rostro de su cuello para mirarla a los ojos.— ¿por qué no me puedo resistir a ti?

—¿eh?, ¿resistir?, ¿que eres?, ¿un pervertido?— Silvia finalmente lo empuja.

Pero el chico le sostiene una muñeca y con la otra la agarra firme de la cintura para pegarla a su cuerpo.

—no solo yo soy el pervertido...— el chico se inclina y olfateando su cuello nuevamente.— puedo sentir que estás reaccionando a mí...

—¿que carajos?, que te importa como yo este.— que vergüenza, solo quiere salir huyendo.

Silvia apoya la mano libre en el pecho del chico para intentar apartarlo, pero, este la sostiene con fuerza, una fuerza que para Silvia era evidente que no era humana.

—suéltame...pervertido...— se queja.

El chico sonríe ladino.— para pedir que te suelte, no estas usando toda tu fuerza liberarte.

—imbecil...voy a gritar, y verán que eres un pervertido.— amenaza la pelirroja.

—adelante...pero, no será mi reputación la que se arruine.—

Silvia aprieta los dientes, porque sabe que ese hombre tiene razón. En esa época, un abuso o el acoso, no era visto como tal y quien termina con la reputación arrugada es la mujer.

—hijo de p*ta...—

El chico no responde, solo mantiene su sonrisa y se inclina para morder el cuello de la chica, Silvia siente ese leve dolor, pero, su cuerpo se estremece, sintiendo un calor recorrer su cuerpo, que incluso deja escapar un leve gemido, uno que el chico escucho claramente y cuando se reincorpora, se relame los labios.

—¡Vik!— una voz masculina interrumpe.

Slavik voltea, y chasquea la lengua. Así que, suelta a Silvia y de apresura a entrar antes de que, Dariel salga al balcón.

Silvia mientras tanto, siente como sus piernas flaquean y se desliza contra el barandal hasta quedar sentada en el piso, mientras su respiración era agitada cubriendo con su mano la zona donde el chico había mordido.

—¿q-que carajos ha sido eso?— se pregunta así misma.

Y es que ese chico tenía razón, la cercanía de este, causaba una extraña sensación de excitación en ella, como, si sus cuerpos se desearan el uno al otro.

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En el salón, Slavik se había encontrado con Dariel, quien estaba rodeado de algunas jóvenes que pedían ser sus parejas de baile, pero, ambos saben que, aceptar esa pieza, sería solo para que se dieran rumores, y sería solo una molestia para sus familias.

—excelencia.— una joven rubia ofrece su mano.— por favor, concedame el honor de ser su pareja de baile.

La joven le dedico una mirada coqueta y un sonrisa. Slavik, la dejo con la mano hacía adelante, pues solo se dio la vuelta para alejarse del lugar.

—disculpen, tenemos una gran ocupación.—

Dariel también se fue siguiendo a su primo. Mientras que aquella joven, bajo la mano y se fue corriendo al sentirse tan avergonzada. Tontamente creyó que bailaría con Slavik si lo pedía estando rodeados de gente, pero, fue todo lo contrario y ahora, será el centro de burlas durante un largo tiempo, hasta que algo nuevo salga.

...