La Luna De Los Gemelos

El trabajo se había hecho más pesado que lo habitual, hoy había promociones en pasteles, así que todo el pueblo parecía haber querido ir a tomar un café ese día. Las mesas estaban repletas de gente y también había una larga cola qué se esperaba los pedidos para llevarse, el día se prestaba para tomar las bebidas o en el lugar o en la plaza central bajo el cálido sol de primavera.

Puff estoy muerta- dijo Kat en cuanto termino de limpiar toda la cocina.

Si yo también, me duelen demasiado los pies- le dijo sentándose.

Hoy la verdad hemos tenido más gente de lo normal, eso es porque los pasteles son riquísimos, así que como cortesía de la casa, quiero que todos se queden a comer hamburguesas- dijo Henry y les llevo a una mesa, una bandeja repletas de hamburguesas con lechuga, tomate y queso.

Eres el mejor ¿lo sabes verdad?- le dijo Kat dejándole un beso en la mejilla y sentándose a comer -¿supongo que no me toca limpiar donde ensuciaste?.

Claro que no, limpiara Tommy- dijo señalando al muchacho que tenía la boca llena de comida.

La mesa estalló en risas, lo cierto era que Henry disfrutaba haciéndole bromas al mencionado porque él se la pasaba coqueteando con todas las mujeres que lo rodeaban. Una vez que terminaron, tanto Kat como Sophia emprendieron el regreso a casa.

Bien mañana después de clases iremos a comprar ropa, hay que aprovechar que no trabajamos y que esta vez nuestro franco es el mismo día- le dijo una vez que aparco en la entrada de la casa de Sophia.

Negarse a estas alturas es tonto, así que te acompañaré- le dijo saludándola antes de bajarse.

Sophia por alguna razón sintió que no debía ingresar en la casa, pero tampoco podía permitirse dormir a la intemperie, si bien no hacía frío, tampoco hacía mucho calor que digamos, pero algo la detenía cuando puso la mano en el picaporte. Dentro las luces estaban todas apagadas, excepto por la de la cocina, lo único que cortaba de lleno el silencio eran los ronquidos de Darrel que seguramente se había vuelto a dormir borracho en el sillón.

Ingreso como si fuese una bailarina de ballet, en puntillas, sus pasos a penas hacían crujir la madera. Lentamente, se fue acercando a la cocina por un vaso de agua, no sé en que momento exacto, aquellos ronquidos se dejaron de escuchar, pero cuando ella volteó a la puerta para ir a las escaleras, lo encontró parado y apoyado en el umbral de esta. Por un momento el miedo le recorrió el cuerpo completo y miro a ambos lados buscando algo con que defenderse, pero solo estaba el vaso que segundos antes había usado.

Pequeña zorra ¿hoy también trabajaste?- la voz gruesa de el y la sonrisa peligrosa la hizo dar un paso hacia atrás, la única escapatoria era la puerta que daba al patio trasero y de última saltar la verja para correr al bosque.

Trabajo todos los días- le contesto mientras estudiaba sus movimientos.

Tu madre no vendrá hasta la mañana ¿podríamos divertirnos?- y esa fue la nota final que encendió todas las alarmas.

En segundos, ella le tiro con el vaso y volteó a abrir la puerta, no dejaría jamás que él le ponga las manos encima. Salió corriendo y escuchaba sus gritos desde la cocina.

Pedazo de puta regresa, te voy a enseñar con quien no debes meterte- nunca había sido buena en deportes, pero si su profesor hubiese visto como salto la verja de seguro la habría aprobado por todo el año escolar.

Se adentró peligrosamente en el bosque, la noche era más oscura de lo que parecía y allí el aire se iba volviendo frío, se perdería de seguro, pero nada le importaba, en su mente un solo pensamiento daba vueltas, encontrar a esos majestuosos animales y dejar que la devoren, solo así se salvaría de algo peor y quizás podría descansar eternamente con su abuela.

"Debes ser fuerte" la voz de Evelyn resonaba en su cabeza ¿cómo podía pedirle eso cuando vivía un infierno en su propia casa?. Las ramas de los árboles le lastimaban las piernas y los brazos, los pulmones le dolían con cada respiración, pero ella no quería detenerse. Ya se imaginaba los titulares del diario "adolescente se regala a una manada de lobos", pero no le importaba, si total ella no era nadie.

No sé exactamente cuanto tiempo estuvo corriendo, sus lágrimas nublaban su vista y el pecho le dolía, sé detuvo y se apoyó contra un árbol, fue ahí cuando noto presencias, siempre había podido notarlas y su abuela le decía que si no sentía maldad en ellas no tenía que temerles, volteó cautelosamente y los encontró. Ambos lobos estaban acostados en el frío pasto del lugar, era como si la estuviesen esperando. Ella caminó hasta ellos con la cabeza en alto, no les temía, no tenía porque si al final los había estado buscando para qué acabarán con su sufrimiento.

¿Puedo recostarme con ustedes?- les dijo y como si ellos entendieran, permitieron que se acercara y se acomodara en el medio.

No paso mucho tiempo hasta que su respiración se comenzó a calmar, como si estuviese recostada en su cama y bajo un techo, en vez de entre dos lobos enormes y peligrosos. Ellos le daban paz y por alguna razón que de seguro en la mañana pensaría, le dieron esa tranquilidad que necesitaba para dormirse.

"Se ha quedado dormida entre nosotros, dime que sentiste el olor a miedo que tenía"

"No sé que le habrá pasado, pero está sucia y lastimada"

"Pareciera que"

"no lo digas, nuestra luna no puede haber pensado que la mataríamos"

"Solo lo pensé, Alec, pero siendo sinceros con nosotros mismo, sabes que esa es la única razón por la que nos buscaba"

"Mañana averiguaremos todo lo necesario, por ahora dejaremos que descanse, lame con cuidado sus heridas, sanaran más rápido con nuestra saliva, Jack"

Ambos lobos se acomodaron de manera que la chica quedara en el medio cubierta con su pelaje para evitar que se muriera de frío. Luego de un par de horas un crujido se escuchó y ambos levantaron su mirada, sabían quien era, su beta de seguro se había preocupado porque no habían regresado y había decidió salir a buscarlos.

"Así que aquí están" pero antes de seguir indagando, descubrió a la mujer que entre ellos dormía y los miro con curiosidad.

"La despiertas y te mueres" dijeron ambos cuando notaron que ella se había movido por el ruido.

"Tranquilos alfas, no soy tan tarado como para acercarme más"

"Averigua todo lo que puedas de ella" la orden de Alec hizo que el beta asintiera y se marchara del lugar.

Lo cierto es que algo que el mundo no sabía, era que algunos pueblos tenían personas no humanas viviendo entre ellos. Todos los habitantes de Glasgow, sabían que los hombres lobos convivían allí, de hecho era uno de los pocos pueblos donde humanos y licántropos vivían de forma pacífica, un tratado verbal de hecho. Aquellos que llegaban para quedarse, eran informados de esas condiciones, aunque este no era el caso de Lauren, ya que como no habían visto confianza en ella, habían preferido los Morrison no confesarle la verdad. Por eso Sophia jamás se enteró que tanto Caleb como Dante eran licántropos y no solo eso, sino que también los futuros alfas de la manada Luna Nueva. Alec era el lobo de Caleb y Jack era el lobo de Dante, bien sabido entre licántropos era que normalmente los gemelos, mellizos o trillizos escogían a una sola pareja para ser su luna, su enlace como hermanos era tan fuerte que no les permitía sentir celos del otro por compartir una mujer, al contrario, eran cuatro ojos vigilando, aunque esto no se podía dar quizás en este caso, ya que la pareja destinada por la diosa de la luna era una humana y ella podía decidir quedarse solo con uno de ellos.

Si ella los elegía a ambos, sería los tres felices, pero en caso de que solo optara por uno, el que quedará afuera no sentiría el dolor al rechazo tan fuerte como si su compañera hubiese sido lobo, pero si le costaría encontrar otra pareja con quien pasar el resto de su vida. Por esos ambos hermanos se habían puesto en la cabeza conquistarla los dos al mismo tiempo, luego de darle su espacio después de lo ocurrido en el colegio. Le explicarían bien lo que realmente eran y dejarían que ella decidiera estar con los dos o con uno solo.

"Alec debemos cuidarla"

"lo sé Jack, créeme que lo sé"