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MI PEQUEÑA ESPOSA༆

MI PEQUEÑA ESPOSA༆

Status: Terminada
Genre:Romance / CEO / Matrimonio contratado / Matrimonio arreglado / Diferencia de edad / Casada con el millonario / Completas
Popularitas:5.4M
Nilai: 4.6
nombre de autor: Beatriz. MY

Mi nombre es Isabel del Castillo y, a la edad de dieciocho años, mi vida experimentó un cambio radical. Me vi obligada a contraer matrimonio con Alejandro Williams , un hombre enigmático y de gran poder, lo que me llevó a quedar atrapada en una relación desprovista de amor, llena de secretos y sombras. Alejandro, quien quedó paralítico debido a un accidente automovilístico, es reconocido por su frialdad y su aguda inteligencia. Sin embargo, tras esa fachada aparentemente impenetrable, descubrí a un hombre que lucha con sus propios demonios.

NovelToon tiene autorización de Beatriz. MY para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

¡Un idiota!

            ༺ Narra : Isabel ༻

Después de lo que ocurrió la noche anterior, sentía una profunda necesidad de distraerme y alejar los pensamientos que no me dejaban en paz. Al bajar a la cocina para tomar el desayuno, me encontré con papá y mamá ya sentados a la mesa, conversando en voz baja.

—Voy a salir un rato —anuncié—. Quiero caminar y despejar un poco la mente.

Mi papá, sin vacilar y con un tono de voz firme, respondió:

—Deja que el chofer te lleve.

—No, papá, está bien. Puedo ir sola —insistí, tratando de mantener la determinación en mi voz.

En ese momento, Giselle, que estaba sentada un poco más alejada en la mesa, levantó la mirada hacia mí y me dedicó una sonrisa que destilaba sarcasmo.

—Sí, papá. Deja que tu princesa salga a distraerse —comentó con un tono burlón que no pasó desapercibido.

Mi padre estaba a punto de responder, pero lo interrumpí con un gesto. Él me miró nuevamente y, tras un breve momento de reflexión, comentó:

—Está bien, pero si necesitas que te vengan a buscar, solo llama al chofer, ¿de acuerdo?

Asentí, sintiéndome un poco más libre. Después de desayunar, salí de casa y decidí dirigirme al centro comercial. Caminé por las calles, disfrutando del aire fresco y del bullicio de la ciudad.

Al llegar al centro comercial, observé un hermoso vestido que me cautivó. Tras realizar la compra, decidí darme un pequeño lujo y me dirigí a comprar un helado. Mientras caminaba, disfrutando de mi helado, sentí una brisa fresca y sonreí al ver a las personas pasar.

—Ya extrañaba esto... —expresé. De repente, un automóvil se acercó rápidamente. Mi corazón se detuvo al ver que el vehículo frenó de manera brusca; aunque no me impactó, el susto me hizo caer al suelo.

Un hombre salió del automóvil, y su rostro reflejaba una profunda preocupación.

—Lamento mucho lo ocurrido, señorita. De verdad, no la vi —se disculpó, extendiendo su mano hacia mí en un intento de ayudarme a levantarme.

—No se preocupe, pero la próxima vez debe tener más cuidado —le respondí con tranquilidad, tratando de mantener la compostura a pesar de la situación.

En ese instante, un hombre que se encontraba en la parte trasera del lujoso vehículo bajó la ventanilla y con un tono lleno de desdén exclamó:

—¿Por qué te disculpas? Ella fue la que se atravesó en medio. En todo caso, quien debería disculparse es ella.

Con una actitud decidida, me levanté, sacudiendo mi ropa con desdén, ignorando por completo las palabras del hombre que había intervenido.

—¿Perdón? ¿Acaso está diciendo que yo debería disculparme? ¡Casi me matan a mí! Esto tiene que ser una broma —exclamé, sintiendo que la indignación se acumulaba en mi interior, como si estuviera a punto de estallar.

Él me miró con una expresión desafiante, y su voz sonaba gélida y distante.

—No, no es ninguna broma. Piénsalo bien. ¿Qué hubiera pasado si hubieses causado daños en mi auto? ¿Acaso tienes el dinero para cubrir esos gastos?

—¿Quién te crees para hablarme de esa manera? No cometí ninguna falta. Además, fuiste tú quien cruzó el semáforo de forma incorrecta. ¡La luz estaba en rojo! ¿Por qué me estás culpando a mí? —exclamé, sintiendo cómo mi enojo se acumulaba hasta estallar.

—Eres un engreído, un patán y un pedante. ¡Sabes que estás equivocado! —le grité, incapaz de contener mi indignación.

Él respondió con una risa burlona que me sacó de quicio.

—¿Y qué? Mi coche vale más de lo que podrías ganar en tres años.

—¡Eso no te da derecho a tratarme de esa forma! —repliqué, furiosa—. ¡Eres un completo idiota!

Llamó al chico que me había ayudado a levantarme del suelo.

—Vámonos. Estamos perdiendo mucho tiempo —le dijo, antes de mirarme de arriba abajo con desdén, y añadió —Y no lo vale.

Sintiéndome indignada por su actitud, le respondí de inmediato:

—¿Quién te crees que eres? Eres guapo, es verdad, pero también eres muy arrogante. Deberías cambiar tu forma de ser. Si continúas así, lo más probable es que termines solo, viejo y amargado.

Con esas palabras, tomé mi bolso y me di la vuelta, sintiendo cómo la rabia burbujeaba intensamente en mi interior.

—¡Es un patán! —exclamé con fuerza mientras me alejaba, sin atreverme a mirar hacia atrás.

Al llegar a casa, me topé con la imagen de mis padres en la sala de estar.

—¿Todo bien, Isabel? —me preguntó con un tono que denotaba su preocupación maternal.

En ese momento, la idea de compartir lo ocurrido me pareció demasiado pesada, y decidí que lo mejor sería ocultar la verdad para no inquietarlos más de lo necesario.

—Sí, mamá. Estoy bien —respondí.

Fue entonces cuando papá se levantó del sillón y se acercó hacia mí con una expresión alegre en su rostro.

—Isabel, quiero presentarte a alguien —anunció.

—¿A quién te refieres? —pregunté, sintiéndome confundida por la situación.

—Al señor Ignacio —respondió, señalando hacia un hombre que se encontraba en la mesa.

En ese instante, mis ojos se posaron sobre un hombre que irradiaba elegancia. Estaba sentado en una silla con porte, vestido de manera impecable. En ese momento, papá hizo un gesto con la mano, indicándome que me acercara un poco más.

—Ven, acércate a saludarlo —me dijo, con una sonrisa en el rostro.

Siguiendo su indicación, me acerqué al hombre que allí estaba. Él se levantó de su asiento y me miró con una expresión amigable.

—Mira nada más. ¡Qué grande estás! La última vez que te vi, apenas me llegabas a la cintura —dijo, su voz sonaba cálida y acogedora, lo que me hizo sentir un poco más cómoda en esa situación.

Al principio, no logré reconocerlo del todo, pero, de repente, todo comenzó a regresar a mi memoria con claridad.

—¡Tío Ignacio! —grité con entusiasmo, lanzándome hacia él y abrazándolo con fuerza.

Él me recibió en su abrazo, estrechándome con fuerza y calidez.

—Isabel, ten cuidado —intervino mi papá, con una expresión de preocupación en su rostro.

—No te preocupes, todo está bien —contestó Ignacio, esbozando una sonrisa tranquilizadora.

A continuación, me miró fijamente y, con ternura, me tomó de los hombros.

—¡Mira cuánto has crecido! Y en estos años, qué hermosa te has vuelto —dijo, llenándome de admiración con sus palabras.

—Gracias, tío Ignacio. Es un verdadero placer verte nuevamente —respondí, esbozando una amplia sonrisa.

—El placer es mío, Isabel. He oído hablar mucho sobre ti y tus logros —manifestó, con orgullo.

—¿En serio? —pregunté, sorprendida.

—Así es, tu papá me ha contado todo. Estoy muy orgulloso de ti —asintió.

—Te lo agradezco, eso significa mucho para mí.

En ese momento, mamá se acercó y nos miró con una sonrisa.

—Es un vverdadero placer tenerte aquí, Ignacio. —dijo, con cariño.

—Gracias, Carmen. Es un placer estar aquí con ustedes —respondí, inclinando la cabeza en señal de respeto.

Nos acomodamos todos en la sala y la conversación se desarrolló de manera natural.

— Y dime Isabel, ¿Qué tal la vida en los Estados Unidos?. ¿Cómo ha sido tu experiencia? —preguntó Ignacio, mostrando interés.

—Ha sido una experiencia excepcional, aunque también bastante desafiante. He extrañado mucho a mi familia —respondí, con sinceridad.

—Lo sospechaba. Sin embargo, estoy seguro de que has adquirido muchos conocimientos y has evolucionado como persona —dijo, sonriendo de manera alentadora.

—Sin duda. Ha sido un verdadero viaje de autodescubrimiento —admití.

—Eso es lo más relevante. Aprender y crecer —afirmó Ignacio, asintiendo.

Mi padre tomó la palabra durante la conversación.

—Isabel ha realizado un trabajo excepcional. Nos sentimos muy orgullosos de ella —comentó, dirigiéndome una mirada llena de orgullo.

—Gracias, papá. Eso significa mucho para mí —respondí con emoción.

        ༺Isabel del Castillo, 18 años ༻

1
Delfina Prieto Martin
me a encantado está historia gracias sigue así, es muy hermosa 😌
Catt Catt
excelente historia
Beatriz
Un embarazo de casi 4 años de gestación?????? Le ganaron a los elementales que son de dos años. Cuando se fue su hermana estaba embarazada de más de un mes y regresa cuatro años después a conocer al bb????? A menos que sea otro niño hijo del médico yGiselle
Beatriz
No cuadra la trama . Como es posible que se alejara cuatro años sin saber absolutamente nada de su familia . Nunca tuvo vacaciones? Como es que no se entero de hechos importantes ocurridos en la familia como el nacimiento del sobrino,la boda de la hermana y la evolución del cuñada más siendo médico. Ni que se hubiera ido a vivir al país más recóndito de la tierra en donde no hubiera luz,internet,teléfono . Una historia muy inverosímil y algo estúpida
Beatriz
Cuando Isabel se entere que puede caminar,se va a enojar por haberle mentido
Beatriz
A las autoras se les vienen tantán cosas a la cabeza que escriben y escriben apuradas por no dejar escapar la musa de su inspiración que pierden el hilo de la trama y escriben incoherencias en tiempo modo y lugar,pero las lectoras si estamos pendiente de la trama y sus detalles que no se nos escapan sus inconsistencia. Nadie es médico a los18 años a menos que sean superdotados y empiecen universidad a los 12 años
Beatriz
Don Ignacio no sería mejor dar un paso al costado y no atrás?
Beatriz
Patrona y empleada apenas se conocen, demasiado,pronto para que la señora tuteee a su patrona por más confianza y buen trato que le haya dado
Beatriz
Las cámaras? La pobre chica pobre pagará los platos rotos
Beatriz
Guísele le va a destruir el vestido. Si piensan en divorcio desde un principio para que se casan en una iglesia
Beatriz
Si como no. Va a gastar pólvora en gallinazo. Le va a salir el tiro por la culata. La maldad se regresa y golpea fuerte
Beatriz
Beatriz Morales ,si exactamente estaba pensando en eso. Al principio al parecer eran hermanos por parte del padre y ahora resulta que son de padre y madre. Autora,acaso se le chispotio? O hay un gran secreto familiar. Otra cosa,con semejante accidente solo se ganó una fractura? El accidente de Alejandro fue casi igual y el casi muere y quedó “lisiado “. Aunque al parecer está fingiendo por una buena razon
Anael Suárez
será el ex. ... de Isabel
ay que jugarreta le depara el destino
Anael Suárez
autora hubieras puesto una foto del vestido para que sea mejor ilustrado en nuestro pensamiento 😘
Anael Suárez
jajaja no puede haber mayor ardición que participar y colaborar de los preparativos de tu ex prometido
Anael Suárez
una vez perdido ,perdido queda y con la terquedad que representa Alejandro ya no puedes hacer nada para borrar lo bandida que fue Gisell
Anael Suárez
Hola buen relato y observación se dice que estudia medicina no que ya la terminó
Akleon
No se entiende tu redacción, hago esfuerzo por no perder el hilo pero cuesta. Carmen no es la hermana de Giselle , es la madre.
Carmen Mena
Gracias autora por compartir su trabajo, me encanta la conexión que tienen Isabel y Alejandro.
Geovanny Berrio Marsiglia
Esto es una historia ficticia novela osea se puede graduar a los 5 años.
Puede volar como superman, puede hablar con los animales. Por que a todo le ponen algunas lectora tantas quejaderas qué mala costumbre.
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