MI PEQUEÑA ESPOSA༆
༺Narra : Alejandro༻
Estaba aquí, frente al hotel, donde se decía que estaba mi prometida. El sol brillaba intensamente, pero no más que mi determinación. Oliver, mi guardaespaldas de confianza, me empujaba en mi silla de ruedas.
—Señor Williams, aquí es —comentó con su voz grave y profesional.
—De acuerdo, entremos —contesté, sin mostrar ni reflejar ninguna emoción en mi rostro. Mi mente estaba invadida por la inquietante sospecha que me había traído hasta este lugar. Giselle, mi prometida, podría estar siendo desleal. No experimentaba amor hacia ella; nuestra unión era más un acuerdo entre dos familias que un vínculo romántico. Sin embargo, la idea de una traición, incluso en un vínculo que se basaba en conveniencias, era algo que no estaba dispuesto a aceptar. La deslealtad era una ofensa que me consumía por dentro, y la posibilidad de que ella me engañara se sentía como un veneno que se filtraba en mi mente.
Oliver me pasó la tarjeta del hotel, que era una llave electrónica capaz de abrir la puerta de nuestra habitación. La tomé de sus manos y la deslicé con cuidado por el lector que se encontraba al lado de la puerta. Con un suave clic, esta se desbloqueó y se abrió. Oliver, con un gesto amable, empujó mi silla hacia adentro, invitándome a entrar. Al cruzar el umbral, el silencio del pasillo se desvaneció, dando paso a los sonidos amortiguados y acogedores de la habitación.
Al cruzar la puerta, la imagen que apareció ante mí no hizo más que ratificar lo que había intuido anteriormente. Giselle se encontraba en la cama, inmersa en un acto de intimidad con su amante, totalmente ajena a nuestra llegada. No se dieron cuenta de que estábamos allí hasta que rompí el silencio.
—Parece que te estás divirtiendo mucho, Giselle —comenté con un tono de voz frío y distante.
Ella rompió instantáneamente la cercanía con su amante, su rostro se tornó pálido, reflejando la sorpresa y el impacto que sentía en ese momento.
—¿Qué haces aquí? —inquirió, visiblemente nerviosa, intentando cubrir su cuerpo con una sábana como si eso pudiera disimular la situación.
—No es lo que parece, Alejandro. Las cosas no son como se ven —balbuceó, pero cada una de sus palabras me resultaba completamente vacía y carente de sentido.
Lo más perturbador de todo era que el hombre que se encontraba a su lado era Frederick, mi medio hermano. La sensación de traición se multiplicaba, convirtiendo ese instante en una agonía aún más intensa.
—No necesito que me des explicaciones —respondí, dejando que mi voz se helara en el aire, tan gélida como el hielo—. Ya he visto lo que necesitaba ver. Esa era la única verdad que requería conocer.
Giselle se levantó rápidamente, intentando cubrir su cuerpo con la sábana que arrastró hasta su pecho, y se arrodilló de manera que quedó a la altura de mis ojos.
—Por favor, no lo hagas. Te lo suplico, perdóname. Cometí un error. Frederick me sedujo —dijo, su voz temblorosa y llena de súplica.
Frederick, que se encontraba a un lado, esbozó una sonrisa burlona y dijo con desdén.
—Yo no te obligué a hacer nada.
—¡Cállate! —exclamó Giselle, con una mezcla de desesperación y angustia en su voz—. Alejandro, por favor, mi amor, perdóname. Prometo que no volverá a suceder. Fue solo un instante de debilidad.
La observé con indiferencia, sin que una pizca de emoción se manifestara en mi rostro.
—Oliver, regresemos a la empresa. Hay asuntos que debo atender —dije con firmeza.
—Sí, señor —respondió Oliver, asintiendo con seriedad mientras tomaba la manija de mi silla y comenzaba a empujarme fuera de la habitación, alejándome de esa escena caótica.
Dejamos a Giselle abatida en el suelo, sufriendo en silencio mientras las lágrimas resbalaban por su rostro. A mí no me invadía ningún tipo de emoción. No había lugar para la rabia ni para la tristeza en mi corazón; solo sentía una fría y firme determinación que me guiaba. El compromiso que una vez consideré sólido, ya no existía. La opinión de los invitados y la necesidad de dar explicaciones me eran completamente indiferentes. Tenía claro que enviaría una carta de disculpas a todos, y más adelante me haría cargo de hablar con sus padres para informarles sobre la cancelación de la boda.
Mientras nos alejábamos del hotel, mis pensamientos eran nítidos y contundentes. La traición no podía formar parte de mi vida, y Giselle había tomado esa decisión fatal por sí misma, sellando así su propio destino con sus acciones.
El automóvil se deslizaba con suavidad a lo largo de las calles de la ciudad, en un recorrido casi etéreo. El ambiente en el interior del vehículo era denso, una quietud palpable que parecía envolver a todos los ocupantes, solo interrumpida de vez en cuando por el sutil y constante ronroneo del motor. Oliver, quien siempre se mostraba observador y atento a los detalles, decidió romper con esa atmósfera de silencio.
—Señor, ¿cuál será el siguiente paso? —preguntó, manteniendo su mirada fija en la carretera, sin distraerse ni un segundo—. ¿Tiene la intención de cancelar la boda de verdad?
—Sí, Oliver. La boda se cancela —respondí con firmeza, sintiendo cómo esas palabras resonaban en el aire.
Oliver solo asintió, su expresión mostrando una mezcla de sorpresa y comprensión. Sin embargo, su siguiente pregunta captó toda mi atención y me hizo girar la cabeza hacia él, buscando su mirada.
—¿Le contará a su padre sobre lo sucedido? —preguntó, con un tono que reflejaba la inquietud que ambos compartíamos en ese momento.
Solté un suspiro, consciente de que esa conversación se había vuelto ineludible.
—Sí, tendré que hablar con él —afirmé con determinación.
Oliver asintió una vez más, mostrando que comprendía la seriedad del asunto que teníamos entre manos.
—Entiendo, señor. ¿Hay algo más en lo que pueda ayudarle? —preguntó con una actitud profesional y dispuesta.
—Por el momento, lo único que necesito es que me lleves de regreso a la oficina. Tengo que organizar todo lo relacionado con la firma que tenemos programada para mañana, además de redactar algunos documentos importantes.
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Updated 33 Episodes
Comments
Nancy Parraga
Si la encuentran en pleno acto y decir no es lo que parece allí si que la mataría en un solo instante
2024-12-27
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Maru Parera
yo digo, no tienen otro repertorio que siempre es el mismo 🤷
2024-12-29
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Leo Baez
me encanta lo q dijio jajaja
2025-01-04
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