Luz y oscuridad reunidos por primera vez.
Somos dos almas unidas por un mismo anhelo: el poder.
Un deseo que desató un "amor" que nos condenó hasta el final.
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Capitulo 8: Kael
—No siento las piernas; no puedo moverlas. —volvió a decirme con una pizca de preocupación en su voz.
Confundida me acerqué a él y sin más preámbulos, quité la sábana arrojándolo al piso.
Lo observé detenidamente…
A primera vista sus piernas lucían bien y normales.
Los hematomas habían desaparecido por completo.
No tenía fiebre ni nada fuera de lo normal.
‹No hay nada de malo en sus piernas.›
—Supongo que tu cuerpo enclenque no resiste a nada. —le dije sarcásticamente.
—Tch. —rechistó.
—Voy a tener que revisarte por lo tanto no pongas cara. —le dije al ver sus orbes grisáceos fulminarme.
Tampoco me agradaba la idea de tocarlo.
Todavía me sentía nerviosa después de su ataque impredecible.
Procedí a evaluarlo con cuidado; tocando sus delgadas piernas.
‹¿Podría ser un efecto secundario? La serpiente entró completamente en él y no fue expulsada por lo tanto no percibo que sea un efecto de eso.›
Suspiré al no saber qué pasaba con sus piernas.
Tenía que examinarlo más a fondo pero con él, consciente, era imposible actuar como quería.
—No sé que decir. En primer lugar todo está orden. —dije con los hombros encogidos.
—¿Puede ser que ya estuvieras inválido cuando te encontré?
Era una buena suposición a sabiendas que él era un completo desconocido.
Pero el hecho que no fuera capaz de caminar era un gran obstáculo porque eso quería decir que él no podría irse por cuenta propia.
Me causó ansiedad el no saber qué pasaba por su cabeza.
Estaba callado, con una mirada pérdida y otra vez con el cuerpo rígido.
‹Hace unos minutos tuvo la fuerza suficiente para romperme la blusa y ahora luce totalmente deprimido.›
Me imagino que el que no pueda caminar causó un revuelo en él.
Era una situación algo complicada.
¿Qué podría hacer yo por ese humano?
—Ejem. Es tu decisión lo que decidas hacer a partir de ahora.
—Con la mitad del cuerpo paralizado no hay nada que pueda hacer. —respondió inexpresivo.
—Entonces puedo llevarte a un Hospital para que seas valorado lo antes posible.
‹Aunque eso significa que sea un problema para mí pero voy a tener que lidiar con ello.›
—No.
Su respuesta me sacó de órbita.
—¿Qué? ¿En verdad no quieres ir a un hospital a pesar que no puedes mover las piernas? —le pregunté seriamente.
Sin duda que me causaba intriga su forma de pensar.
—Cualquiera que estuviera en tu estado, quisiera ser revisado por un profesional y recibir ayuda médica.
—No lo necesito. —respondió monótono.
Era una locura total que no quisiera ir.
¿Qué haría yo con él?
El silencio entre nosotros se volvió incómodo.
‹Supongo que no tengo otra opción.›
—C-Cuidaré de ti.
—Haz lo que quieras.
No podía creer su forma hostil de hablarme.
—Cuidado como me respondes. Puedo sacarte de aquí y dejarte a la intemperie. —exclamé molesta.
¿Cómo tenía el cinismo para responderme de tal manera?
Sin embargo, él parecía no importarle en lo más mínimo.
¿Pero que me ataba a él?
¡¿Qué era eso que de alguna manera me atraía de él?!
Necesitaba una respuesta cuanto antes.
—Quiero que entiendas que no toleraré tu forma de hablarme. Eres como un chiquillo malcriado. —le advertí mientras lo volvía a cubrir con la sábana.
Un demonio cuidando de un humano…de lo más insólito que podría existir en mi mundo.
—Tengo hambre. —dijo al siguiente segundo.
—¿Ah? ¿En serio?
Lo miré directamente.
Él simplemente volvió a repetir que tenía hambre.
‹¿Por qué presiento que si se comportará como un chiquillo malcriado? No quiero lidiar con un niño.›
Solo rogaba para que mis pensamientos fueron escuchados.
Suspiré profundamente.
—Esta bien. Voy a conseguir algo de comer.
No me contestó nada.
—¿Al menos puedes decirme tu nombre?
Creí que no me respondería pero sorprendentemente me dijo su nombre con un tono suave.
—Kael.
‹Un nombre no digno de su personalidad.›
—Bien Kael. Vuelvo enseguida.
Antes de salir de allí, lo miré a la cara.
—Por si te interesa pero me llamo Irina. No estás obligado a llamarme por mi nombre si no quieres.
Salí de la habitación para poder cambiarme de ropa e ir a la ciudad para comprar comida ya preparada.
Por supuesto que no iba a cocinarle.
No soy la sirvienta de nadie, y ni lo sería jamás de un humano como él.
Gracias por la comprensión ❤️