Mi Vida Con Los Chicos Staves

Unos largos minutos después el coche se detiene en el centro de Manhattan, el conductor se baja arreglándose el traje y se apresura a abrirme la puerta para que pueda salir.

Mia- ¡Muchas gracias Washington!

Digo con una pequeña sonrisa en la cara.

Mis ojos no saben dónde mirar, todo aquí es grande y bonito, Washington me llama la atención indicándome la entrada de la empresa, y me quedo aún más encantada, enormes puertas de cristal con detalles en dorado se abren con sensores de presencia, al entrar me encuentro con dos guardias de seguridad en la portería, un enorme mostrador, uno de ellos me pide algunos datos, al fin y al cabo es el protocolo, tienen que hacerlo con todos los que no tienen una tarjeta de identificación. Y hablando de tarjetas de identificación, el mismo guardia me entrega una, con mi nombre y un espacio en blanco para una foto tamaño carnet.

Y acto seguido me indica el camino hacia el ascensor y me orienta sobre la planta a la que debo dirigirme.

33 pisos más arriba, el ascensor se detiene y al abrir los ojos se me abren de par en par y la boca se me abre automáticamente. Me encuentro con una recepción gigantesca, con una gran mesa blanca con detalles también en dorado, algunas plantas, y algunas otras mesas, sillas y ordenadores con secretarias y secretarios trabajando, y una recepcionista muy guapa en la recepción. Camino lentamente hacia ella, que al verme acercarme, me dedica una sonrisa

Paula- Hola, buenas tardes linda, ¿en qué puedo ayudarte?

Mia- Yo...

Antes de que pueda decir algo concreto, oigo la voz de Armando

Armando- Paula, avísame cuando llegue mi asistente, ¿vale?

Lo dice con la cabeza gacha y concentrado en la tablet que tiene en las manos y no se ha fijado en que yo ya estaba allí.

Así que digo algo para llamar su atención.

Mia- ¿Armando?

Lo digo chasqueando los dedos y moviendo la cabeza.

Enseguida levanta la mirada y al verme intenta disimular una pequeña sonrisa.

Armando- ¡Hum! Tres minutos tarde, señorita Milena, le dije que odio los retrasos y no fue sólo una vez.

Lo dice con el rostro serio y la voz fría, lo que me pone nerviosa y en consecuencia, cuando me pongo nerviosa, tartamudeo y me atropello al hablar, maldita sea, odio eso.

Mia- E-es que e-estaba hablando con los de seguridad. Lo siento.

Hablo atropelladamente y bajando la cabeza.

Armando- ¿Milena?

Levanto la cabeza en señal de respuesta.

Armando- Estaba bromeando, pero voy a dejarlo pasar sólo por esta vez, la próxima, estás despedida. Vamos.

Lo dice dándome ya la espalda y se marcha, lo que me hace echar a correr para alcanzarlo.

Armando- Pensé que ibas a llorar ahora.

Dice con una sonrisa maliciosa en el rostro, lo que me hace darle un pequeño empujón en broma.

Enseguida entramos en una sala deslumbrante, con detalles riquísimos en lujo, y por si fuera poco, aún tiene una pared de cristal que permite una vista increíble de la ciudad. Enseguida veo la mesa de Armando, una mesa muy bonita por cierto, toda trabajada en una madera oscura, dándole un aire de masculinidad, un ordenador Apple, una enorme silla de cuero y el detalle final: una placa de cristal con letras doradas en la que se lee "PRESIDENTE: ARMANDO STAVES". El hombre tiene estilo.

Mia- ¡Guau! Bonita oficina.

Digo intentando ocultar mi fascinación.

Armando- ¿Bonita? ¡Eres una hortera!

Dice yendo directo a su silla.

Armando- Y tú siéntate ahí.

Señala con un bolígrafo en la mano a una mesa a pocos metros de la suya, mesa que yo ni siquiera había notado allí, pero que también es bastante bonita, es blanca pero sin detalles dorados, con un ordenador, una tablet, algunos bolígrafos y algunos blocs de notas, encima y, por último, una silla también de cuero.

Mia- ¡Ah, gracias!

Armando- En esa tablet tienes todo lo que necesitas saber para desempeñar el cargo.

Me quito la mochila de la espalda, la dejo en el rincón de la mesa y me siento a coger la tablet. Y allí está la siguiente frase "Funciones de un asistente de presidencia,

Organizar y controlar la agenda diaria de la Dirección, elaborar informes, reservar billetes y hoteles para viajes, controlar la agenda privada y organizar archivos. Poner en práctica las medidas necesarias para el cumplimiento de los compromisos de la Dirección Ejecutiva". Estoy casi segura de que lo ha copiado de Google, pero explica bien lo que tengo que hacer aquí.

Cuando termino de leer, lo miro y le digo.

Mia- Entonces, ¿cuál es mi primera tarea, jefe?

Digo en un tono provocador, lo que hace que me lance una mirada y levante una ceja.

Armando- Ahora vas a venir conmigo al laboratorio a hacer el informe semanal de las conservas.

Dice ya levantándose, y yo enseguida me levanto también.

Al salir por la puerta dice en voz baja.

Armando- ¿No se te olvida nada?

¡MALDITA SEA LA TABLET!

Armando- No te olvides el lápiz de la tablet, es más fácil.

Dice sugestivamente mientras voy a buscarlo a toda prisa.