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El Silencio De Los Eternos

El Silencio De Los Eternos

Status: En proceso
Genre:Batalla por el trono / Viaje a un mundo de fantasía / Mundo de fantasía / Fantasía épica / Mundo mágico / Edad media
Popularitas:1.7k
Nilai: 5
nombre de autor: Sandoval Jonatan

Mucho antes de que los hombres escribieran historia, cuando los orcos aún no habían nacido y los dioses caminaban entre las estrellas, los Altos Elfos libraron una guerra que cambiaría el destino del mundo. Con su magia ancestral y su sabiduría sin límites, enfrentaron a los Señores Demoníacos, entidades que ni la muerte podía detener. La victoria fue suya... o eso creyeron. Sellaron el mal en el Abismo y partieron hacia lo desconocido, dejando atrás ruinas, artefactos prohibidos y un silencio que duró mil años. Ahora, en una era que olvidó los mitos, las sombras vuelven a moverse. Porque el mal nunca muere. Solo espera...

NovelToon tiene autorización de Sandoval Jonatan para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

El libro de las sombras

El sol ardía sobre las tierras desérticas mientras Samael avanzaba con paso firme y armadura desgastada. Su mirada era de acero, pero sus pensamientos se debatían entre la urgencia y el recuerdo. Llevaba consigo el peso de una revelación oscura, y cada paso lo acercaba más a la capital de la Luz… a casa.

En lo alto del cielo, surcando entre las nubes con elegancia, Vorn cabalgaba sobre su hipogrifo, "Alucar". El viento golpeaba su rostro, pero su mente estaba inquieta. El libro que robó al chamán temblaba en su bolsa de cuero, como si algo dentro quisiera liberarse.

—Abre mis páginas... —susurró una voz grave, antigua, como un eco del abismo.

Vorn frunció el ceño, aferrando las riendas de Alucar con una mano y rebuscando en la bolsa con la otra.

—¿Qué demonios...? —murmuró.

Apenas tocó el libro, este se iluminó con una energía oscura, palpitante. La piel de Vorn se erizó. Era como si lo llamara por su nombre.

Con la respiración entrecortada, no pudo resistirse. Abrió el tomo… y fue arrastrado por una visión devastadora.

El cielo cambió. No estaba en el presente. Estaba en la Guerra de los Eternos.

Los ejércitos celestiales luchaban contra demonios antiguos, titanes caían como montañas, y la tierra se abría a gritos. Vorn flotaba, espectador de una pesadilla ancestral. Vio cómo la oscuridad corrompía hasta a los más nobles. Escuchó los nombres prohibidos, y supo que lo que llevaba no era un simple libro, sino una grieta entre mundos.

Despertó con un jadeo. Estaba aún en el aire, pero temblando…

—Alucar, desciende. ¡Ahora! —gritó.

Tres días después, las puertas negras de la fortaleza de los asesinos se abrieron.

—¡Vorn! —exclamó Alastor, su maestro—. Mi muchacho... regresaste casi ileso. ¿Quién te alcanzó?

—Fue el paladín —respondió Vorn, quitándose la capucha—. Pero no pasó a mayores.

Alastor rió fuerte.

—¡¿Un niño de luz te tocó?! Jajajaj... debe haber sido rápido. Pero dime… ¿tienes el objeto?

Vorn sacó el libro, su mirada seria como la muerte.

—Sí… pero esto es más que una reliquia. Es magia de la muerte misma. No podemos venderlo.

—¿Qué estás diciendo? —preguntó Alastor, frunciendo el ceño—. ¿El paladín te lavó el cerebro? ¿Qué es más valioso que el oro?

—Esto me habló, maestro. Me mostró. Me llevó a la guerra eterna, y no fue un sueño. Viví siglos en segundos. Si este libro cae en malas manos, ni tú ni todos los reinos del mundo podrán detener lo que venga.

Alastor quedó en silencio. Vio en los ojos de Vorn algo que no había visto antes: miedo verdadero.

—Entonces la misión falló… pero se logró algo más importante. Protegeremos este libro. Nadie lo tocará.

Un mensajero irrumpió en la sala, cubierto de polvo y sangre.

—¡Mi señor! ¡Vorn! El brujo orco ha declarado la guerra. Los clanes se han unido. Desde el sur desértico hasta las montañas nevadas… ¡todo arde!

Alastor giró hacia Vorn.

—Toma tu bestia y encuentra al paladín. Dile que la oscuridad ha comenzado.

Vorn asintió, ajustó sus dagas, venenos y ropa de combate. Montó a Alucar y desapareció entre las nubes.

A kilómetros de distancia, Samael atravesaba los portones de la capital de la Luz. Exhausto, cubierto de polvo y cenizas. Lo recibió su maestro, Miguel, con los ojos brillantes de alivio.

—¡Hijo mío… volviste! Pasa, come, descansa. Pero primero… los Altos Mandos te esperan.

—¿Los arcángeles… aquí? —preguntó Samael con asombro.

—Sí. El Consejo completo.

Entró en el gran salón, donde los paladines más poderosos del mundo aguardaban. Armaduras de plata, capas doradas, martillos de luz pura. Al centro, el Gran Maestro levantó la mirada.

—Samael. Habla.

El joven avanzó al centro, tragó saliva y alzó la voz.

—Señores… vi el infierno con mis propios ojos. Un orco chamán, Hazrral, está usando magia oscura. Está creando bestias… berserkers. No es una guerra común. Esto viene de abajo. Del abismo.

Un arcángel rió con desdén.

—Miguel, tu aprendiz alucina. ¿Qué clase de tonterías son estas?

Samael golpeó el suelo con su martillo.

—¡NO fue una alucinación! ¡Fue real! Sobreviví gracias a un pícaro… Vorn.

—¿Vorn? —dijo otro arcángel—. ¿Quién es ese? ¿Un asesino? ¿Te alías con las sombras?

Los murmullos crecieron. Algunos lo llamaron traidor, otros pidieron su expulsión.

—¡SILENCIO! —tronó el Gran Maestro—. Samael, ¿qué es esto?

Miguel intervino.

—Mi señor. Samael no miente. Debemos escuchar.

Un rugido estremeció la sala. Las murallas de la ciudadela comenzaron a temblar. Catapultas… gritos… humo.

—¡Nos atacan! —gritó un centinela.

Los berserkers estaban aquí. Montaban lobos wargos y avanzaban como una ola negra.

El Gran Maestro no dudó.

—¡Samael! ¡Busca al asesino! ¡Reúnanse! ¡Los demás, defiendan la ciudad!

Miguel lo tomó del brazo.

—¡Toma un pegaso y vuela! ¡Ahora!

—Pero maestro…

—¡VETE!

Samael montó el pegaso celestial. Mientras ascendía, vio a sus hermanos caer. Las torres arder. Las oraciones mezclarse con gritos de muerte.

Y entonces… en medio del caos… lo vio.

Hazrral…

El brujo, con su nueva armadura negra, el rostro deformado por la magia. A su lado… una espada que parecía devorar la luz misma.

Samael y Hazrral cruzaron miradas…

El orco alzó su arma… y lo señaló.

—¡HA COMENZADO LA GRAN GUERRA!

1
César Vicentín
samael y 3 más
Martha Bernal
muy buena obra, solamente porque eso de: ya no hay más. que significa?
leonel saucedo
imaginen esta historia como adaptación a una serie... goty
piscu 12
que increíble historia.
sigan así /CoolGuy/
César Vicentín
una verdadera obra literaria
César Vicentín
exelente obra literaria, muy buen desarrollo de historia espero más
alexandra Monzon
Increíble historia, espero con muchas ansias muchos capítulos más/Proud//Smile/
alexandra Monzon
Excelente/Ok/
me encanta!!!
leonel saucedo
Veo mucho potencial en esta historia. ¡Muchos éxitos!
piscu 12
10 / 10
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