Wildan tiene que trabajar en lo que sea para poder seguir cubriendo las necesidades de su madre y sus dos hermanos menores, ya que él es el sostén de la familia. Todo cambia cuando recibe una propuesta inesperada de una celebridad famosa. Incluso le pagan una gran suma solo por ese trabajo. Pero ¿quién lo hubiera imaginado? Wildan se siente tentado a seguir haciéndolo. ¿Qué clase de trabajo será el que realiza Wildan? Gracias a ese empleo, conoce a muchas mujeres hermosas. ¡Incluso llega a encontrarse con la supermodelo que siempre ha admirado!
Esta es la historia del lado oscuro de un fotógrafo, y de su vida llena de altibajos y experiencias únicas.
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Capítulo 9
"¿Hola?"
La voz de Dirga se escuchó desde el otro lado del teléfono. Había contestado la llamada de Wildan.
"Acepto, ¡Señor! Acepto su oferta", dijo Wildan.
"Me lo imaginaba. Pero no creí que te decidirías tan rápido. Bien, primero quiero hablarlo con mi novia. Te aviso cuando estemos de acuerdo", respondió Dirga.
"Lo antes posible, por favor, Señor. Realmente necesito el dinero", concluyó Wildan.
Dirga soltó una risita. "Sí, intentaré que nos veamos mañana", respondió.
La conversación entre Wildan y Dirga terminó ahí. Sin embargo, la inquietud aún persistía en él. Wildan no se sentiría en paz hasta que sus problemas estuvieran resueltos.
Wildan intentó calmarse yendo al jardín del hospital. Allí encendió un cigarrillo. Se sintió un poco mejor tras sentir la sensación del tabaco quemándose.
Mientras disfrutaba de su cigarrillo, Wildan jugueteaba con su cámara. Sentía que se tranquilizaría al ver todas las fotos que había tomado.
En ese momento, la atención de Wildan se dirigió accidentalmente hacia una chica. La reconoció al instante. Era la clienta del June Cafe que Wildan solía ver.
A lo lejos, Wildan podía ver que la chica parecía triste y cabizbaja. Aun así, Wildan seguía fascinado por su belleza.
Realmente, Wildan tenía mucha curiosidad por saber su nombre. Podría haber intentado conocerla antes, pero un hombre como Wildan conocía su lugar. Sobre todo al ver que la apariencia de la chica no parecía ser la de alguien humilde como él.
Wildan podía deducir fácilmente que la chica era rica. Desde su coche, su forma de vestir y la marca de su teléfono.
Wildan no podía negar que le gustaba la chica. No sabía desde cuándo había surgido ese sentimiento, pero para él, mirarla de lejos era suficiente. Un hombre de la clase proletaria* como él no era digno de una chica de la clase burguesa*. Además, Wildan había dejado de pensar en el amor desde que su mundo se vio consumido por el trabajo, la familia y los estudios.
La tentación de fotografiar a la chica a escondidas volvió a asaltar la mente de Wildan. Así que apagó el cigarrillo. Luego, levantó la cámara y tomó una foto de la chica que parecía estar triste.
¡Clic!
Pero, ¿quién lo hubiera imaginado? La cámara de Wildan emitió un flash. Sí, había activado accidentalmente el botón del flash.
La chica a la que Wildan estaba fotografiando lo notó de inmediato. Inmediatamente miró a Wildan.
Por otro lado, Wildan solo pudo abrir los ojos con incredulidad. Su cuerpo se congeló. Lentamente bajó la cámara. Con expresión tensa, se armó de valor para mirar a la chica.
La chica parecía furiosa. Caminó hacia Wildan.
"¿Qué has hecho? ¡Me estabas haciendo una foto!", espetó la chica.
Wildan se levantó de su asiento por reflejo. No sabía qué decir. Sabía que lo que había hecho estaba mal.
Wildan intentó explicarse. Estaba a punto de hablar, pero la chica que tenía delante empezó a despotricar.
"¡Sinvergüenza! ¡Desgraciado! ¡Idiota! ¡Imbécil! ¡Asqueroso!". Inesperadamente, la chica empezó a maldecir. Consiguió que Wildan se sorprendiera y se sintiera aún más culpable.
Así que Wildan decidió quedarse callado. Dejando que la chica le regañara hasta que se cansara.
Efectivamente, la chica siguió regañando a Wildan. Pero, curiosamente, de repente rompió a llorar. Las lágrimas empezaron a correr por sus mejillas.
Las maldiciones, que antes sonaban feroces, se convirtieron en un llanto desgarrador.
Wildan estaba aún más confundido. Observó los alrededores por miedo a que alguien les viera. Temía que le acusaran de haberle hecho algo a la chica. Por suerte, no había nadie alrededor. Ya era tarde.
"Lo siento, señorita. No quise hacer nada malo. Le hice una foto porque la admiro. Prometo borrar todas sus fotos", dijo Wildan.
La chica no respondió. Inesperadamente, apoyó la frente en el hombro de Wildan. La chica siguió sollozando allí. Parecía que ahora no era solo Wildan el que estaba angustiado.