"Entre La Justicia Y El Deseó"

Minutos después del enfrentamiento en la puerta de la escuela, Damián Montenegro se dirigió al baño principal con pasos firmes que resonaban como un martillo sobre mármol. Sus manos temblaban ligeramente mientras abría la puerta; no por miedo, sino por la furia que intentaba controlar. Cada movimiento era preciso, calculado, pero su mente estaba en un torbellino de emociones que rara vez experimentaba: indignación, rabia y la extraña sensación de que Isabella Fernández había roto algo en él que jamás había dejado que nadie tocara.

Se inclinó sobre el lavabo, observándose en el espejo mientras frotaba con fuerza la camisa manchada de jugo. Los pensamientos lo abrumaban:

"Isabella Fernández… humana insoportable. ¿Quién se cree para tocarme así? ¿Y este Lucas Torres? Impertinente, atrevido… Definitivamente lo haré pagar por esto.

Tomas apareció de repente, cruzando los brazos y apoyándose contra la pared. Sus ojos brillaban con esa mezcla de curiosidad y diversión que solo él podía mantener en momentos así.

—Wow, Damián… nunca te había visto tan… humano —dijo Tomás con un tono burlón pero relajado—. Es como si Isabella te hubiera lanzado un hechizo y te hubiera convertido en un adolescente desconcertado.

Damián giró lentamente, sus ojos azules intensos fijos en Tomás, con la mandíbula apretada.

—No es asunto tuyo, Tomás. Esto no va a quedar así. Isabella y su estúpido amigo… van a aprender cuál es su lugar. y Lucas Torres… Va a pagar

Tomás negó con la cabeza, sonriendo de lado.

"Nunca había visto a Damián así. Esto va a ser interesante… y entretenido al mismo tiempo." bromeo tomas

—Calma, jefe. —bromeó—. Solo recuerda que los rumores son como fuego: si no los controlas, se extienden. Pero… debo admitirlo, verte así es casi… divertido.

Damián lo miró con frialdad, pero Tomás notó un leve brillo en sus ojos, como si una chispa de diversión se filtrara entre la tormenta.

—Los rumores no me importan —replicó Damián—. Lo que importa es que nadie se atreva a tocar mis asuntos… y que Lucas aprenda qué significa cruzarse en mi camino.

Mientras tanto, en otra parte de la escuela, Lucas Torres estaba ayudando a Isabella a limpiar la mancha de jugo que había quedado en su ropa. Ella, con su torpeza característica, había hecho el desastre mientras intentaba mantener la compostura, y él se inclinaba con cuidado para no mancharse más.

—Lucas… —balbuceó Isabella, un poco avergonzada—. No sé cómo… ¿por qué siempre terminas siendo tú el que tiene que arreglar mis desastres?

Lucas sonrió suavemente, pasando un paño húmedo con delicadeza.

—Porque alguien tiene que cuidarte, Issa. Y… bueno, no puedo dejar que te humillen frente a todos.

Ella sintió un calor en el pecho, y por un momento se imaginó todo tipo de cosas… su corazón latía acelerado mientras él se acercaba un poco más de lo necesario para limpiar la mancha.

Pero justo cuando parecía que el momento podría continuar, Sofía Sánchez apareció de repente, cruzando los brazos y frunciendo el ceño como si hubiera estado vigilando la escena desde hace tiempo.

—Lucas Torres… —dijo con un tono severo pero fingiendo preocupación—. ¿Qué crees que estás haciendo? ¿Te has olvidado de quién puede verte? No deberías… enfrentarte a Damián así.

Lucas la miró, desconcertado y un poco molesto.

—Sofía… no es asunto tuyo. Solo estoy ayudando a Isabella.

Sofía sonrió de manera calculada, acercándose un poco a Lucas, fingiendo preocupación mientras sus ojos brillaban con un destello de manipulación.

—Ah, claro… pero no querrás que alguien se haga chismes sobre ti también, ¿verdad? —dijo, en un tono que mezclaba amenaza y coquetería—. Solo estoy cuidando de ti, Lucas. No quiero que te metas en problemas por… proteger a Isabella.

Isabella observaba, confundida y un poco molesta, mientras Lucas sostenía su mirada con firmeza.

—No necesito que me cuiden —dijo ella, un poco torpe, balanceando su paño mojado—. Pero gracias.

Sofía se inclinó levemente hacia ella, con una sonrisa falsa:

—Ah, bueno… asegúrate de no hacer nada que pueda empeorar la situación, Isabella. Ya sabes… Damián Montenegro no se toma las cosas a la ligera.

Lucas apretó ligeramente la mano de Isabella, como señal de protección, y ella no pudo evitar sentir un ligero mareo por la cercanía.

"Qué lindo eres, Lucas…", pensó, mientras se recordaba a sí misma que no debía dejar que sus sentimientos se notaran.

Tomás, que había llegado unos minutos después para hablar con Isabella observaba desde la distancia, divertido por la tensión que se estaba creando:

"Si alguien pensaba que este año escolar sería tranquilo… están muy equivocados. Entre Isabella, Damián, Lucas y Sofía… esto será un campo minado de emociones."

Mientras tanto, Damián se limpiaba en el baño, respirando hondo y murmurando para sí mismo:

—Nada se quedará así. Lucas Torres… pagarás por meterte en esto. Isabella Fernández… necesitaras más que tu amigo para poder escapar de mi.

Mientras tanto tomas que había regresado con Damián y había escuchado todo, saco un par de chistes mientras movía la cabeza:

—Eres imposible, Damián. Incluso cuando estás enojado, sigues siendo el rey arrogante y perfecto. Solo recuerda no quemarte a ti mismo en el proceso.

Damián suspiró, ajustándose la camisa y enderezando la espalda.

—Esto no es un juego. Mañana… todo cambiará. Isabella aprenderá su lugar. Y Lucas Torres… que se prepare.