Oliver Harris, tuvo una infancia complicada, su familia fue atacada cuando el apenas tenía cuatro años en su casa, pero su padre y hermano menor sobrevivieron, pero con el tiempo Oliver juró venganza, en una noche de celebración en un club tiene intimidad con una desconocida, pasados los años se vuelven a encontrar, pero ella guarda un secreto qué a él lo lleva a tomar una improvisada decisión.
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¡Más vale tarde que nunca!
EMPRESA HARRIS
Oliver recorría toda la zona donde los técnicos le mostraban los cambios y los nuevos resultados, de ahí fueron al centro de monitoreo para el mismo hiciera una prueba, empezó a ver cómo prácticamente todo estaba funcionando a la perfección, los encargados del sistema estaban satisfechos por los avances de la tecnología, y ellos tenían una de las mejores.
En su Mansión no era la excepción, también estaba monitoreada desde los alrededores hasta los puntos límite del interior de la casa.
Dejó todo dándoles crédito por el buen trabajo que desempeñaron, el tenía que irse a las bodegas de Sayboll habían recibido el cargamento de armas, Trevol ya se encontraba en el lugar la señora que se encargaba de contar cada caja y la cantidad dentro, les dio las cantidades correspondientes que debían ser.
Oliver veía, pero nunca fue confiado por eso Trevol ya le tenía una selección exclusiva para que el mismo las pusiera a prueba, llegó hasta la mesa donde se las habían puesto, tomó la primera la revisó, eran de materiales sumamente valiosos forjados minuciosamente, sonriendo apunto al blanco, disparó haciendo pedazos la barrera, tomó la siguiente, disparó sucediendo lo mismo pero con la diferencia que no hacía mucho sonido, así fue con cada una, terminó quedando complacido.
Su hermano era uno de los mejores francotiradores, y tenían 10 hombres más con el mismo desempeño que tenía Trevol las cajas de munición fueron separadas para cada rifle de largo alcance entre Barrett M-82A1, el Russia Beyond ES, y Bull Pup, entre otros, una réplica de municiones especiales de 1100 por cada caja.
Además todos los helicópteros especiales rusos tenían armas integradas demoledoras, una arma especial que nunca la había utilizado pero con una potencia de destruir masiva en grandes cantidades de territorio hostil, eran su arsenal demoledor si era necesario.
Oliver le mandó un mensaje a Katia era la primera vez que lo hacía, diciéndole que lo esperará para la cena, sonrió recordando esas palabras que todavía hacían retumbar su corazón, guardo el teléfono para caminar a su auto,— ¡Valla el momento que decidiste enamorarte con el enemigo en puerta! — ¡Cállate— ¿De dónde sacas tantas tonterías? Trevol rompió en risas, ¡Ni siquiera te has dado cuenta, que estás enamorado hasta los huesos! Oliver arrugó su entrecejo, Y tú como coño sabes eso, volvió a reírse su hermano.
Cada vez que estás con ella se te sale el corazón por los ojos, además ya no tienes esa mirada de ogro atorado,— ¡Idiota! le dijo riendo por nombre de apodo que le acomodó,— ¡Vez, ríes más relajado! No hables ridiculeces sobre mí, le contestó negando subiendo a su auto.
Trevol lo miró alejarse, entendiendo que será sumamente difícil que un hombre como su hermano acepte tener un sentimiento como el amor, pero si ya está enamorado de Katia, ella puede tener mucho más poder sobre él que ni ella misma conoce, pero está de acuerdo con su padre que ella le hace bien a su hermano.
También se le vino una imagen de Mirna a su mente, Trevol sonrió, y tú que haces aconsejando si tú mismo no aceptas que te gusta de más la joven amiga de Katia, su voz interna le hizo sentir que no actuaba en igualdad, estaba en las mismas condiciones que su hermano si no se declara ante la chica.
Katia recibió el mensaje con una genuina sonrisa que para Mirna no pasó desapercibida, —¿Y esa sonrisa de enamorada? — Preguntó viéndola entre cerrados los ojos, ¡Y no me digas que me equivoco, te conozco más que tú a ti misma! Katia suspiró nada le podía ocultar a su amiga, y era verdad ya había entregado su corazón, pero entendía que el era un hombre duro apesar que había visto como se dirigía a ella, y era en la intimidad diferente cuando recién se encontraron.
Katia pensaba que quizás esa era la forma de poder expresarse, aunque ella deseaba escucharlo de su voz, vio que entraban los hombres a su área donde ellos descansaban, unos minutos después llegó Oliver y lo que jamás esperaba verlo llegar con un exquisito postre de chocolate.
—¿Es para mí? Le preguntó caminando a recibirlo al ver que se lo ofrecía,—Se que es un poco tarde pero más vale tarde que nunca! ¿o no? Ella le sonrió Mirna miraba desde la encimera de la cocina,—¿Es el postre que no pude cumplirte? Más vale comerlo juntos! Las calorías ya las sacaste! dijo haciendo un ademán del estómago abultado referido a su hijo, sacó los platos de la alacena partiendo un trozo para cada uno, con un poco de helado, Katia lo disfrutó haciendo un gesto que hizo reír a Oliver.
—¡Fue alq el antojo que no pude complir!— ¡Gracias! Oliver se retiró, fue llamado por su padre, mientras que Katia y Mirna seguían disfrutando del postre, —¡Oye ese hombre ya cayó!— ¿De qué hablas? es solo un postre! Si pero un hombre como el no se hubiera detenido a comprar algo así si no le importaras.
Katia no quiso seguirle el ritmo ya que sabía que sería un largo camino, fue a buscar a su hijo viéndolo entretenido con su nuevo juguete que su abuelo encargó para el, una llamada entró a su Mobil la sacó para ver quién era a esa hora, sorprendiéndose, era su padre, decidió contestar, Papá si….Te diste cuenta lo que ese esposo tuyo le hizo a Mauricio? Casi lo mata le destrozó la cara tiene fracturas en todo su cuerpo, sus padres, en estos momentos no quieren saber nada de ti.
—¿De qué demonios hablas papá, cuando fue eso? — ¡Debes estar confundido! — Le contestó extrañada, hace una semana y lo peor sus padres fueron hacer la denuncia, pero ese sujeto parece que tiene un pacto con la ley, cuando les dijeron su nombre dijeron que ellos no podían hacer nada.
Katia sonrío, lo había hecho por ella, Mauricio era un necio y Oliver de muy poca paciencia, cuando vivía con sus padres, nunca nadie la había defendido, vivía haciendo la voluntad de su padre, y el día que no lo hizo la mandó a la calle.
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