La vida de Camila en Florencia se convierte en una pesadilla cuando es víctima de un secuestro y un brutal asalto. Dos semanas después, vive atrapada por el terror y el silencio junto a su flamante esposo, Diego Bianchi, el poderoso CEO de una de las dinastías más acaudaladas de Italia. Para proteger la estabilidad de su nueva vida, Camila le oculta a Diego la verdad más oscura de aquella noche, catalogada oficialmente como un "secuestro normal".
Diego, un hombre que la sacó de su humilde vida como camarera, la ama con una posesividad controladora, pero al mismo tiempo la avergüenza por su origen, viéndola más como un trofeo que como una esposa. Esta mentira es el cimiento quebradizo de su matrimonio.
La tensión explota en la cena familiar de los Bianchi, donde Diego presenta a Camila sorpresivamente como su prometida. En medio de la fría y juzgadora élite, la belleza de Camila impacta profundamente al hermano menor de Diego, Alejandro, quien queda irremisiblemente atónito.
A medi
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Recuerdos
—Camila, háblame, por favor. Estás pálida. ¿Qué pasa? —extendió una mano para tocar su mejilla, pero ella se encogió, un movimiento casi imperceptible, pero que él sintió como un golpe.
Ella lo miró, sus ojos ya no solo estaban llenos de lágrimas, sino de un profundo dolor y confusión.
_¡Eres igual o peor que Diego!_ Le grita ella con dolor, con decepción.
_¿De que hablas?_ Le pregunta él.
_¡No seas cínico! Vi a esa mujer salir de aquí, ¿Qué? ¿Tu y Diego también comparten amante?.
_ Camila, no es lo crees, esa mujer y yo no tenemos nada, al menos no nada romántico, y si escuchaste lo dijo antes de irse, eso solo fueron sus patadas de indignación, estaba enojada porque no caí en sus juego barato de seducción.
_ No te creo nada, ¿Qué hacía aquí entonces? ¡Dimelo! ¡¿Qué hacía aquí?!_ Le pregunta Camila enojada a Alejandro.
Él la mira serio, luego se dirige hacía su bar, y se sirve una copa de Vodka tranquilamente.
Alejandro dio un sorbo a su vodka, la acción pausada y deliberada sirviendo solo para aumentar la frustración de Camila. La miró por encima del borde del vaso, su expresión ahora dura y sin rastro del asombro inicial.
_¿No dirás nada?_ Le pregunta Camila con asombro.
_ No, ya te dije lo que tenía que decirte, Camila, no soy la clase de hombres que da explicaciones varias veces, yo...Ya te dije que no hay nada entre ella y yo, ¿Qué mas necesitas?.
Camila estaba sorprendida, Alejandro era igual que Diego, hombres que se creen los dueños del mundo, hombres que no les importa nada ni nadie, solo ellos mismos.
_ Eres un miserable, y ahora se que lo único que buscabas en mi, era sexo, nada mas_ Le responde Camila con decepción.
Alejandro dejó la copa sobre la barra con un clic seco y resonante. Su mirada se endureció al oír la última acusación de Camila.
—Estás equivocada, Camila —dijo, pero su voz ya no tenía la calidez de antes, solo una fría resignación—. Si solo quisiera sexo, no habría esperado todo este tiempo, ni me habría molestado en…
—¿En qué, Alejandro? ¿En fingir ser un hombre decente? —Camila sintió que el dolor se convertía en una ira helada. Las lágrimas seguían cayendo, pero ahora sus palabras eran firmes y cortantes.
— No quiero solo sexo, te quiero a ti, pero no te seguiré tratando de convencer que no tengo nada con ella, como la escuchaste, es la amante de Diego, ese si es un miserable.
— Sabes algo...Fue un error venir aquí, fue un horror dejarme llevar del deseo.
Camila camina hacia la puerta destrozada, se sentía peor que una prostituta, peor que basura, su corazón estaba hecho pedazos, se sentía completamente destruida.
Alejandro la observa caminar hacía la puerta, cierra los ojos unos segundos y justo antes que Camila saliera, la detiene bruscamente.
— No, no te irás así, tu eres mía, solo mía.
Alejandro la toma por la cintura, la atrae hacia él con autoridad, luego, colocando su mano detrás del cuello de Camila, la besa.
Camila se resiste, pero el deseo era mas grande que ella, Alejandro siente como el cuerpo de camila tiembla de las ganas, lo que lo hace seguir
continúa el beso con una intensidad que casi le roba el aliento. Sus labios se mueven con una urgencia dominante, transmitiendo una mezcla de frustración, deseo y posesividad que anula toda resistencia en Camila.
El muro de hielo que ella había levantado con su ira comienza a resquebrajarse. La mente de Camila le grita que se detenga, que recuerde el dolor y la humillación, pero su cuerpo traidor responde con una electricidad incontrolable al contacto de Alejandro. El roce de su barba, la presión de su boca, el aroma a colonia y vodka, todo se combina en una oleada de sensaciones que la arrastra.
Pero de repente, Camila siente algo extraño, entre el deseo y los labios carnosos de Alejandro besándola.
Su mente se traslada hacia esa oscura, y horrenda noche.
mendigo infiel
son fuego