Adrik es un mujeriego, arrogante y adinerado que no logra ser feliz. Naim quiere ser feliz pero no sabe cómo lograrlo. Un día la vida permite que ambos se conozcan de la forma más explícita posible y así, tanto el adinerado como el exprostituto, mezclaran sus vidas para complementarse mutuamente. Ficción romántica Boys Love
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EMOCIONES
Sus ojos estaban enfocados en mí con mucha sorpresa y sin palabras. ¿Qué pensaba de mí? ¿Qué sentiría tras conocer una parte de mi pasado? Bebí más jugo. La melodía de piano fue muy bonita para este momento.
Seco mis labios con una servilleta, enfoco mis pupilas en sus ojos y trato de sonreírle. ¡Esto es así! Mi realidad era cruda y ahora, Adrik sabía el tormento de mi pasado. ¡Y no me dio pena confesarme así!
—No tenía idea de que algo así podría haberte sucedido —se anima a decirme.
—No te preocupes. Nadie tiene idea.
—¿Y tu familia?
—Murieron. Ellos mataron a mis padres y a mis hermanos. ¡No tengo nada!
—¿Y cómo es que pudiste escapar?
—No escape. Él me dejó ir.
—¡Estoy impactado! Aun con toda mi autoridad y poder, nunca imagine que algo así podría suceder en la actualidad.
—Créeme que, en este mismo momento, hay personas que la pasan realmente mal a causa de los deseos de otras personas. Lo que yo viví es cruel, pero sé que hay otras personas que seguramente están viviendo cosas peores. ¡La vida es completamente compleja!
—Creo que tienes razón.
¿Mi historia lo habrá conmovido? ¿Qué sentirá por mí en este momento? Adrik se pone de pie, rodea la mesa y se detiene a mi lado. Lentamente, percibo como se pone en cuclillas y sus ojos se unen a los míos. Toma mis manos, las acerca a su rostro y siento el calor de su piel. Lentamente, acerca sus labios y planta un beso en cada mano mía.
—Mereces una buena vida, ahora entiendo por qué Julio me dijo que estás luchando por poder encontrar tu felicidad.
Se me hace tan tierno su gesto, que no dudo ni un segundo en que mis manos se entrelacen con sus manos. ¡Quiero esto! Abrir mi cofre de traumas es una forma de hacer que mi soledad se esfume.
—Nunca le había contado esto a nadie ajeno a mí. Julio era el único que sabía y ahora, tú también lo sabes.
Veo que se esfuerza por sonreír, aunque, muy en el fondo, percibo que él está asimilando lo que yo acabo de confesarle.
—¡Gracias por contarme esto! De ahora en adelante, dejaré de ser engreído y autoritario contigo.
Me pareció muy buena la resolución que él estaba tomando.
—Ahora conoces una parte de mí.
—Sí.
—Déjame conocer algo de ti —no me da miedo pedirle.
No dice nada. No deja de mirarme. Su tacto me gusta y de pronto, siento un calor recorrer cada parte de mi cuerpo. ¿Curiosidad?
—¿Qué te gustaría conocer de mí?
—¿Por qué no te has casado aún? —Mi pregunta refleja toda la curiosidad que vive en mi interior.
Por tres segundos, sus pupilas se apartan de mi mirada y él deja escapar un suspiro.
—Me da miedo no poder encontrar a alguien que me haga feliz de forma completa.
—¿Tú...?
—Soy un mujeriego adinerado. El sexo y el dinero son cosas que nunca faltan en mi vida. ¡Y no estoy satisfecho! No me lleno con esas cosas. Algo en el fondo de mí siente un vacío inmenso y eso es lo que hace que vez tras vez, yo mismo menosprecie la oportunidad de casarme. Quiero saber que es el amor verdadero y vivirlo a plenitud. ¿Pido mucho?
Seguramente a este hombre no le faltaba nada. Mujeres debía tener. Lujos había de tener. Amor, eso es algo que tal vez aun no lograba descifrar. ¿Y que tenía que ver conmigo su situación?
—No creo que pidas mucho.
—Eso espero.
—¿Te menosprecias?
—Sí. Fui criado con el ideal de que todo lo merezco y que no debo permitir que nadie me haga sentir inferior. Mi padre era un hombre estricto y eso hizo que yo tratara de seguir su ideal. Pero me di cuenta de que a pesar de lograr ser alguien autoritario y exitoso, me olvide de cuidar de mi corazón. Tengo sentimientos que aún no logran germinar.
Sus palabras me hicieron sonreír.
—No puedo creer que me estes diciendo esto. ¡Me sorprende un poco!
—¿De verdad?
—Sí. Jamás pensé que terminarías en mi casa, platicando conmigo de cosas importantes y sobre todo, sincerarnos sin miedo.
Sonríe. Sus manos siguen unidas a las mías.
—¿Te sientes bien conmigo? —Me pregunta con firmeza.
—Hoy me siento bien. Los días anteriores me sentía un poco incómodo. La verdad es que fue muy raro como nos conocimos.
Parece que él se apena un poco.
—Sí. Fue muy explícita la primera vez que nos conocimos —y mueve sus cejas.
Me agrada su gesto.
—Después te vi en el supermercado y me pareciste muy engreído.
Se ríe de mis palabras.
—Es verdad. Fui desagradable ese día —hace una pausa—. Mi hermana me había pedido que le comprara plátanos. Esa noche la iba a ir a visitar y no quería llegar con las manos vacías.
—Bueno, al menos te di la mitad del racimo de plátanos.
—¡Y te agradezco por ello! Mi hermana fue la mujer más feliz del mundo esa noche —sonríe.
Me siento cómodo hablando con él y me sorprende un poco lo rápido que cambio mi perspectiva sobre Adrik.
—Y después nos topamos en la boda —añado yo.
—Sí. Fue casualidad. ¡También fui un imbécil ese día!
—La verdad sí, pero ya pasó. Hoy estás aquí, en mi casa y creo que estamos bien.
—Sí. Me gusta estar aquí. Justo ahora no me siento vulnerable —confiesa Adrik.
El contacto físico y visual se vuelven fuertes. Nuestras heridas quieren florecer y el aroma del futuro nos puede ayudar a germinar en felicidad.
—¿Adrik?
—¿Sí?
—¿Por qué yo?
—¿Por qué tú?
—¿Por qué buscar seguridad en mí? Yo soy un hombre y tú también. No pareces ser del tipo al que le gusta la compañía de otros hombres.
Se sonríe con mis palabras.
—¿Soy muy varonil?
—Bueno, eres muy autoritario y sí, eres muy masculino.
Veo que mueve sus cejas.
—Pues mi masculinidad siente una chispa inexplicable cuando estoy a tu lado y eso es lo que me gusta. Que no sé el por qué, pero se siente bien. Contigo me siento en mi hogar.
—¡Que cursi!
—Nunca he sido cursi con nadie, pero podría intentar contigo.
—Adrik, no creo que…
—Tú y yo tenemos sentimientos oscuros que nadie entiende. Tú y yo queremos ser felices pero no sabemos cómo. Tú y yo, quizá podríamos intentar encontrar juntos, eso que nos gustaría obtener para lograr la felicidad. ¿No crees?
—¿Es una propuesta?
—Es una propuesta. ¿Te parece bien?
Un hombre que no sabe lo que es el amor buscando seguridad en mí, ¿esto es posible?
—Me parece…
—¿Que planes tienes para mañana?
—No tengo planeado nada.
—¡Excelente! Quiero llevarte a un lugar.