Logan es un joven empresario destinado a heredar la dirección de la empresa familiar, pero hay una condición: debe estar casado. Seguro de cumplir el requisito, anuncia a su padre que pronto presentará a Irina, su novia, y le pedirá matrimonio durante el cumpleaños de su madre. Sin embargo, su mundo se desmorona cuando descubre que Irina lo engaña con su mejor amigo. Herido y lleno de rabia, un accidente de auto lo lleva al hospital, donde su vida toma un giro inesperado.
Cuando su padre le exige respuestas sobre su supuesta novia, Logan improvisa desesperadamente y señala a Emma, una joven y amable enfermera, como su prometida. Ahora, debe convencerla de participar en su farsa para salvar su futuro profesional.
Lo que comienza como un acuerdo temporal pone a prueba los corazones de ambos. ¿Podrán mantener la mentira sin caer en el juego de las emociones? Entre secretos, atracción y el riesgo de perderlo todo, Logan descubrirá si es posible volver a creer en el amor.
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Una confrontación anunciada
La habitación de Emma estaba en penumbra, las cortinas apenas dejaban entrar la luz del sol de la mañana. Después de su extenuante turno de treinta y seis horas, se había desplomado en la cama con la ropa aún puesta, sin preocuparse por nada más. El cansancio había ganado la batalla, y su respiración profunda indicaba que estaba en un sueño profundo, desconectada del mundo exterior.
Mientras tanto, en la mansión, el ambiente durante el almuerzo estaba tenso. William, siempre imponente y crítico, había decidido aprovechar la ausencia de Emma para cuestionar la supuesta relación entre ella y Logan.
—¿Dónde está tu prometida, Logan? —preguntó William con un tono burlón y acusador mientras se servía un trozo de carne—. No entiendo cómo alguien que supuestamente se va a casar contigo no está aquí cumpliendo con su papel.
Logan, sentado en su silla de ruedas, apretó los dientes mientras intentaba mantener la calma. Sabía que responderle a su padre solo avivaría la discusión, pero el hombre no parecía dispuesto a detenerse.
—Emma está trabajando —respondió Logan con firmeza—. Tiene un empleo y tenía guardia durante treinta y seis horas. ¿Acaso te molesta que ella trabaje? Yo creo que esa es la mejor muestra de que Emma no está tras mi dinero— espetó casi con furia.
William soltó una carcajada sarcástica, golpeando la mesa ligeramente con la palma de la mano.
—¿De guardia? Han pasado 48 horas desde que se fue. ¿Qué explicación tienes para eso, hijo? ¿O es que ya se cansó de jugar a ser tu novia y te está dejando en ridículo?
Logan sintió la sangre bullir en su interior. Miró la hora en su reloj, y se dio cuenta de que su padre tenía razón en cuanto al tiempo transcurrido, pero no iba a ceder terreno. Se inclinó ligeramente hacia adelante, mirando a William con una dureza que pocas veces mostraba.
—Mi relación con Emma no es asunto tuyo —dijo, con un tono que dejó claro que no estaba dispuesto a seguir discutiendo—. Ella y yo hemos manejado todo perfectamente sin necesitar tus opiniones o intervenciones.
El ambiente se tensó aún más, pero antes de que William pudiera replicar, Susan intervino con una voz calmada pero autoritaria.
—Ya basta —dijo, mirando a ambos hombres con desaprobación—. Esto es un almuerzo, no una sala de debate. Dejen de pelear y siéntense a comer como una familia.
Logan respiró hondo, intentando calmarse. Asintió brevemente hacia su madre, pero no tenía intención de quedarse.
—Disculpa, mamá, pero no tengo hambre —dijo mientras giraba su silla de ruedas hacia la salida.
—Logan... —comenzó Susan, preocupada, pero él la interrumpió.
—Estoy bien. Solo necesito aire.
Con un gesto rápido, le indicó al chofer que preparara el coche. Mientras lo ayudaban a subir, su mente estaba ocupada con una sola pregunta: ¿Dónde estaba Emma?
En Casa de Emma
El coche se detuvo frente a la modesta casa de Emma, un lugar que reflejaba la sencillez de su dueña. Logan miró la fachada por un momento antes de pedirle al chofer que lo ayudara a salir. Aunque su orgullo le decía que no necesitaba ayuda, la realidad de su condición lo obligaba a aceptarla.
Una vez frente a la puerta, tocó con fuerza, pero no obtuvo respuesta. Frunciendo el ceño, volvió a intentarlo, esta vez llamando a la muchacha también por su nombre.
—¡Emma! ¿Estás ahí?
El silencio fue su única respuesta. Logan sintió una mezcla de preocupación y frustración. Finalmente, despues de golpear de manera insistente, la puerta se abrió lentamente, revelando a una Emma desorientada, con el cabello despeinado y los ojos hinchados de sueño.
—¿Logan? —murmuró, frotándose los ojos mientras intentaba procesar lo que estaba viendo.
—¿Estás bien? —preguntó él, su tono más brusco de lo necesario—. Han pasado horas desde que terminó tu turno. ¿Por qué no regresaste a la mansión?
Emma parpadeó, aún aturdida por el sueño, antes de cruzarse de brazos.
—Porque... no lo recordé— respondió la muchacha restregandose los ojos.
—¿Cómo que no te acordaste?— insistió él mientras ella se hacía a un lado para darle paso.
—Estaba agotada, Logan. Trabajé treinta y seis horas seguidas y vine aquí a dormir— replicó la muchacha—No sabía que tenía que avisarte de cada movimiento que hago.
Logan apretó los labios, conteniendo una respuesta mordaz, iba a refutar sus palabras diciéndole que efectivamente tenía que avisar de cada uno de sus movimientos. Pero al observarla más de cerca, notó las ojeras bajo sus ojos y el cansancio reflejado en cada línea de su rostro. Sus hombros se relajaron ligeramente.
—Deberías haber llamado— le dijo, atenuando el tono de su voz— todos en la mansión están preguntando por ti, y mi padre no pierde oportunidad de hacer comentarios desagradables.
Emma soltó un suspiro, apartándose para dejarlo entrar.
—Lo siento si te causé problemas, pero necesitaba descansar. Tú más que nadie deberías entender lo agotador que puede ser un turno así.
Logan entró, moviendo su silla con cuidado mientras observaba la simplicidad del lugar. Había algo acogedor en la casa de Emma, algo que lo hacía sentir fuera de lugar pero también curioso.
—No es solo por mi padre —dijo finalmente, con un tono más suave—. Si queremos que esto funcione, Emma, no podemos darles razones para dudar de nosotros.
Emma lo miró, estudiándolo por un momento. Había algo diferente en él, una vulnerabilidad que rara vez mostraba.
—Lo entiendo, Logan. Pero también tienes que entender que soy humana. No puedo estar disponible todo el tiempo, especialmente cuando estoy agotada.
Él asintió lentamente, reconociendo la verdad en sus palabras. Después de un momento de silencio, levantó la vista hacia ella.
—¿Estás mejor ahora? —preguntó, con un tono que casi parecía preocupado.
Emma esbozó una leve sonrisa.
—Estoy bien. Necesitaba dormir, y eso hice. Pero si sirve de algo, prometo que la próxima vez te avisaré.
Logan asintió nuevamente, satisfecho con esa respuesta. Aunque no lo admitiría, se sintió aliviado al verla bien.
—Bien. Entonces prepárate. Vas a necesitar toda tu energía para soportar a mi padre en la mansión.
Emma rió suavemente, pero sabía que no estaba del todo equivocado. Con Logan, nada era fácil, pero tampoco era imposible.
Maldito logan espero que te quedes solo.
Emma aguanta que más da ya no intentes entenderlo porque te trata peor que zapato viejo.