Liana, una joven que descubre que es la última descendiente de una antigua línea de guardianes de ángeles. Su vida cambia drásticamente cuando una serie de misteriosos eventos la lleva a ser reclutada por una organización secreta encargada de mantener el equilibrio entre los mundos humanos y celestiales.
A medida que Liana profundiza en su nuevo rol, comienza a desentrañar secretos oscuros sobre su familia y la verdadera naturaleza de su poder. Un ángel caído, caudillo de una rebelión celestial, amenaza con desatar el caos en ambos mundos, y Liana debe enfrentarse a él antes de que sea demasiado tarde.
Mientras navega por traiciones, alianzas inesperadas y su propio conflicto interno, Liana descubre que nada es lo que parece. Cada revelación acerca de su pasado revela un nuevo giro en la trama, desafiando sus creencias y forzándola a confrontar la verdad sobre su identidad y el destino que le espera.b
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Capitulo 9: Prueba De Lealtad
El cielo estaba cubierto por nubes oscuras, pesadas, como si el mundo entero estuviera a punto de derrumbarse. Liana avanzaba por el bosque, sintiendo el peso del silencio alrededor de ella. Cada crujido de una rama bajo sus pies y cada susurro del viento entre los árboles parecía amplificado, resonando en sus oídos con una intensidad que hacía que su corazón latiera más rápido.
Valen caminaba a su lado, su figura alta y sombría una sombra inquietante a su izquierda. Liana no confiaba en él, no podía. Pero Kael había sido claro: necesitaban a Valen, y esta era la única forma de ganarse su lealtad, o al menos, su colaboración.
—¿Estás segura de esto? —preguntó Valen, su voz baja y burlona.
Liana no lo miró, manteniendo su vista al frente. Sabía que él la estaba evaluando, buscando alguna señal de debilidad, pero no le daría ese placer.
—No tengo otra opción —respondió ella, con una firmeza que no sentía del todo.
Valen dejó escapar una risa suave, una que Liana no supo si era de diversión o desprecio.
—La lealtad es algo extraño, ¿no crees? —dijo él, con un tono filosófico—. La gente la da por sentada, como si fuera un derecho inherente. Pero en realidad, es una cosa frágil, construida sobre cimientos inestables.
Liana lo ignoró, enfocándose en la tarea que tenía por delante. Sabía lo que estaba a punto de hacer, y sabía que no sería fácil. Pero no había vuelta atrás.
Finalmente, llegaron a un claro en el bosque, donde un círculo de piedras antiguas se alzaba alrededor de una especie de altar rústico. El lugar emanaba una energía antigua, casi tangible. Liana se detuvo al borde del claro, sintiendo cómo el poder del lugar vibraba en el aire.
—Este es el lugar —dijo Valen, deteniéndose a su lado. Su tono era neutral, pero había un brillo en sus ojos que Liana no pudo descifrar.
Liana asintió, avanzando hacia el altar con pasos deliberados. Al llegar, colocó una mano sobre la fría piedra, sintiendo una leve vibración bajo sus dedos.
—¿Estás lista para esto? —preguntó Valen, acercándose detrás de ella.
Liana no respondió de inmediato. Sabía lo que tenía que hacer: demostrar su lealtad, no solo a Kael y los Guardianes, sino también a la causa por la que estaba luchando. Pero hacerlo significaba algo más profundo, más oscuro, una parte de ella que no estaba segura de querer confrontar.
—No tienes que hacerlo si no quieres —continuó Valen, inclinándose hacia ella, sus palabras un susurro en su oído—. Nadie lo sabrá. Podrías mentir, decir que lo hiciste, y nadie te cuestionaría.
Liana cerró los ojos por un momento, sintiendo la tentación en sus palabras. Era cierto, nadie lo sabría. Pero ella lo sabría. Y eso era suficiente.
—No soy como tú, Valen —dijo finalmente, abriendo los ojos y mirando la piedra frente a ella—. No necesito mentir para sobrevivir.
Valen no respondió, pero Liana sintió su presencia retroceder, dándole espacio.
Liana se arrodilló ante el altar, sus manos temblorosas mientras sacaba la pequeña daga de su cinturón. La hoja brilló a la luz tenue del claro, reflejando las nubes oscuras que se movían sobre ellos. Con un profundo suspiro, hizo un pequeño corte en la palma de su mano, sintiendo el dolor agudo recorrer su brazo.
—Por el bien de la rebelión, por aquellos que han caído y aquellos que aún luchan, prometo mi lealtad —murmuró, dejando que su sangre gotee sobre la piedra.
La sangre se extendió lentamente sobre la superficie del altar, formando un patrón intrincado que Liana no podía comprender del todo. Pero cuando la última gota cayó, sintió un cambio en el aire, como si el bosque mismo estuviera aceptando su juramento.
—Así sea —dijo Valen detrás de ella, su tono solemne, casi respetuoso.
Liana se levantó, envolviendo su mano herida en un paño mientras miraba a Valen.
—Ahora sabes que estoy comprometida con esta causa —dijo, enfrentándolo.
Valen la miró por un largo momento, sus ojos verdes brillando con una intensidad peligrosa.
—Lo sé, Liana —respondió él, su tono suave pero firme—. Pero también sé que esta no será la última vez que tendrás que probarlo. —Una sonrisa ladeada apareció en su rostro—. La guerra apenas comienza.
Liana sostuvo su mirada, sin mostrar miedo. Sabía que Valen estaba en lo cierto, que las pruebas que enfrentaría en el futuro serían aún más difíciles. Pero también sabía que no estaba sola, que tenía a Kael y a los demás a su lado.
Y mientras el viento frío susurraba a través de los árboles, Liana sintió una determinación renovada crecer dentro de ella. Estaba lista para lo que viniera, y no permitiría que nada ni nadie la desviara de su camino.